1. La leyenda trata de dos hermosas y jóvenes mujeres, una de cabellos rojos y otra de cabellos negros, que se habían aparecido en el Amazonas en busca de un novio. Uno de esos días en los que se encontraban por el Amazonas se encontraron con Tijera Hanga, el espíritu del hombre cazador, el gavilán logró convencer a las mujeres de ir a su casa, el gran ceibo milenario. Él les dijo a ellas que para que no se perdieran iba a poner unas plumas para señalar el camino. Tras un viejo tronco se encontraba el cazador Apangura Puma, un animal que se encontraba comiendo cangrejos. Él se adelantó y movió las plumas que había puesto el ave con dirección hacia su guarida. Las mujeres sin dudar siguieron el sendero. Él las tomó como esposas, aunque las jóvenes se sentían defraudadas y sucias, con desesperación le pidieron ayuda al gran espíritu de la selva Arutam. Ellas le pidieron convertirse en planta útiles para limpiar sus cuerpos y ser aceptadas por las demás personas. Aratum, con lastima, convirtió a la pelirroja en un manduro o achiote, y la pelinegra en el árbol de wituk. Y desde ese momento las plantas se encuentran en toda la Amazonía para utilidad y disfrute de sus habitantes.
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1. La leyenda trata de dos hermosas y jóvenes mujeres, una de cabellos rojos y otra de cabellos negros, que se habían aparecido en el Amazonas en busca de un novio. Uno de esos días en los que se encontraban por el Amazonas se encontraron con Tijera Hanga, el espíritu del hombre cazador, el gavilán logró convencer a las mujeres de ir a su casa, el gran ceibo milenario. Él les dijo a ellas que para que no se perdieran iba a poner unas plumas para señalar el camino. Tras un viejo tronco se encontraba el cazador Apangura Puma, un animal que se encontraba comiendo cangrejos. Él se adelantó y movió las plumas que había puesto el ave con dirección hacia su guarida. Las mujeres sin dudar siguieron el sendero. Él las tomó como esposas, aunque las jóvenes se sentían defraudadas y sucias, con desesperación le pidieron ayuda al gran espíritu de la selva Arutam. Ellas le pidieron convertirse en planta útiles para limpiar sus cuerpos y ser aceptadas por las demás personas. Aratum, con lastima, convirtió a la pelirroja en un manduro o achiote, y la pelinegra en el árbol de wituk. Y desde ese momento las plantas se encuentran en toda la Amazonía para utilidad y disfrute de sus habitantes.