Equidad: La desigualdad en el ingreso tiene su expresión física en el territorio, lo que lleva a situaciones de segregación residencial. Si bien no hay indicadores generales en América Latina para medir este fenómeno, hay datos que muestran diferentes niveles de acceso a servicios, tanto en términos de cantidad como de calidad. Por ejemplo, mientras que hay zonas del área metropolitana de Buenos Aires con cobertura total de saneamiento, otras tienen cobertura muy parcial. Por otra parte, la tasa de maternidad adolescente en un barrio informal de Buenos Aires, como el Barrio 31, duplica al del resto de la ciudad, mientras que la cantidad de jóvenes que no estudian y trabajan representa un 10% de la ciudad contra 25% en este barrio. Estas diferencias se replican en otras metrópolis. En el área metropolitana de Santiago, el acceso a áreas verdes en un municipio de mayor poder adquisitivo como Vitacura es de 18,3 m2de vegetación por habitante, mientras que Puente Alto sólo se cuenta con 1,8 m2. Lo mismo pasa en esta y otras latitudes con el acceso al transporte formal, a centros de educación y de salud, limitando así las posibilidades de desarrollo de las familias. Cerrar estas brechas y equiparar acceso y calidad de servicios, significa mejorar la ciudad.
Espacios públicos de calidad: El espacio público como lugar de encuentro ha adquirido una relevancia única durante los últimos años. Revitalizar espacios degradados, incorporar procesos de participación y apropiación en su diseño, teniendo en cuenta aspectos de género y edad, recuperar zonas de ríos y bañados, como paseos costeros, han generado lugares de encuentro ciudadano y mejor ciudad. Ejemplos como el de Rosario en Argentina –ciudad donde el 40% de la población vive a 500 metros o menos de una vía para la bicicleta, o el del 42 kilómetros pedaleables sobre la ribera del río Mapocho en Santiago, Chile- se replican en varias ciudades. Temas como la recuperación de franjas costeras para espacio público recreativo nos muestran una doble oportunidad: un lugar de encuentro ciudadano que mejora la calidad de vida y una alternativa de respuesta a los desafíos que el cambio climático trae para las ciudades del siglo XXI.
Respuesta:
Equidad: La desigualdad en el ingreso tiene su expresión física en el territorio, lo que lleva a situaciones de segregación residencial. Si bien no hay indicadores generales en América Latina para medir este fenómeno, hay datos que muestran diferentes niveles de acceso a servicios, tanto en términos de cantidad como de calidad. Por ejemplo, mientras que hay zonas del área metropolitana de Buenos Aires con cobertura total de saneamiento, otras tienen cobertura muy parcial. Por otra parte, la tasa de maternidad adolescente en un barrio informal de Buenos Aires, como el Barrio 31, duplica al del resto de la ciudad, mientras que la cantidad de jóvenes que no estudian y trabajan representa un 10% de la ciudad contra 25% en este barrio. Estas diferencias se replican en otras metrópolis. En el área metropolitana de Santiago, el acceso a áreas verdes en un municipio de mayor poder adquisitivo como Vitacura es de 18,3 m2de vegetación por habitante, mientras que Puente Alto sólo se cuenta con 1,8 m2. Lo mismo pasa en esta y otras latitudes con el acceso al transporte formal, a centros de educación y de salud, limitando así las posibilidades de desarrollo de las familias. Cerrar estas brechas y equiparar acceso y calidad de servicios, significa mejorar la ciudad.
Espacios públicos de calidad: El espacio público como lugar de encuentro ha adquirido una relevancia única durante los últimos años. Revitalizar espacios degradados, incorporar procesos de participación y apropiación en su diseño, teniendo en cuenta aspectos de género y edad, recuperar zonas de ríos y bañados, como paseos costeros, han generado lugares de encuentro ciudadano y mejor ciudad. Ejemplos como el de Rosario en Argentina –ciudad donde el 40% de la población vive a 500 metros o menos de una vía para la bicicleta, o el del 42 kilómetros pedaleables sobre la ribera del río Mapocho en Santiago, Chile- se replican en varias ciudades. Temas como la recuperación de franjas costeras para espacio público recreativo nos muestran una doble oportunidad: un lugar de encuentro ciudadano que mejora la calidad de vida y una alternativa de respuesta a los desafíos que el cambio climático trae para las ciudades del siglo XXI.
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espero que te ayude