Durante casi 200 años Asia Central estuvo supeditada a los designios de Rusia en sus dos versiones de dominación: zarista y soviética. En 1991 la disolución de la URSS supuso un nuevo punto de inflexión en la vida política y económica de los pueblos que habitan Asia Central. Las hasta entonces repúblicas soviéticas se convirtieron en Estados independientes y dejaron de estar bajo el paraguas político, económico y militar de la URSS. Esta situación parecía la ideal para que los nuevos países centroasiáticos pudieran forjar su propia senda en el ámbito internacional y decidir por sí mismos sus metas y prioridades.
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Durante casi 200 años Asia Central estuvo supeditada a los designios de Rusia en sus dos versiones de dominación: zarista y soviética. En 1991 la disolución de la URSS supuso un nuevo punto de inflexión en la vida política y económica de los pueblos que habitan Asia Central. Las hasta entonces repúblicas soviéticas se convirtieron en Estados independientes y dejaron de estar bajo el paraguas político, económico y militar de la URSS. Esta situación parecía la ideal para que los nuevos países centroasiáticos pudieran forjar su propia senda en el ámbito internacional y decidir por sí mismos sus metas y prioridades.