Hace muchos años en la Ciudad de México, cerca de Xochimilco, se escuchaban los tristes lamentos de una mujer.
- ¡Ay mis hijos! Qué será de ellos - decía una voz perturbadora.
Mientras se escuchaba a la mujer misteriosa, los temerosos habitantes de la ciudad se encerraban en sus casas a base de lodo y piedra. Tampoco los antiguos conquistadores se atrevían a salir a la calle, pues los gritos de aquella mujer eran realmente espeluznantes.
Los rumores decían que se trataba de la llorona, una mujer vestida de blanco con cabellos largos y aspecto fantasmagórico, que flotaba en el aire con un velo para cubrir su horripilante rostro. Lentamente vagaba por la ciudad entre calles y plazas, y quien llegó a ser testigo de su presencia dice que al gritar, ¡ay mis hijos!, agitaba sus largos brazos de manera angustiosa, para después desaparecer en el aire y seguir aterrorizando en otras partes de la ciudad con sus quejidos y gritos.
Mientras la llorona recorría las plazas, lloraba desesperada, después de un tiempo se dirigía al río hasta perderse poco a poco en la oscuridad de la noche, y así terminar disolviéndose entre las aguas. Esto pasaba todas las noches en la ciudad de México y tenía verdaderamente inquietos a sus habitantes, pues nadie sabía la causa de aquellos lamentos.
Respuesta:
Hace muchos años en la Ciudad de México, cerca de Xochimilco, se escuchaban los tristes lamentos de una mujer.
- ¡Ay mis hijos! Qué será de ellos - decía una voz perturbadora.
Mientras se escuchaba a la mujer misteriosa, los temerosos habitantes de la ciudad se encerraban en sus casas a base de lodo y piedra. Tampoco los antiguos conquistadores se atrevían a salir a la calle, pues los gritos de aquella mujer eran realmente espeluznantes.
Los rumores decían que se trataba de la llorona, una mujer vestida de blanco con cabellos largos y aspecto fantasmagórico, que flotaba en el aire con un velo para cubrir su horripilante rostro. Lentamente vagaba por la ciudad entre calles y plazas, y quien llegó a ser testigo de su presencia dice que al gritar, ¡ay mis hijos!, agitaba sus largos brazos de manera angustiosa, para después desaparecer en el aire y seguir aterrorizando en otras partes de la ciudad con sus quejidos y gritos.
Mientras la llorona recorría las plazas, lloraba desesperada, después de un tiempo se dirigía al río hasta perderse poco a poco en la oscuridad de la noche, y así terminar disolviéndose entre las aguas. Esto pasaba todas las noches en la ciudad de México y tenía verdaderamente inquietos a sus habitantes, pues nadie sabía la causa de aquellos lamentos.
Explicación: ahí esta el cuento xd