Sin embargo, todos los esfuerzos del protagonista resultan inútiles y Paulino muere en su canoa flotando río abajo. La frase "a la deriva" se aplica a una embarcación que va sin dirección, a merced de las corrientes y las olas, tal como la canoa de Paulino al fin del cuento.
Paulino fue mordido por una yararacusú, una serpiente venenosa. Luego de la mordedura, él la mata con su machete para evitar ser mordido nuevamente y le destroza las vértebras. Inmediatamente se ve el área de la herida muy afectada. Pide a su esposa Dorotea que le dé caña, pero debido al avance del veneno, él piensa que es agua.
Inicia un viaje en su canoa por el Río Paraná hacia Tacurú Pucú para intentar sobrevivir. Casi no sentía la pierna por el agudo dolor. A mitad de camino decide pedirle ayuda a su compadre Alves, aunque estaban enemistados, y no se escucha respuesta alguna. Decide retomar el viaje. A medida que transcurría el tiempo, ya en la canoa, sentía que el dolor iba disminuyendo y la sed también, incluso podía respirar mejor. Esto le dio esperanzas de una pronta mejoría. En este punto la canoa "giraba velozmente a la deriva". El hombre empezó a delirar. Sentía helado todo su cuerpo y no podía respirar bien. Finalmente, inmerso en sus recuerdos, estira los dedos de la mano y muere. [1]
Se usa para indicar la manera de ir un barco o cualquier objeto flotante cuando está a merced del viento, el mar o las corrientes.
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