Podemos entender por agroecosistema cualquier tipo de ecosistema modificado y gestionado por los seres humanos con el objetivo de obtener alimentos, fibras y otros materiales de origen biótico (Gómez Sal, 2001).
Explicación:
La principal diferencia de los agroecosistemas con los ecosistemas (poco intervenidos), se basa en su dependencia de la gestión humana para asegurar su funcionamiento: producción, fertilidad, ciclo del agua, relaciones entre animales y plantas, mantenimiento de la calidad de los suelos, etc. Esto les confiere características propias y originales: agrobiodiversidad, regulación cultural, infraestructuras y paisaje agrario. Por todo ello, el papel e importancia de los seres humanos, tanto como especie biológica (consumidor), trasvase de energía y materiales, como en su vertiente cultural, en la estructura y funcionamiento de los agroecosistemas es consustancial e ineludible.
Los agroecosistemas (incluyendo usos agrícolas y ganaderos) abarcan más de un 60% del territorio español. La mayor proporción corresponde a la categoría “Tierras de labor y cultivos permanentes” que representa el 31,6% de la superficie del país. En este gran conjunto de terrenos, se incluyen dos de los tipos generales de agroecosistemas: Sistemas con componentes leñosos dominantes (principalmente olivares y viñedos) y cultivos herbáceos.
La siguiente categoría en el uso de la tierra son las “Praderas y zonas agrícolas heterogéneas”, que corresponde a tipos de agroecosistemas basados en mayor medida en el manejo de la biodiversidad (paisajes reticulados, huertas tradicionales y policultivos,). Supone en torno al 18,7%.
Por último la categoría “Pastizal natural y matorrales” , que son agroecosistemas sólo en parte (caso de los silvopastorales y
abundantes pastizales de montaña) representa el 17,6%.
Los agroecosistemas, son la factoría en la que se genera y mantiene la biodiversidad inducida por la acción del ser humano, agrobiodiversidad. En su composición se cuentan las razas de ganado, las variedades de plantas cultivadas, variedades y tipos de plantas existentes en pastizales y prados, así como los paisajes culturales asociados a los usos agrarios.
Los servicios esenciales de aprovisionamiento que dependen de la agrobiodiversidad, más allá de la importancia de disponer de alimentos abundantes y variados (seguridad de suministro), incluyen el patrimonio genético y la seguridad alimentaria. Estas dos últimas funciones están muy amenazadas por el desarrollo de sistemas intensivos (dependencia de semillas y variedades comerciales, organismos genéticamente modificados (OGM) por ejemplo para la alimentación animal, el uso desproporcionado de agroquímicos en sanidad vegetal o la alimentación animal con productos que podrían suponer un riesgo para la salud humana.
Respuesta:
Podemos entender por agroecosistema cualquier tipo de ecosistema modificado y gestionado por los seres humanos con el objetivo de obtener alimentos, fibras y otros materiales de origen biótico (Gómez Sal, 2001).
Explicación:
La principal diferencia de los agroecosistemas con los ecosistemas (poco intervenidos), se basa en su dependencia de la gestión humana para asegurar su funcionamiento: producción, fertilidad, ciclo del agua, relaciones entre animales y plantas, mantenimiento de la calidad de los suelos, etc. Esto les confiere características propias y originales: agrobiodiversidad, regulación cultural, infraestructuras y paisaje agrario. Por todo ello, el papel e importancia de los seres humanos, tanto como especie biológica (consumidor), trasvase de energía y materiales, como en su vertiente cultural, en la estructura y funcionamiento de los agroecosistemas es consustancial e ineludible.
Los agroecosistemas (incluyendo usos agrícolas y ganaderos) abarcan más de un 60% del territorio español. La mayor proporción corresponde a la categoría “Tierras de labor y cultivos permanentes” que representa el 31,6% de la superficie del país. En este gran conjunto de terrenos, se incluyen dos de los tipos generales de agroecosistemas: Sistemas con componentes leñosos dominantes (principalmente olivares y viñedos) y cultivos herbáceos.
La siguiente categoría en el uso de la tierra son las “Praderas y zonas agrícolas heterogéneas”, que corresponde a tipos de agroecosistemas basados en mayor medida en el manejo de la biodiversidad (paisajes reticulados, huertas tradicionales y policultivos,). Supone en torno al 18,7%.
Por último la categoría “Pastizal natural y matorrales” , que son agroecosistemas sólo en parte (caso de los silvopastorales y
abundantes pastizales de montaña) representa el 17,6%.
Los agroecosistemas, son la factoría en la que se genera y mantiene la biodiversidad inducida por la acción del ser humano, agrobiodiversidad. En su composición se cuentan las razas de ganado, las variedades de plantas cultivadas, variedades y tipos de plantas existentes en pastizales y prados, así como los paisajes culturales asociados a los usos agrarios.
Los servicios esenciales de aprovisionamiento que dependen de la agrobiodiversidad, más allá de la importancia de disponer de alimentos abundantes y variados (seguridad de suministro), incluyen el patrimonio genético y la seguridad alimentaria. Estas dos últimas funciones están muy amenazadas por el desarrollo de sistemas intensivos (dependencia de semillas y variedades comerciales, organismos genéticamente modificados (OGM) por ejemplo para la alimentación animal, el uso desproporcionado de agroquímicos en sanidad vegetal o la alimentación animal con productos que podrían suponer un riesgo para la salud humana.