demás de ser un deporte y una actividad para practicar con tu perro (como cuando tú vas al gimnasio o sales a tomar algo), además de constituir una diversión, también puede formar parte del tratamiento de un problema de comportamiento. Estos tratamientos son siempre multimodales y se componen de intervenciones en diversos aspectos de la vida y rutina del perro, del entorno, de la educación, de su aprendizaje y de su conducta.
De esta manera, el agility puede formar parte, como otros deportes y actividades, de un programa de enriquecimiento ambiental (físico y mental), ayudando a perros y dueños a fomentar, fortalecer y estructurar el vínculo mutuo; canalizando el aprendizaje y la capacidad de gestión del estrés, la seguridad y el control de impulsos, así como la coordinación motora; y contribuyendo a la socialización de perros y dueños.
Pero para llegar a eso, hay que entrenar y trabajar de manera lenta y progresiva, siempre bajo las indicaciones de buenos profesionales formados (etólogo veterinario y educador canino) y con las medidas de seguridad necesarias. (Ver artículo 10 consejos básicos para hacer agility)
El problema lo tenemos cuando estas actividades se llevan a cabo sin control, sin asesoramiento y sin formación.
Últimamente se pueden ver en los parques caninos instalaciones con diferentes obstáculos de agility, a modo de parque infantil, para que los propietarios puedan practicar este deporte.
demás de ser un deporte y una actividad para practicar con tu perro (como cuando tú vas al gimnasio o sales a tomar algo), además de constituir una diversión, también puede formar parte del tratamiento de un problema de comportamiento. Estos tratamientos son siempre multimodales y se componen de intervenciones en diversos aspectos de la vida y rutina del perro, del entorno, de la educación, de su aprendizaje y de su conducta.
De esta manera, el agility puede formar parte, como otros deportes y actividades, de un programa de enriquecimiento ambiental (físico y mental), ayudando a perros y dueños a fomentar, fortalecer y estructurar el vínculo mutuo; canalizando el aprendizaje y la capacidad de gestión del estrés, la seguridad y el control de impulsos, así como la coordinación motora; y contribuyendo a la socialización de perros y dueños.
Pero para llegar a eso, hay que entrenar y trabajar de manera lenta y progresiva, siempre bajo las indicaciones de buenos profesionales formados (etólogo veterinario y educador canino) y con las medidas de seguridad necesarias. (Ver artículo 10 consejos básicos para hacer agility)
El problema lo tenemos cuando estas actividades se llevan a cabo sin control, sin asesoramiento y sin formación.
Últimamente se pueden ver en los parques caninos instalaciones con diferentes obstáculos de agility, a modo de parque infantil, para que los propietarios puedan practicar este deporte.