n la actualidad, la generación joven de Colombia, y del mundo –personas entre 18 y 30 años–, es la llamada ‘millenial’, y está conformada por jóvenes que nacieron en la transición del milenio; su particularidad tiene muchas implicaciones en el desarrollo que tendrá nuestra sociedad en los próximos años.
Se trata de una generación nativa digital, que no necesita leer un manual para manejar a la perfección cualquier dispositivo tecnológico, y que encuentra fácil el uso de cualquier nueva aplicación en los teléfonos celulares, tablets o computadores. Esta habilidad implica una gran diferencia con quienes somos de generaciones anteriores: ellos ven el mundo de una manera diferente, y, así mismo, manejan un liderazgo acorde a su contexto y perspectiva.
Es por ello que incentivar a esta generación a compartir sus ideas, puede ser una rica fuente de proyectos que nos lleven a la construcción de un mundo mejor; los jóvenes líderes tienen toda la energía y vitalidad para que sus propuestas trasciendan fronteras.
Cuando un joven es empoderado y apoyado, es capaz de motivar a muchos más para que lo sigan y así logra llevar a la realidad cambios pertinentes y de gran impacto; un nativo digital tiene la capacidad de que su voz sea oída a través de las redes sociales, y encuentra en la conectividad una herramienta valiosa para llevar sus ideas a otro nivel.
Por este motivo, considero que debería ser labor de empresas, universidades y sector público trabajar, de forma coordinada, para promover espacios en los cuales estos jóvenes puedan tener participación para compartir con la sociedad su visión del futuro.
Sería una gran oportunidad posibilitar que su creatividad, energía, ideas, propósitos e inspiración se unieran para crear soluciones duraderas para nuestro presente y futuro, pues es en ellos en quienes estará el poder de transformar las realidades que actualmente agobian a la humanidad.
Hay muchas maneras en las que pueden transformar el mundo que hoy conocemos; tenemos desde emprendedores con una fuerte preocupación por la sostenibilidad, pasando por aquellos que se dedican por completo a la filantropía, así como jóvenes investigadores y científicos, y también están aquellos que deciden participar en política para hacerse oír. Sin duda, hacer esto visible inspirará a que muchos quieran seguir sus pasos.
Sus intereses están dirigidos a temas que, aunque se han venido tratando desde hace años, requieren de una participación más activa y transformadora: reducción de la pobreza, desigualdad de género, falta de acceso a la tecnología de muchas comunidades, poco acceso a educación y salud de calidad, contaminación de los océanos, calentamiento global, extinción de especies, aumento del empleo informal, entre otros. Cuando lleguemos a que los jóvenes asuman estas causas como propias, tendremos gobiernos, empresas y todo tipo de instituciones que pondrán al ser humano y la preservación de nuestro planeta como centro de todo lo que emprendan.
Alrededor del mundo, tenemos grandes ejemplos de cómo un buen líder puede sumar al bienestar de todos; ejemplos que reflejan que lo que hace la diferencia es no esperar a que otros lo hagan: líderes que en África caminan horas para llevar a poblaciones aisladas computadores, y preparar a profesores y niños en el desarrollo de habilidades informáticas; jóvenes que saben que a diario mueren niños por no poder acceder a productos básicos, y deciden ayudar con pasión a solucionar esta problemática, llevando alimentos y medicinas para mejorar la salud de estas comunidades. Los ejemplos son infinitos, y nos llevan a sentir que hay esperanza.
Vemos que, así como otros lo hacen en distintas latitudes, muchos jóvenes en Colombia vienen trabajando desinteresadamente, ayudando a mejorar las realidades de muchas de nuestras comunidades que se enfrentan a diario a diversas dificultades. Es por esta razón que considero fundamental incentivar la creación de muchos más espacios de cooperación entre ciudadanos que quieran dejar huella y generar un impacto importante en diversas regiones de nuestro país.
En la situación actual de Colombia, necesitamos de esos jóvenes que, con sus ganas de vivir, sueños, pasiones e ilusiones, construyan un mejor país. Jóvenes que impulsen la creación de nuevas empresas, que le permitan el acceso al trabajo digno a muchas personas, mejorando su calidad de vida y dignidad; jóvenes que con voluntad de servicio hagan política honestamente; jóvenes interesados en proteger el medio ambiente; jóvenes que integren a aquellos que fueron afectados por la guerra, o que hicieron parte de ella, para que nunca más miren hacia atrás, sino que vean en el futuro del país una fuente de innumerables oportunidades.
coronita si te ayudo
n la actualidad, la generación joven de Colombia, y del mundo –personas entre 18 y 30 años–, es la llamada ‘millenial’, y está conformada por jóvenes que nacieron en la transición del milenio; su particularidad tiene muchas implicaciones en el desarrollo que tendrá nuestra sociedad en los próximos años.
Se trata de una generación nativa digital, que no necesita leer un manual para manejar a la perfección cualquier dispositivo tecnológico, y que encuentra fácil el uso de cualquier nueva aplicación en los teléfonos celulares, tablets o computadores. Esta habilidad implica una gran diferencia con quienes somos de generaciones anteriores: ellos ven el mundo de una manera diferente, y, así mismo, manejan un liderazgo acorde a su contexto y perspectiva.
Es por ello que incentivar a esta generación a compartir sus ideas, puede ser una rica fuente de proyectos que nos lleven a la construcción de un mundo mejor; los jóvenes líderes tienen toda la energía y vitalidad para que sus propuestas trasciendan fronteras.
Cuando un joven es empoderado y apoyado, es capaz de motivar a muchos más para que lo sigan y así logra llevar a la realidad cambios pertinentes y de gran impacto; un nativo digital tiene la capacidad de que su voz sea oída a través de las redes sociales, y encuentra en la conectividad una herramienta valiosa para llevar sus ideas a otro nivel.
Por este motivo, considero que debería ser labor de empresas, universidades y sector público trabajar, de forma coordinada, para promover espacios en los cuales estos jóvenes puedan tener participación para compartir con la sociedad su visión del futuro.
Sería una gran oportunidad posibilitar que su creatividad, energía, ideas, propósitos e inspiración se unieran para crear soluciones duraderas para nuestro presente y futuro, pues es en ellos en quienes estará el poder de transformar las realidades que actualmente agobian a la humanidad.
Hay muchas maneras en las que pueden transformar el mundo que hoy conocemos; tenemos desde emprendedores con una fuerte preocupación por la sostenibilidad, pasando por aquellos que se dedican por completo a la filantropía, así como jóvenes investigadores y científicos, y también están aquellos que deciden participar en política para hacerse oír. Sin duda, hacer esto visible inspirará a que muchos quieran seguir sus pasos.
Sus intereses están dirigidos a temas que, aunque se han venido tratando desde hace años, requieren de una participación más activa y transformadora: reducción de la pobreza, desigualdad de género, falta de acceso a la tecnología de muchas comunidades, poco acceso a educación y salud de calidad, contaminación de los océanos, calentamiento global, extinción de especies, aumento del empleo informal, entre otros. Cuando lleguemos a que los jóvenes asuman estas causas como propias, tendremos gobiernos, empresas y todo tipo de instituciones que pondrán al ser humano y la preservación de nuestro planeta como centro de todo lo que emprendan.
Alrededor del mundo, tenemos grandes ejemplos de cómo un buen líder puede sumar al bienestar de todos; ejemplos que reflejan que lo que hace la diferencia es no esperar a que otros lo hagan: líderes que en África caminan horas para llevar a poblaciones aisladas computadores, y preparar a profesores y niños en el desarrollo de habilidades informáticas; jóvenes que saben que a diario mueren niños por no poder acceder a productos básicos, y deciden ayudar con pasión a solucionar esta problemática, llevando alimentos y medicinas para mejorar la salud de estas comunidades. Los ejemplos son infinitos, y nos llevan a sentir que hay esperanza.
Vemos que, así como otros lo hacen en distintas latitudes, muchos jóvenes en Colombia vienen trabajando desinteresadamente, ayudando a mejorar las realidades de muchas de nuestras comunidades que se enfrentan a diario a diversas dificultades. Es por esta razón que considero fundamental incentivar la creación de muchos más espacios de cooperación entre ciudadanos que quieran dejar huella y generar un impacto importante en diversas regiones de nuestro país.
En la situación actual de Colombia, necesitamos de esos jóvenes que, con sus ganas de vivir, sueños, pasiones e ilusiones, construyan un mejor país. Jóvenes que impulsen la creación de nuevas empresas, que le permitan el acceso al trabajo digno a muchas personas, mejorando su calidad de vida y dignidad; jóvenes que con voluntad de servicio hagan política honestamente; jóvenes interesados en proteger el medio ambiente; jóvenes que integren a aquellos que fueron afectados por la guerra, o que hicieron parte de ella, para que nunca más miren hacia atrás, sino que vean en el futuro del país una fuente de innumerables oportunidades.