uno de los problemas morales más presentes en nuestro tiempo, y refleja un mundo actual que, construido sobre el contrato político, económico y social, rechaza a los pobres. Según la autora, la aporofobia es "un atentado diario contra la dignidad, el bienestar de las personas y la democracia".
Además tiene un alcance universal: "todos los seres humanos son aporófobos, y esto tiene raíces cerebrales y sociales que se pueden y se deben modificar si tomamos en serio las claves éticas de una sociedad democrática que pretenda ser justa". En esta obra, la catedrática de la Universitat de València no solo aborda dicha problemática, sino que expone las herramientas para que la ciudadanía se enfrente a dicha realidad, según las mismas fuentes.
Lo que no tiene nombre no existe. Por eso es necesario buscar palabras que nos ayuden a definir realidades sociales innegables y cotidianas como el miedo, el rechazo o la aversión a los pobres. Solo así, dando nombre a esa realidad, podremos hacerla presente en el debate social, conocer sus causas, enfrentarnos a ella y buscar soluciones. Eso es lo que pensó la filósofa española Adela Cortina cuando en 1995 preparaba una columna para "ABC Cultural" en la que denunciaba que, bajo muchas de las actitudes racistas y xenófobas que vemos cada día a nuestro alrededor, late una fobia distinta: la que nos producen los pobres, aquellos que en esta sociedad del intercambio, del dar y recibir, no parecen tener nada que ofrecernos. Como ella misma explica en su libro "Aporofobia, el rechazo al pobre" (Paidós, 2017), "no repugnan los orientales capaces de comprar equipos de fútbol o de traer lo que en algún tiempo se llamaban 'petrodólares', ni los futbolistas de cualquier etnia o raza que cobran cantidades millonarias pero son decisivos a la hora de ganar competiciones". "Por el contrario -explica Cortina-, lo cierto es que las puertas se cierran ante los refugiados políticos, ante los inmigrantes pobres, que no tienen que perder más que sus cadenas. (...) Las puertas de la conciencia se cierran ante los mendigos sin hogar, condenados mundialmente a la invisibilidad". "El problema no es entonces de raza, de etnia ni tampoco de extranjería. El problema es de pobreza", concluye. La existencia de esa "lacra sin nombre" llevó a la catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia a rebuscar en sus diccionarios escolares de griego hasta encontrar el término "áporos" ('pobre', 'sin recursos') y construir, a partir de él, el neologismo "aporofobia". Volvió a emplearlo en otros artículos y conferencias, en libros de texto... y pronto la palabra fue ganando terreno entre las organizaciones sociales y los defensores El término llegó incluso a las instituciones: el Senado español aprobó el pasado mes de septiembre una moción en la que pide la inclusión de la aporofobia como circunstancia agravante en el Código Penal. Todo ello hizo que esa voz fuera desde el primer momento una de las candidatas del equipo de la Fundéu BBVA para ser palabra del año 2017. En el primer aspecto, "aporofobia" es el sueño de todo estudioso del idioma: una voz con autor conocido y fecha de nacimiento, una "rara avis" en el análisis del origen de las palabras. En el ámbito informativo parecía en cambio evidente que otras de las candidatas han tenido mayor proyección y presencia en los medios ("bitcóin", "turismofobia", "superbacteria"...). Sin embargo, no es tan seguro que la aporofobia como concepto, las actitudes personales, políticas y sociales de rechazo al pobre no estén marcando cada vez más el devenir del mundo.
uno de los problemas morales más presentes en nuestro tiempo, y refleja un mundo actual que, construido sobre el contrato político, económico y social, rechaza a los pobres. Según la autora, la aporofobia es "un atentado diario contra la dignidad, el bienestar de las personas y la democracia".
Además tiene un alcance universal: "todos los seres humanos son aporófobos, y esto tiene raíces cerebrales y sociales que se pueden y se deben modificar si tomamos en serio las claves éticas de una sociedad democrática que pretenda ser justa". En esta obra, la catedrática de la Universitat de València no solo aborda dicha problemática, sino que expone las herramientas para que la ciudadanía se enfrente a dicha realidad, según las mismas fuentes.
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Lo que no tiene nombre no existe. Por eso es necesario buscar palabras que nos ayuden a definir realidades sociales innegables y cotidianas como el miedo, el rechazo o la aversión a los pobres. Solo así, dando nombre a esa realidad, podremos hacerla presente en el debate social, conocer sus causas, enfrentarnos a ella y buscar soluciones. Eso es lo que pensó la filósofa española Adela Cortina cuando en 1995 preparaba una columna para "ABC Cultural" en la que denunciaba que, bajo muchas de las actitudes racistas y xenófobas que vemos cada día a nuestro alrededor, late una fobia distinta: la que nos producen los pobres, aquellos que en esta sociedad del intercambio, del dar y recibir, no parecen tener nada que ofrecernos. Como ella misma explica en su libro "Aporofobia, el rechazo al pobre" (Paidós, 2017), "no repugnan los orientales capaces de comprar equipos de fútbol o de traer lo que en algún tiempo se llamaban 'petrodólares', ni los futbolistas de cualquier etnia o raza que cobran cantidades millonarias pero son decisivos a la hora de ganar competiciones". "Por el contrario -explica Cortina-, lo cierto es que las puertas se cierran ante los refugiados políticos, ante los inmigrantes pobres, que no tienen que perder más que sus cadenas. (...) Las puertas de la conciencia se cierran ante los mendigos sin hogar, condenados mundialmente a la invisibilidad". "El problema no es entonces de raza, de etnia ni tampoco de extranjería. El problema es de pobreza", concluye. La existencia de esa "lacra sin nombre" llevó a la catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia a rebuscar en sus diccionarios escolares de griego hasta encontrar el término "áporos" ('pobre', 'sin recursos') y construir, a partir de él, el neologismo "aporofobia". Volvió a emplearlo en otros artículos y conferencias, en libros de texto... y pronto la palabra fue ganando terreno entre las organizaciones sociales y los defensores El término llegó incluso a las instituciones: el Senado español aprobó el pasado mes de septiembre una moción en la que pide la inclusión de la aporofobia como circunstancia agravante en el Código Penal. Todo ello hizo que esa voz fuera desde el primer momento una de las candidatas del equipo de la Fundéu BBVA para ser palabra del año 2017. En el primer aspecto, "aporofobia" es el sueño de todo estudioso del idioma: una voz con autor conocido y fecha de nacimiento, una "rara avis" en el análisis del origen de las palabras. En el ámbito informativo parecía en cambio evidente que otras de las candidatas han tenido mayor proyección y presencia en los medios ("bitcóin", "turismofobia", "superbacteria"...). Sin embargo, no es tan seguro que la aporofobia como concepto, las actitudes personales, políticas y sociales de rechazo al pobre no estén marcando cada vez más el devenir del mundo.