El término tiene su origen en los monasterios de Siria. El título de abad fue utilizado por primera vez en Europa por San Benito de Nursia. Inicialmente, no implicaba autoridad alguna sobre la comunidad religiosa, sino que se empleaba como un título de honor y respeto hacia cualquier monje de edad avanzada o santidad eminente. Al hacerse común el uso de este título en Occidente, se generalizó su uso para designar al superior de la comunidad, responsable de la administración temporal y espiritual del monasterio, que pasó a llamarse abadía. Con la aplicación generalizada de la Regla de San Benito hacia finales del Siglo V, se configura como institución jurídica eclesiástica, generalmente de carácter vitalicio. Sus insignias o distintivos, al igual que un obispo, son la cruz pectoral, el báculo, el anillo y la mitra.
También recibe el título de abad, pero con carácter únicamente honorífico, el presbítero elegido para presidir un cabildo catedralicio.
El término tiene su origen en los monasterios de Siria. El título de abad fue utilizado por primera vez en Europa por San Benito de Nursia. Inicialmente, no implicaba autoridad alguna sobre la comunidad religiosa, sino que se empleaba como un título de honor y respeto hacia cualquier monje de edad avanzada o santidad eminente. Al hacerse común el uso de este título en Occidente, se generalizó su uso para designar al superior de la comunidad, responsable de la administración temporal y espiritual del monasterio, que pasó a llamarse abadía. Con la aplicación generalizada de la Regla de San Benito hacia finales del Siglo V, se configura como institución jurídica eclesiástica, generalmente de carácter vitalicio. Sus insignias o distintivos, al igual que un obispo, son la cruz pectoral, el báculo, el anillo y la mitra.
También recibe el título de abad, pero con carácter únicamente honorífico, el presbítero elegido para presidir un cabildo catedralicio.