Alguien q me pueda inprovisar un rap o poesia sobre la identidad
Hedda
MÉXICO, de mar a mar te viví, traspasado por tu férreo color, trepando montes sobre los que aparecen monasterios llenos de espinas, el ruido venenoso de la ciudad, los dientes solapados del pululante poetiso, y sobre las hojas de los muertos y las gradas que construyó el silencio irreductible, como muñones de un amor leproso, el esplendor mojado de las ruinas.
Pero del acre campamento, huraño sudor, lanzas de granos amarillos, sube la agricultura colectiva repartiendo los panes de la patria.
Otras veces calcáreas cordilleras interrumpieron mi camino, formas de los ametrallados ventisqueros que despedazan la corteza oscura de la piel mexicana, y los caballos que cruzan como el beso de la pólvora bajo las patriarcales arboledas.
Aquellos que borraron bravamente la frontera del predio y entregaron la tierra conquistada por la sangre entre los olvidados herederos, también aquellos dedos dolorosos anudados al sur de las raíces la minuciosa máscara tejieron, poblaron de floral juguetería y de fuego textil el territorio.
No supe qué amé más, si la excavada antigüedad de rostros que guardaron la intensidad de piedras implacables, o la rosa creciente, construida por una mano ayer ensangrentada.
Y así de tierra a tierra fui tocando el barro americano, mi estatura, y subió por mis venas el olvido recostado en el tiempo, hasta que un día estremeció mi boca su lenguaje.
Hedda
mexico querido mexico hermoso con tus hermosas tierras fertiles tus paisanos signo de trabajo y honor hermosas montañas y llanos agradesco haber nacido aqui entre hermosos paisajes
Hedda
si te gusto pon me un gracias o como mejor respuesta
por tu férreo color, trepando montes
sobre los que aparecen monasterios
llenos de espinas,
el ruido venenoso
de la ciudad, los dientes solapados
del pululante poetiso, y sobre
las hojas de los muertos y las gradas
que construyó el silencio irreductible,
como muñones de un amor leproso,
el esplendor mojado de las ruinas.
Pero del acre campamento, huraño
sudor, lanzas de granos amarillos,
sube la agricultura colectiva
repartiendo los panes de la patria.
Otras veces calcáreas cordilleras
interrumpieron mi camino,
formas
de los ametrallados ventisqueros
que despedazan la corteza oscura
de la piel mexicana, y los caballos
que cruzan como el beso de la pólvora
bajo las patriarcales arboledas.
Aquellos que borraron bravamente
la frontera del predio y entregaron
la tierra conquistada por la sangre
entre los olvidados herederos,
también aquellos dedos dolorosos
anudados al sur de las raíces
la minuciosa máscara tejieron,
poblaron de floral juguetería
y de fuego textil el territorio.
No supe qué amé más, si la excavada
antigüedad de rostros que guardaron
la intensidad de piedras implacables,
o la rosa creciente, construida
por una mano ayer ensangrentada.
Y así de tierra a tierra fui tocando
el barro americano, mi estatura,
y subió por mis venas el olvido
recostado en el tiempo, hasta que un día
estremeció mi boca su lenguaje.