Alguien puede decirme algunas frases negativas que aveces las personas dicen sobre como son las mujeres y los homres y que por eso afectan la equidad de genero.es para una tarea que me encargaron de formacion
“¡Es que las mujeres son muy raras!”. Esta frase tan común entre los hombres de todas las edades, y convertida ya en casi un tópico, fue la causante del tema de este trabajo de investigación.
Aunque parezca mentira, una simple conversación telefónica con una de mis mejores amigas me llevó a adentrarme en el infinito mundo de lo masculino y lo femenino. A raíz de esa charla, mi compañera me regaló un libro titulado “Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus”. Todo esto coincidió con la fecha en la que teníamos que decidir el título del presente trabajo.
El tema del hombre y la mujer, de la naturaleza de lo masculino y lo femenino, despierta siempre nuestro interés y ahora más que nunca, cuando hombres y mujeres intentan comprenderse a sí mismos, y los papeles de ambos sexos juntamente con sus relaciones mutuas están siendo objeto de numerosos exámenes. A ello hay que añadir el aspecto práctico de este tema que nos puede proporcionar información útil y fácilmente aplicable en nosotros mismos y en nuestras relaciones personales.
Si bien la mayoría de la gente es consciente de que existen diferencias psicológicas entre los dos géneros, muy pocos se pueden llegar a imaginar la importancia que tienen éstas en el día a día de cualquier pareja, familia o comunidad con miembros de ambos sexos. Puedo afirmar, casi con total seguridad, que si las personas nos preocupáramos de documentarnos sobre el sexo contrario- cómo piensan, cómo sienten, cómo actúan… -muchos de los problemas sociológicos de nuestra sociedad -valga la redundancia -dejarían de serlo.
Cuanto más me iba adentrando en esta dimensión, de la psicología, más ganas tenía de conocer si no en su totalidad sí en gran parte, esas disimilitudes que hacen que cada día haya más divorcios, que unos trabajos sean más apropiados para ellas que para ellos y viceversa, que haya unas enfermedades más propensas a alguno de los dos sexos…
Al principio de todo, cuando le contaba a mi gente qué trabajo iba a hacer, todos se extrañaban, pero la mayoría de ellos me decían: “Estás loco, es imposible comprenderlas” mientras que ellas respondían: “¡Te servirá de mucho!, cuando lo acabes ya me lo dejarás leer.” No había hecho más que empezar y ya notaba como realmente las desigualdades estaban presentes en todos y cada uno de los comentarios, de las acciones… era fascinante.
Cuando ya empecé a recoger información y a leer, me di cuenta de que todo sobre lo que estaba estudiando era aplicable al día a día e incluso encontraba ejemplos cercanos para todos los temas que se trataban en los libros que yo leía. A su vez, yo seguía hablando con personas de ambos sexos y preguntándoles sobre su modo de actuar en algunas ocasiones en concreto, sobre cómo se sentían en determinados momentos…
Fue entonces cuando, en una conversación con tres mujeres, me afirmaron que ellas y nosotros éramos completamente distintos, es decir: que las mujeres eran sólo mujeres y los hombres sólo hombres. Esas tres señoras sin darse cuenta me acababan de abrir otro frente de batalla en el que yo, hasta entonces, no había caído. Me puse a buscar como un loco sobre este tema, estaba convencido de que aquellas señoras estaban equivocadas, pero no encontraba nada que me demostrara lo contrario. Al cabo de unos días hallé la respuesta a la pregunta que tanto tiempo llevaba en cabeza: “¿El hombre es sólo hombre y la mujer sólo mujer?
Pensé que además de apoyarme en fuentes de información, también seria interesante comprobar de primera mano, que realmente lo que estaba leyendo y estudiando era completamente cierto. Para ello ideé una entrevista destinada a ser pasada a hombres y mujeres de distintas edades. Debía tener todo tipo de preguntas. Así, en primer lugar me permitiría analizar las respuestas obtenidas, para luego profundizar en el tema de una forma más teórica.
A medida que iba pasando entrevistas y las analizaba, podía observar que ambos sexos tenían una pauta de respuestas más o menos homogénea y a la vez distinta entre sí. Esto me llevo a incluir tres tipos de respuestas: una típica masculina, otra típica femenina y otra neutra. Las preguntas eran abiertas pero la mayoría de los entrevistados, sin ellos ser conscientes, se ceñían a las respuestas estipuladas en la entrevista. Así pensé que podía relacionar los dos aspectos que hasta ahora había llevado a cabo en mi trabajo: el ser humano andrógeno y las entrevistas.
Sin más dilación doy paso a lo que es la parte importante del trabajo, no sin antes agradecer, a mi tutor, a mis padres y, muy especialmente, a la persona que sin darse cuenta le dio título a este trabajo, el apoyo que durante todo este tiempo he recibido. A todos ellos… Muchas Gracias.
“¡Es que las mujeres son muy raras!”. Esta frase tan común entre los hombres de todas las edades, y convertida ya en casi un tópico, fue la causante del tema de este trabajo de investigación.
Aunque parezca mentira, una simple conversación telefónica con una de mis mejores amigas me llevó a adentrarme en el infinito mundo de lo masculino y lo femenino. A raíz de esa charla, mi compañera me regaló un libro titulado “Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus”. Todo esto coincidió con la fecha en la que teníamos que decidir el título del presente trabajo.
El tema del hombre y la mujer, de la naturaleza de lo masculino y lo femenino, despierta siempre nuestro interés y ahora más que nunca, cuando hombres y mujeres intentan comprenderse a sí mismos, y los papeles de ambos sexos juntamente con sus relaciones mutuas están siendo objeto de numerosos exámenes. A ello hay que añadir el aspecto práctico de este tema que nos puede proporcionar información útil y fácilmente aplicable en nosotros mismos y en nuestras relaciones personales.
Si bien la mayoría de la gente es consciente de que existen diferencias psicológicas entre los dos géneros, muy pocos se pueden llegar a imaginar la importancia que tienen éstas en el día a día de cualquier pareja, familia o comunidad con miembros de ambos sexos. Puedo afirmar, casi con total seguridad, que si las personas nos preocupáramos de documentarnos sobre el sexo contrario- cómo piensan, cómo sienten, cómo actúan… -muchos de los problemas sociológicos de nuestra sociedad -valga la redundancia -dejarían de serlo.
Cuanto más me iba adentrando en esta dimensión, de la psicología, más ganas tenía de conocer si no en su totalidad sí en gran parte, esas disimilitudes que hacen que cada día haya más divorcios, que unos trabajos sean más apropiados para ellas que para ellos y viceversa, que haya unas enfermedades más propensas a alguno de los dos sexos…
Al principio de todo, cuando le contaba a mi gente qué trabajo iba a hacer, todos se extrañaban, pero la mayoría de ellos me decían: “Estás loco, es imposible comprenderlas” mientras que ellas respondían: “¡Te servirá de mucho!, cuando lo acabes ya me lo dejarás leer.” No había hecho más que empezar y ya notaba como realmente las desigualdades estaban presentes en todos y cada uno de los comentarios, de las acciones… era fascinante.
Cuando ya empecé a recoger información y a leer, me di cuenta de que todo sobre lo que estaba estudiando era aplicable al día a día e incluso encontraba ejemplos cercanos para todos los temas que se trataban en los libros que yo leía. A su vez, yo seguía hablando con personas de ambos sexos y preguntándoles sobre su modo de actuar en algunas ocasiones en concreto, sobre cómo se sentían en determinados momentos…
Fue entonces cuando, en una conversación con tres mujeres, me afirmaron que ellas y nosotros éramos completamente distintos, es decir: que las mujeres eran sólo mujeres y los hombres sólo hombres. Esas tres señoras sin darse cuenta me acababan de abrir otro frente de batalla en el que yo, hasta entonces, no había caído. Me puse a buscar como un loco sobre este tema, estaba convencido de que aquellas señoras estaban equivocadas, pero no encontraba nada que me demostrara lo contrario. Al cabo de unos días hallé la respuesta a la pregunta que tanto tiempo llevaba en cabeza: “¿El hombre es sólo hombre y la mujer sólo mujer?
Pensé que además de apoyarme en fuentes de información, también seria interesante comprobar de primera mano, que realmente lo que estaba leyendo y estudiando era completamente cierto. Para ello ideé una entrevista destinada a ser pasada a hombres y mujeres de distintas edades. Debía tener todo tipo de preguntas. Así, en primer lugar me permitiría analizar las respuestas obtenidas, para luego profundizar en el tema de una forma más teórica.
A medida que iba pasando entrevistas y las analizaba, podía observar que ambos sexos tenían una pauta de respuestas más o menos homogénea y a la vez distinta entre sí. Esto me llevo a incluir tres tipos de respuestas: una típica masculina, otra típica femenina y otra neutra. Las preguntas eran abiertas pero la mayoría de los entrevistados, sin ellos ser conscientes, se ceñían a las respuestas estipuladas en la entrevista. Así pensé que podía relacionar los dos aspectos que hasta ahora había llevado a cabo en mi trabajo: el ser humano andrógeno y las entrevistas.
Sin más dilación doy paso a lo que es la parte importante del trabajo, no sin antes agradecer, a mi tutor, a mis padres y, muy especialmente, a la persona que sin darse cuenta le dio título a este trabajo, el apoyo que durante todo este tiempo he recibido. A todos ellos… Muchas Gracias.