Libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para mi corazón, fuerte y poderoso compañero. Tu me has enseñado la fuerte belleza y el sencillo candor, la verdad sencilla y terrible en breves cantos. Mis mejores compañeros, no han sido gentes de mi tiempo, sino los que tu me diste: David, Rut, Job, Raquel y María. Con los míos, estos son toda mi gente, los queme ayudan a amar y a padecer… Cuántas veces me habéis confortado? Tantas veces como estuve con la cara en la tierra… Nunca me fatigaste, como los poemas de los hombres. Siempre me eres fresco, recién conocido, como la hierba de primavera, y tu sinceridad es la única en que no hallo pliegues, ni manchas disimuladas de mentira. Tu veracidad, asusta a los hipócritas, y tu pureza es odiosa a los libertinos.
Los sabios te parten con torpes instrumentos de lógica para negarte. Yo me he sentado para amarte para siempre y apacentar con tus aciertos mi corazón por todos los días que me deje mi dueño mirar la luz. Canción de cuna de los pueblos, eterna nodriza con candor y sabiduría, te necesito para siempre. No me dejes. Siempre me bastarás, hasta colmar mi vaso hambriento de Dios.
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Libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para mi corazón, fuerte y poderoso compañero. Tu me has enseñado la fuerte belleza y el sencillo candor, la verdad sencilla y terrible en breves cantos. Mis mejores compañeros, no han sido gentes de mi tiempo, sino los que tu me diste: David, Rut, Job, Raquel y María. Con los míos, estos son toda mi gente, los queme ayudan a amar y a padecer… Cuántas veces me habéis confortado? Tantas veces como estuve con la cara en la tierra… Nunca me fatigaste, como los poemas de los hombres. Siempre me eres fresco, recién conocido, como la hierba de primavera, y tu sinceridad es la única en que no hallo pliegues, ni manchas disimuladas de mentira. Tu veracidad, asusta a los hipócritas, y tu pureza es odiosa a los libertinos.
Los sabios te parten con torpes instrumentos de lógica para negarte. Yo me he sentado para amarte para siempre y apacentar con tus aciertos mi corazón por todos los días que me deje mi dueño mirar la luz. Canción de cuna de los pueblos, eterna nodriza con candor y sabiduría, te necesito para siempre. No me dejes. Siempre me bastarás, hasta colmar mi vaso hambriento de Dios.