June 2023 1 9 Report
Alguien me puede ayudar a resumir esto pliiis?
Ahora bien: en medio de esta felicidad, sucedió que una tarde de lluvia salió por fin el sol después de cinco días de temporal, y Pedrito se puso a volar gritando:
-¡Que lindo día, lorito!… ¡Rica, papa!… ¡La pata, Pedrito! – y no volaba lejos, hasta que vio debajo de él, muy abajo, el río Paraná, que parecía una lejana y ancha cinta blanca. Y siguió, siguió volando, hasta que se asentó por fin en un árbol a descansar.
Y he aquí que de pronto vio brillar en el suelo, a través de las ramas, dos luces verdes, como enormes bichos de luz.
-¿Que será? -se dijo el loro-. ¡Rica, papa!, ¿Qué será eso? ¡Buen día, Pedrito!…
El loro hablaba siempre así, como todos los loros, mezclando las palabras sin ton ni son, y a veces costaba entenderlo. Y como era muy curioso, fue bajando de rama en rama, hasta acercarse. Entonces vio que aquellas dos luces verdes eran los ojos de un tigre que estaba agachado, mirándolo fijamente.
Pero Pedrito estaba tan contento con el lindo día, que no tuvo ningún miedo.
-¡Buen día, tigre! -le dijo-. ¡La pata, Pedrito!
Y el tigre, con esa voz terriblemente ronca que tiene, le respondió:
–¡Bu-en día!
-¡Buen día, tigre! -repitió el loro-. ¡Rica papa!… ¡rica, papa!… ¡rica, papa!…
Y decía tantas veces «¡rica papa!» porque ya eran las cuatro de la tarde, y tenía muchas ganas de tomar té con leche. El loro se había olvidado de que los bichos del monte no toman té con leche, y por esto lo convidó al tigre.
-¡Rico té con leche! -le dijo-. ¡Buen día, Pedrito!… ¿Quieres tomar té con leche conmigo, amigo tigre?
Pero el tigre se puso furioso porque creyó que el loro se reía de él, y además, como tenía a su vez hambre, se quiso comer al pájaro hablador. Así que le contestó:
-¡Bue-no! ¡Acérca-te un po-co que soy sor-do!
El tigre no era sordo; lo que quería era que Pedrito se acercara mucho para agarrarlo de un zarpazo. Pero el loro no pensaba sino en el gusto que tendrían en la casa cuando él se presentara a tomar té con leche con aquel magnífico amigo. Y voló hasta otra rama más cerca del suelo.
-¡Rica, papa, en casa! -repitió gritando cuanto podía.
–¡Más cer-ca! ¡No oi-go! -respondió el tigre con su voz ronca.
El loro se acercó un poco más y dijo:
-¡Rico, té con leche!
–¡Más cer-ca to-da-vía! -repitió el tigre.
El pobre loro se acercó aún más, y en ese momento el tigre dio un terrible salto, tan alto como una casa, y alcanzó con la punta de las uñas a Pedrito. No alcanzó a matarlo, pero le arrancó todas las plumas del lomo y la cola entera. No le quedó una sola pluma en la cola.

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