Las generalizaciones en las cuales se incurre al hablar de la geografía como ciencia son arriesgadas debido a que su conceptualización ha variado en distintos tiempos y espacios (Livingstone, 2000: 304-5; Mikesell, 1980: 9). A pesar de la antigüedad del término y de que los griegos la hayan definido en su sentido etimológico como la descripción de la tierra, centrada en los fenómenos de la superficie terrestre,1 incluso pese al carácter descriptivo de los valles, ríos, montañas, volcanes, planicies, etc., al que se asocia la geografía,2 lejos se encuentra esta de una uniformidad conceptual e histórica. La geografía ha recibido distintos significados diversamente emparentados y no reductibles a uno.
Al ser parte de la producción científica, resultado de un proceso histórico, está signada por diferentes y múltiples postulados teóricos. Sobre todo, porque cualquier ciencia es un nudo de relaciones en un proceso permanente de interacciones, donde "tanto está influido el que influye como el influido" (Xirua, 1971: 26). De esta forma, la geografía desde su origen ha presentado caminos teóricos variados desde los cuales se construyeron heterogéneas argumentaciones teórico-metodológicas para explicar los fenómenos espaciales y territoriales.3
En su génesis institucional en el siglo XVIII en Alemania, Francia e Inglaterra, la geografía es una disciplina que se enseña y aprende en la universidad. Es una ciencia cuyo interés es la comprensión de la organización del espacio y la relación entre la política, la cultura y el territorio. Carl Ritter y Alejandro de Humboldt, por ejemplo, tomaron el concepto espacio como categoría de análisis en la explicación de su visión de esta ciencia, en el marco donde Kant instruía clases de lo que denominó geografía científica en la Universidad de Königsberg, Alemania.
La importancia que adquirió el debate sobre el espacio asociado particularmente con la política se evidenció en la propuesta que Friedrich Ratzel desarrolló en sus obras Antropogeographie (1882-1891) y Politische Geographie oder, Diegeographie der staaten, des verkehres und des krieges (1897). Tal importancia quedó manifiesta en la consideración, tanto de este autor como de sus precursores, de que "no hay forma de conocimiento geográfico que pueda existir si carece de una función política" (Farinelli, 2000: 951).4 En esta dirección, Ratzel elaboró una extensa argumentación sobre la relación entre espacio y política, la cual presentó el cuadro general sobre el que se discutió la geografía política desde las postrimerías del siglo XIX hasta mediados del XX. El cuadro se caracterizó por las posiciones disímiles, tales como la simpatía hacia la propuesta ratzeliana de Vidal de La Blache (1898), las críticas de Camille Vallaux (1911), la interpretación determinista y racista de Ellen Churchill Semple (1911) y la versión nazi de la escuela de geopolitik de Munich Alemania (1924). En toda estas concurrieron una diversidad de científicos sociales: politólogos, sociólogos, diplomáticos y militares; nunca fue un área de conocimiento exclusiva de los geógrafos (Agnew, 1997).
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Hola
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Las generalizaciones en las cuales se incurre al hablar de la geografía como ciencia son arriesgadas debido a que su conceptualización ha variado en distintos tiempos y espacios (Livingstone, 2000: 304-5; Mikesell, 1980: 9). A pesar de la antigüedad del término y de que los griegos la hayan definido en su sentido etimológico como la descripción de la tierra, centrada en los fenómenos de la superficie terrestre,1 incluso pese al carácter descriptivo de los valles, ríos, montañas, volcanes, planicies, etc., al que se asocia la geografía,2 lejos se encuentra esta de una uniformidad conceptual e histórica. La geografía ha recibido distintos significados diversamente emparentados y no reductibles a uno.
Al ser parte de la producción científica, resultado de un proceso histórico, está signada por diferentes y múltiples postulados teóricos. Sobre todo, porque cualquier ciencia es un nudo de relaciones en un proceso permanente de interacciones, donde "tanto está influido el que influye como el influido" (Xirua, 1971: 26). De esta forma, la geografía desde su origen ha presentado caminos teóricos variados desde los cuales se construyeron heterogéneas argumentaciones teórico-metodológicas para explicar los fenómenos espaciales y territoriales.3
En su génesis institucional en el siglo XVIII en Alemania, Francia e Inglaterra, la geografía es una disciplina que se enseña y aprende en la universidad. Es una ciencia cuyo interés es la comprensión de la organización del espacio y la relación entre la política, la cultura y el territorio. Carl Ritter y Alejandro de Humboldt, por ejemplo, tomaron el concepto espacio como categoría de análisis en la explicación de su visión de esta ciencia, en el marco donde Kant instruía clases de lo que denominó geografía científica en la Universidad de Königsberg, Alemania.
La importancia que adquirió el debate sobre el espacio asociado particularmente con la política se evidenció en la propuesta que Friedrich Ratzel desarrolló en sus obras Antropogeographie (1882-1891) y Politische Geographie oder, Diegeographie der staaten, des verkehres und des krieges (1897). Tal importancia quedó manifiesta en la consideración, tanto de este autor como de sus precursores, de que "no hay forma de conocimiento geográfico que pueda existir si carece de una función política" (Farinelli, 2000: 951).4 En esta dirección, Ratzel elaboró una extensa argumentación sobre la relación entre espacio y política, la cual presentó el cuadro general sobre el que se discutió la geografía política desde las postrimerías del siglo XIX hasta mediados del XX. El cuadro se caracterizó por las posiciones disímiles, tales como la simpatía hacia la propuesta ratzeliana de Vidal de La Blache (1898), las críticas de Camille Vallaux (1911), la interpretación determinista y racista de Ellen Churchill Semple (1911) y la versión nazi de la escuela de geopolitik de Munich Alemania (1924). En toda estas concurrieron una diversidad de científicos sociales: politólogos, sociólogos, diplomáticos y militares; nunca fue un área de conocimiento exclusiva de los geógrafos (Agnew, 1997).