July 2023 1 8 Report
Ahhhh ayuda por favor, alguien que me pueda hacer un resumen de este cuento?



Hubo una vez una chiquilla que no podía decir “por favor”, ni tampoco “gracias”. Estas dos palabritas tan agradables no querían sencillamente salirle de la boca.
Sus padres se enfadaban mucho por ello, y el abuelo aún más. Pero la abuela contemplaba a la muchachita, y sentía dolor.
– Está enferma – dijo al fin -. ¡Llamad a la doctora!

Vino la doctora, y examinó con cuidado a la chiquilla.
– No tiene absolutamente nada en el cuello ni en la lengua – dijo la sabia mujer, y se marchó de nuevo.
– Así, pues, tiene algo en el corazón – afirmó la abuela.

Nadie sabía qué hacer; nadie podía ayudar. Y, sin embargo, era una grave enfermedad y un verdadero dolor. Si venía alguna tía de visita y traía consigo buenas cosas, corría la muchacha a esconderse detrás de la casa. No quería recibir regalos, pues no podía decir “gracias”, como manda la buena educación.

Una vez estaba toda la familia en el campo, en casa de unos primos y primas. En la fiesta sirvieron mosto dulce y pan moreno recién amasado y con ello también nueces tiernas. ¡Oh, qué bueno era aquello! Y todos se alegraron.

Pero a la muchacha se le ocurrió que tendría que decir “por favor” y “gracias” y dejó todas aquellas apetitosas cosas y dijo que no le apetecían; prefería ir a ver los conejitos.

Pero, cuando estuvo con los conejitos, empezaron a correr libremente las lágrimas por sus mejillas. Sentía algo, como un peso que le oprimía el corazón. ¡Ay¡ ¡Era tan triste no poder decir “por favor” y “gracias”! Y el mosto dulce era precisamente para ella lo mejor del mundo.

Detrás de la casa de los campesinos se extendía un amplio bosque. Hacia allí corrió la muchacha para ocultar su dolor. Entonces vio junto al camino una gran mata de zarzas llena a más no poder de moras maduras.
– ¡Oh, cuántas! – exclamó la muchacha -. ¡Voy a cogerlas!
Pero, al ir a hacerlo, ¿qué sucedió? La mata retiró sus ramas y un ratoncito dijo desde dentro:
– ¡Di enseguida “por favor”, y entonces podrás cogerlas todas!
La chiquilla puso cara de disgusto; se volvió y siguió corriendo, pues “por favor” era justamente una de las palabras que no podía decir.

Al poco llegó junto a un avellano. Los frutos, de color pardo dorado, eran tentadores. ¡Oh, cómo recordaban a la Navidad! La chiquilla corrió hacia allí. Pero, al acercarse, las ramas del avellano se levantaron con todos sus frutos hacia lo alto, y una ardilla gritó desde el árbol:
– Tú, como no puedes decir “gracias”, tampoco debes coger avellanas.

Echó a correr de nuevo, disgustada, y de tanto correr sintió sed. Por eso se alegró cuando oyó entre la maleza un suave rumor, que procedía de un manantial. Pero apenas se hubo inclinado para coger agua con la mano, se retiró de pronto el manantial y desapareció en la roca.

Aterrada, levantó la mirada y vio junto a sí un cervatillo. El pobre animal llevaba la lengua fuera. Era evidente que venía atormentado por la sed. Pero el manantial había desaparecido y no parecía que quisiera volver a salir de nuevo. Algo se removió en el corazón de la chiquilla. Acarició al animal y dijo:
– Yo tengo la culpa de que tú tengas que pasar sed. ¡Pobre cervatillo!
La muchacha sollozaba más y más, desconsoladamente. Entonces comenzó a decir de manera inesperada:
– ¡Por favor, querido manantial, regálanos de nuevo tu agua!

En la roca se oyó inmediatamente un alegre cantar. A continuación brotó el agua, y, claro como la plata, fluyó de nuevo el manantial. La chiquilla y el cervatillo bebieron. Y cuando ella tuvo bastante, dijo con voz fuerte y clara:
– ¡Gracias!

Entonces se dio cuenta, de que había caído algo al suelo, a su lado. Era una piedra, que le había caído a la muchacha del corazón. La chiquilla se sentía muy ligera, libre del peso que antes le oprimía. En lugar del cervatillo, había ahora una hermosa hada a su lado. Ésta dijo:
– Ahora ya estás curada.
– ¡Gracias! – repitió la chiquilla, y se quedó contemplándola, llena de inmensa felicidad.

Luego echó a correr, loca de alegría, y salió del bosque. De repente sintió deseos de ver a sus primos y a sus primas, y fue a buscarlos a la pradera donde estaban jugando. Cuando vieron de lejos a la fugitiva, gritaron todos irónicamente:
– ¿Quieres ahora mosto dulce y pan moreno y nueces?
– ¡Sí, por favor! – dijo la chiquilla.
Entonces corrieron hacia la casa y le trajeron de todo. Ella, cada vez más contenta, decía:
– ¡Gracias, muchas gracias!
Y reía, sin cesar, y sentía ligero su corazón.

Naturalmente. Había desaparecido la piedra que le oprimía y no le dejaba decir ni “por favor” ni “gracias”.

Podéis imaginaros cómo se alegraron los padres de que su hijita estuviera ahora curada de su grave enfermedad. Pero áun más felices, estaban el abuelo y la abuela. Y la más contenta de todos era la propia chiquilla.



Por favor, es para hoy :(

Life Enjoy

" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 KUDO.TIPS - All rights reserved.