El desarrollo de la humanidad tiene una de sus premisas en la relación con el agua. No sólo como fluido vital imprescindible, pues agricultura, pesca y navegación, han estado en la base del desarrollo social y económico de las diversas culturas. A ellas se incorporaron en épocas muy tempranas la energía hidráulica mediante los molinos y las fraguas, y los usos mineros.
Más recientemente se añadieron la industria y los usos urbanos asociados a la higiene y al confort de las personas. La secuencia de usos se ha actualizado con los servicios y las actividades recreativas, que se han añadido a los usos económicos de las sociedades modernas.3
Explicación:
No hace falta referirse a las aguas termales o las minero medicinales para evidenciar esa cuestión. Algunos de los usos industriales del agua se explican por ello:
La energía hidráulica, en cualquiera de sus modalidades aprovecha la energía potencial que el sol da al ciclo del agua. Las precipitaciones sobre las montañas permiten ese aprovechamiento energético y su transformación en electricidad u otros resultados.
El elevado calor específico permite su uso como agua de refrigeración, y el calor latente de vaporización su transformación en vapor como intermediario energético en muchos procesos. De ahí nació la era industrial.
Esos usos apenas consumen agua, pues en buena parte se recupera y/o retorna al cauce. Pero el agua retornada ha perdido valor energético, ha cambiado su emplazamiento o, simplemente, calienta el cauce receptor. No se ha consumido agua pero la operación no tiene impacto cero.
Un efecto análogo tiene la innivación artificial, que puede considerarse hija del cambio climático y de la industria turística. El efecto combinado de una menor innivación y del mercado del esquí y sus actividades colaterales –hostelería, equipamientos deportivos, infraestructuras asociadas- exigen la presencia de nieve que a falta de precipitación se obtiene del agua de pozos o manantiales más o menos lejanos a las pistas, que se congela y proyecta a cambio de una notable inversión energética. Aquí, el valor del agua es precisamente el de su congelación, pulverización y localización en las pistas.
Esas actividades tienen su impacto, al igual que los usos consuntivos tradicionales como los usos urbanos, agrícolas o industriales que retornan el agua contaminada a los cauces. Por ello y de forma general puede hablarse de consumo cuando el agua que retorna al cauce en malas condiciones deteriora e inutiliza volúmenes adicionales de agua. Es conocido que un metro cubico de agua limpia más un metro cúbico de agua sucia son dos metros cúbicos de agua sucia.
El valor añadido de un uso del agua se mide por el de toda la actividad que promueve. A veces es debido a la incorporación masiva de agua al proceso, como en la agricultura, a veces por el aprovechamiento de alguna de sus propiedades
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Respuesta:
El desarrollo de la humanidad tiene una de sus premisas en la relación con el agua. No sólo como fluido vital imprescindible, pues agricultura, pesca y navegación, han estado en la base del desarrollo social y económico de las diversas culturas. A ellas se incorporaron en épocas muy tempranas la energía hidráulica mediante los molinos y las fraguas, y los usos mineros.
Más recientemente se añadieron la industria y los usos urbanos asociados a la higiene y al confort de las personas. La secuencia de usos se ha actualizado con los servicios y las actividades recreativas, que se han añadido a los usos económicos de las sociedades modernas.3
Explicación:
No hace falta referirse a las aguas termales o las minero medicinales para evidenciar esa cuestión. Algunos de los usos industriales del agua se explican por ello:
La energía hidráulica, en cualquiera de sus modalidades aprovecha la energía potencial que el sol da al ciclo del agua. Las precipitaciones sobre las montañas permiten ese aprovechamiento energético y su transformación en electricidad u otros resultados.
El elevado calor específico permite su uso como agua de refrigeración, y el calor latente de vaporización su transformación en vapor como intermediario energético en muchos procesos. De ahí nació la era industrial.
Esos usos apenas consumen agua, pues en buena parte se recupera y/o retorna al cauce. Pero el agua retornada ha perdido valor energético, ha cambiado su emplazamiento o, simplemente, calienta el cauce receptor. No se ha consumido agua pero la operación no tiene impacto cero.
Un efecto análogo tiene la innivación artificial, que puede considerarse hija del cambio climático y de la industria turística. El efecto combinado de una menor innivación y del mercado del esquí y sus actividades colaterales –hostelería, equipamientos deportivos, infraestructuras asociadas- exigen la presencia de nieve que a falta de precipitación se obtiene del agua de pozos o manantiales más o menos lejanos a las pistas, que se congela y proyecta a cambio de una notable inversión energética. Aquí, el valor del agua es precisamente el de su congelación, pulverización y localización en las pistas.
Esas actividades tienen su impacto, al igual que los usos consuntivos tradicionales como los usos urbanos, agrícolas o industriales que retornan el agua contaminada a los cauces. Por ello y de forma general puede hablarse de consumo cuando el agua que retorna al cauce en malas condiciones deteriora e inutiliza volúmenes adicionales de agua. Es conocido que un metro cubico de agua limpia más un metro cúbico de agua sucia son dos metros cúbicos de agua sucia.
El valor añadido de un uso del agua se mide por el de toda la actividad que promueve. A veces es debido a la incorporación masiva de agua al proceso, como en la agricultura, a veces por el aprovechamiento de alguna de sus propiedades