El tercer rey de Israel, el ultimo en reinar en una monarquía unida, fue Salomón, hijo de David y Batseba. Su historia, que se encuentra en 1 Reyes 1-11, está llena de unas exageraciones casi sin rival en la tradición bíblica.
Se dice que Salomón expandió el territorio de Israel a su tamaño más grande, utilizando dos métodos: el derrocamiento militar de sus enemigos y las alianzas matrimoniales propias y de sus hijos. Su palacio real estaba decorado con todo detalle, su extensor harén era legendario y su riqueza personal inmensa. En el mundo mediterráneo antiguo, tales logros se veían como evidencia del favor de Dios y pruebas de sabiduría divina.
"Dios dio a Salomón sabiduría, un entendimiento excepcional y conocimiento tan vasto como las arenas de la playa. La sabiduría de Salomón sobrepasaba la de todos los pueblos del Este y toda la sabiduría de Egipto…Gente de todas las naciones, enviada por todos los reyes de la tierra que habían oído de su sabiduría, acudía a escuchar la sabiduría de Salomón" (5,9-10. 14).
De hecho, se dice que, cuando era un joven rey recién ungido, Salomón había pedido la sabiduría: "Da a tu siervo un corazón que escucha para escuchar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal" (3,9). Su sabiduría se pone pronto a prueba en la historia de dos mujeres divididas sobre un niño que las dos aseguran que es suyo. (3,16-28). Para decidir el caso, Salomón pidió una espada y ordenó que el niño se cortara en dos y se le diera la mitad a cada mujer sabiendo, o quizá esperando, que la verdadera madre renunciara al hijo antes de verlo muerto.
En esa región del mundo tales historias servían para ilustrar la importancia de la sabiduría real. Se esperaba que los reyes tuvieran luces especiales sobre la condición humana y la habilidad aparente de decidir con justicia, de discernir incluso sin evidencia clara, en las circunstancias más confusas.
Cuando el arduo proceso de construir el Templo en Jerusalén se complete bajo la vigilancia de Salomón, el pueblo de Dios se congregó para consagrarlo como la morada del Señor (8,22-66). Salomón ofreció peticiones en nombre de todo el pueblo, invocando la presencia, perdón y protección de Dios.
Ciertamente Salomón parece ser el rey ideal: juez justo, estabilizador y engrandecedor de la nación, y con todo un sentido de la presencia y el propósito de Dios entre ellos. Lo que está oculto en lo profundo, sin embargo, no siempre va a la par con lo que es visible en la superficie.
En el último capítulo de la historia de Salomón (1 Reyes 11), encontramos brechas bastante grandes que revelan el lado más oscuro de los cuarenta años del reino de Salomón. Dios lo critica no solo por sus alianzas extranjeras con enemigos de Dios, sino también por erigir santuarios paganos y permitir el culto a deidades extranjeras.
Quizá lo más irónico de todo, después de la muerte de Salomón, es que tenemos conocimiento de que oprimía a su propio pueblo, utilizando trabajos forzados para construer las estructuras que indicaban la aparente estabilidad y el éxito de Israel. Además, Salomón imponía una pesada carga de impuestos a su pueblo.
El momento álgido llegó cuando Jeroboam, siervo en la corte de Salomón, se rebeló contra la monarquía abusadora. El hijo de Salomón Rehoboam, heredero del trono, se negó a revertir las políticas opresoras de su padre. Ya no existiría un Israel unido.
Las tribus del norte bajo el liderazgo de Jeroboam mantuvieron el nombre de Israel y al principio establecieron Sequén como su capital. Los lugares sagrados eran los santuarios de Dan, Betel y Sequem, establecidos cuando las tribus entraron en la tierra después de escapar de la opresión de Egipto. La tribu del sur de Judá, permaneció en la región cercana a Jerusalén, conservándola como capital y el temple como el máximo lugar de culto.
¿Era Salomón verdaderamente sabio? ¿O era su sabiduría solamente material de leyendas, un modo necesario de explicar su éxito en un mundo donde ninguna otra razón tendría sentido? Quizá era, como muchos de nosotros, una mezcla compleja de virtud y vicio.
Al recordar su último rey de una monarquía unida, Israel escogió mantener la exageración también como una desgracia. Israel escogió permitir a Dios brillar a través de lo bueno y lo malo.
La historia de Salomón recuerda a las generaciones de creyentes que la obra de Dios se realizará en toda la complejidad de la condición humana. Nuestros fallos no pueden destruir el plan de Dios, nuestras virtudes no lo pueden lograr, pero se puede ver la mano de Dios en todas las cosas y al final triunfará la sabiduría de Dios.
Negociar con Egipto fue uno de los errores más graves que cometió Salomon porque Egipto representa el tiempo de esclavitud, de sufrimiento, la vieja vida a la cual no hay que volver. Cuando Dios libera a su pueblo de Egipto, le ordena nunca más volver allí.
Respuesta:
El tercer rey de Israel, el ultimo en reinar en una monarquía unida, fue Salomón, hijo de David y Batseba. Su historia, que se encuentra en 1 Reyes 1-11, está llena de unas exageraciones casi sin rival en la tradición bíblica.
Se dice que Salomón expandió el territorio de Israel a su tamaño más grande, utilizando dos métodos: el derrocamiento militar de sus enemigos y las alianzas matrimoniales propias y de sus hijos. Su palacio real estaba decorado con todo detalle, su extensor harén era legendario y su riqueza personal inmensa. En el mundo mediterráneo antiguo, tales logros se veían como evidencia del favor de Dios y pruebas de sabiduría divina.
"Dios dio a Salomón sabiduría, un entendimiento excepcional y conocimiento tan vasto como las arenas de la playa. La sabiduría de Salomón sobrepasaba la de todos los pueblos del Este y toda la sabiduría de Egipto…Gente de todas las naciones, enviada por todos los reyes de la tierra que habían oído de su sabiduría, acudía a escuchar la sabiduría de Salomón" (5,9-10. 14).
De hecho, se dice que, cuando era un joven rey recién ungido, Salomón había pedido la sabiduría: "Da a tu siervo un corazón que escucha para escuchar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal" (3,9). Su sabiduría se pone pronto a prueba en la historia de dos mujeres divididas sobre un niño que las dos aseguran que es suyo. (3,16-28). Para decidir el caso, Salomón pidió una espada y ordenó que el niño se cortara en dos y se le diera la mitad a cada mujer sabiendo, o quizá esperando, que la verdadera madre renunciara al hijo antes de verlo muerto.
En esa región del mundo tales historias servían para ilustrar la importancia de la sabiduría real. Se esperaba que los reyes tuvieran luces especiales sobre la condición humana y la habilidad aparente de decidir con justicia, de discernir incluso sin evidencia clara, en las circunstancias más confusas.
Cuando el arduo proceso de construir el Templo en Jerusalén se complete bajo la vigilancia de Salomón, el pueblo de Dios se congregó para consagrarlo como la morada del Señor (8,22-66). Salomón ofreció peticiones en nombre de todo el pueblo, invocando la presencia, perdón y protección de Dios.
Ciertamente Salomón parece ser el rey ideal: juez justo, estabilizador y engrandecedor de la nación, y con todo un sentido de la presencia y el propósito de Dios entre ellos. Lo que está oculto en lo profundo, sin embargo, no siempre va a la par con lo que es visible en la superficie.
En el último capítulo de la historia de Salomón (1 Reyes 11), encontramos brechas bastante grandes que revelan el lado más oscuro de los cuarenta años del reino de Salomón. Dios lo critica no solo por sus alianzas extranjeras con enemigos de Dios, sino también por erigir santuarios paganos y permitir el culto a deidades extranjeras.
Quizá lo más irónico de todo, después de la muerte de Salomón, es que tenemos conocimiento de que oprimía a su propio pueblo, utilizando trabajos forzados para construer las estructuras que indicaban la aparente estabilidad y el éxito de Israel. Además, Salomón imponía una pesada carga de impuestos a su pueblo.
El momento álgido llegó cuando Jeroboam, siervo en la corte de Salomón, se rebeló contra la monarquía abusadora. El hijo de Salomón Rehoboam, heredero del trono, se negó a revertir las políticas opresoras de su padre. Ya no existiría un Israel unido.
Las tribus del norte bajo el liderazgo de Jeroboam mantuvieron el nombre de Israel y al principio establecieron Sequén como su capital. Los lugares sagrados eran los santuarios de Dan, Betel y Sequem, establecidos cuando las tribus entraron en la tierra después de escapar de la opresión de Egipto. La tribu del sur de Judá, permaneció en la región cercana a Jerusalén, conservándola como capital y el temple como el máximo lugar de culto.
¿Era Salomón verdaderamente sabio? ¿O era su sabiduría solamente material de leyendas, un modo necesario de explicar su éxito en un mundo donde ninguna otra razón tendría sentido? Quizá era, como muchos de nosotros, una mezcla compleja de virtud y vicio.
Al recordar su último rey de una monarquía unida, Israel escogió mantener la exageración también como una desgracia. Israel escogió permitir a Dios brillar a través de lo bueno y lo malo.
La historia de Salomón recuerda a las generaciones de creyentes que la obra de Dios se realizará en toda la complejidad de la condición humana. Nuestros fallos no pueden destruir el plan de Dios, nuestras virtudes no lo pueden lograr, pero se puede ver la mano de Dios en todas las cosas y al final triunfará la sabiduría de Dios.
Respuesta:
Negociar con Egipto fue uno de los errores más graves que cometió Salomon porque Egipto representa el tiempo de esclavitud, de sufrimiento, la vieja vida a la cual no hay que volver. Cuando Dios libera a su pueblo de Egipto, le ordena nunca más volver allí.
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espero haberte ayudado :)