En el imaginario colectivo, la Edad Media aún persiste como una época de ignorancia y barbarie. En inglés, la expresión Dark Ages, “tiempos oscuros”, resulta bastante reveladora en este sentido. Desde el Renacimiento, se supuso que lo medieval era ese período intermedio entre el esplendor de la Antigüedad clásica y el presente, visto como un momento de recuperación de la grandeza perdida. El pensador Jean Bodin, por ejemplo, aseguraba en el sigloXVI que en aquella etapa no había otra cosa que una “barbarie universal”.
Tal vez fue Voltaire, durante la Ilustración, el que mejor expresó este concepto profundamente despectivo. Según el famoso escritor francés, dejar el universo clásico para sumergirse en la historia de los pueblos germánicos, dueños de Europa occidental desde el siglo V d. C., equivalía a salir “de una ciudad espléndida” para “adentrarse en un paraje desértico e inhóspito”. A su juicio, nada podía salvarse de aquellos tiempos deplorables. Las leyes habían sido sustituidas por costumbres salvajes, y el idioma común, el latín, desplazado por “veinte jergas bárbaras”. La cultura había quedado marginada por la superstición, en un mundo bajo el control absoluto de un clero ignorante.
Respuesta:
En el imaginario colectivo, la Edad Media aún persiste como una época de ignorancia y barbarie. En inglés, la expresión Dark Ages, “tiempos oscuros”, resulta bastante reveladora en este sentido. Desde el Renacimiento, se supuso que lo medieval era ese período intermedio entre el esplendor de la Antigüedad clásica y el presente, visto como un momento de recuperación de la grandeza perdida. El pensador Jean Bodin, por ejemplo, aseguraba en el sigloXVI que en aquella etapa no había otra cosa que una “barbarie universal”.
Tal vez fue Voltaire, durante la Ilustración, el que mejor expresó este concepto profundamente despectivo. Según el famoso escritor francés, dejar el universo clásico para sumergirse en la historia de los pueblos germánicos, dueños de Europa occidental desde el siglo V d. C., equivalía a salir “de una ciudad espléndida” para “adentrarse en un paraje desértico e inhóspito”. A su juicio, nada podía salvarse de aquellos tiempos deplorables. Las leyes habían sido sustituidas por costumbres salvajes, y el idioma común, el latín, desplazado por “veinte jergas bárbaras”. La cultura había quedado marginada por la superstición, en un mundo bajo el control absoluto de un clero ignorante.
Explicación: