7 claves para construir una ciudad saludable y próspera
La capacidad de una ciudad de ser saludable está directamente relacionada con la prosperidad de sus ciudadanos y de las empresas que se instalen en ellas.
18 de julio de 2017
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Para que una ciudad se desarrolle como un entorno saludable y atractivo para la inversión se deben tener en cuenta una serie de consideraciones a la hora de proponer políticas de carácter urbano
La importancia del desarrollo de las ciudades y de su capacidad para generar entornos saludables está directamente relacionada con la prosperidad de sus ciudadanos y de las empresas que se instalen en ellas.
Para conseguir que una ciudad se desarrolle en el medio y largo plazo como un entorno saludable y atractivo para la inversión, se deben tener en cuenta una serie de consideraciones clave a la hora de proponer políticas e iniciativas de carácter urbano.
7 claves para construir una ciudad saludable y próspera
1. Diversidad, inclusión y resiliencia
La diversidad fruto de la inmigración y de los movimientos demográficos debe ser considerada como un enorme potencial que deberá ser integrado dentro de la estructura social existente, al igual que consideraciones relacionadas con las diferentes generaciones y aquellos colectivos cuyo disfrute de la ciudad sea diferente al de la mayoría. La diversidad demográfica implica un mayor grado de resiliencia ante crisis y circunstancias económicas adversas.
2. Compacidad y eficiencia energética
Los desarrollos urbanos han de estar basados en la densidad edificatoria, de manera que la huella construida permita optimizar las infraestructuras y el suministro energético. Los desarrollos y urbanizaciones tipo ‘sprawl’ o dispersos suponen un grado de eficiencia muy bajo en la relación de la infraestructura con la vivienda, además de evitar la cohesión social y la creación de lugares para el encuentro ciudadano.
3. Transporte público accesible
La preponderancia del coche como elemento de transporte en la ciudad se ha puesto en cuestión en las últimas décadas mediante una progresiva vuelta al empoderamiento del ciudadano/peatón, que disfruta la ciudad mediante el transporte público de calidad y el ejercicio físico, ya sea a través de la bicicleta o andando. Este tipo de medidas tienen un impacto directo en el consumo energético, la emisión de sustancias tóxicas y la relación entre los espacios asignados al coche y al ciudadano. Todas ellas son medidas que favorecen la salud a diferentes niveles.
4. Espacio público atractivo y de uso mixto
Como continuación de las ideas anteriores, la ciudad debe apostar por revalorizar o construir espacios públicos accesibles que permitan el encuentro ciudadano, pero también el comercio y el desarrollo de actividades de uso mixto. Una de las principales problemáticas de los grandes espacios verdes proyectados por el urbanismo moderno del siglo XX era precisamente la segmentación de los usos, que convirtió a esas zonas verdes en espacios inhóspitos debido a la falta de usos complementarios o comerciales.
5. Capital social
Las ciudades no solo deben atraer el capital financiero para generar prosperidad y negocio, sino también atraer, retener y valorar el capital social de sus ciudadanos. Un mayor índice de educación en sus ciudadanos, así como una mayor oferta cultural, educativa y de ocio de calidad, permitirá generar esa atracción y poder competir a escala global con los grandes polos de atracción de talento profesional y cultural.
6. Policentrismo regional
Las grandes capitales deben incorporar a otros centros urbanos de menor tamaño que existan en su misma región, de modo que no se conviertan en ciudades dormitorio sino que se incorporen al tejido metropolitano que se desee construir. La existencia de un buen transporte público y una planificación de los usos urbanísticos permiten planificar una cierta especialización de estas periferias para crear polos educativos, culturales, empresariales o de otra índole.
7. Tecnología y conectividad
Los nuevos sistemas de geolocalización y de gestión del denominado ‘big data’ permiten realizar análisis predictivos de enorme relevancia para mejorar numerosos aspectos de una ciudad, como el tráfico, la contaminación o la propia interacción entre sus ciudadanos. La monitorización de la multitud de parámetros que en la actualidad se pueden medir en la ciudad va a permitir a sus gestores el poder tomar decisiones de manera más precisa y optimizando los recursos existentes.
Como conclusión, podría decirse que para conseguir ciudades prósperas y saludables, es necesario proponer estrategias a tres niveles: el físico o urbanístico, el cultural o sociológico y, finalmente, el tecnológico. Mediante medidas en estos tres canales puede conseguirse en el corto y en el medio plazo, soluciones que mejoren la vida de las personas y favorezcan la prosperidad y la salud de los ciudadanos.
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7 claves para construir una ciudad saludable y próspera
La capacidad de una ciudad de ser saludable está directamente relacionada con la prosperidad de sus ciudadanos y de las empresas que se instalen en ellas.
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Para que una ciudad se desarrolle como un entorno saludable y atractivo para la inversión se deben tener en cuenta una serie de consideraciones a la hora de proponer políticas de carácter urbano
La importancia del desarrollo de las ciudades y de su capacidad para generar entornos saludables está directamente relacionada con la prosperidad de sus ciudadanos y de las empresas que se instalen en ellas.
Para conseguir que una ciudad se desarrolle en el medio y largo plazo como un entorno saludable y atractivo para la inversión, se deben tener en cuenta una serie de consideraciones clave a la hora de proponer políticas e iniciativas de carácter urbano.
7 claves para construir una ciudad saludable y próspera
1. Diversidad, inclusión y resiliencia
La diversidad fruto de la inmigración y de los movimientos demográficos debe ser considerada como un enorme potencial que deberá ser integrado dentro de la estructura social existente, al igual que consideraciones relacionadas con las diferentes generaciones y aquellos colectivos cuyo disfrute de la ciudad sea diferente al de la mayoría. La diversidad demográfica implica un mayor grado de resiliencia ante crisis y circunstancias económicas adversas.
2. Compacidad y eficiencia energética
Los desarrollos urbanos han de estar basados en la densidad edificatoria, de manera que la huella construida permita optimizar las infraestructuras y el suministro energético. Los desarrollos y urbanizaciones tipo ‘sprawl’ o dispersos suponen un grado de eficiencia muy bajo en la relación de la infraestructura con la vivienda, además de evitar la cohesión social y la creación de lugares para el encuentro ciudadano.
3. Transporte público accesible
La preponderancia del coche como elemento de transporte en la ciudad se ha puesto en cuestión en las últimas décadas mediante una progresiva vuelta al empoderamiento del ciudadano/peatón, que disfruta la ciudad mediante el transporte público de calidad y el ejercicio físico, ya sea a través de la bicicleta o andando. Este tipo de medidas tienen un impacto directo en el consumo energético, la emisión de sustancias tóxicas y la relación entre los espacios asignados al coche y al ciudadano. Todas ellas son medidas que favorecen la salud a diferentes niveles.
4. Espacio público atractivo y de uso mixto
Como continuación de las ideas anteriores, la ciudad debe apostar por revalorizar o construir espacios públicos accesibles que permitan el encuentro ciudadano, pero también el comercio y el desarrollo de actividades de uso mixto. Una de las principales problemáticas de los grandes espacios verdes proyectados por el urbanismo moderno del siglo XX era precisamente la segmentación de los usos, que convirtió a esas zonas verdes en espacios inhóspitos debido a la falta de usos complementarios o comerciales.
5. Capital social
Las ciudades no solo deben atraer el capital financiero para generar prosperidad y negocio, sino también atraer, retener y valorar el capital social de sus ciudadanos. Un mayor índice de educación en sus ciudadanos, así como una mayor oferta cultural, educativa y de ocio de calidad, permitirá generar esa atracción y poder competir a escala global con los grandes polos de atracción de talento profesional y cultural.
6. Policentrismo regional
Las grandes capitales deben incorporar a otros centros urbanos de menor tamaño que existan en su misma región, de modo que no se conviertan en ciudades dormitorio sino que se incorporen al tejido metropolitano que se desee construir. La existencia de un buen transporte público y una planificación de los usos urbanísticos permiten planificar una cierta especialización de estas periferias para crear polos educativos, culturales, empresariales o de otra índole.
7. Tecnología y conectividad
Los nuevos sistemas de geolocalización y de gestión del denominado ‘big data’ permiten realizar análisis predictivos de enorme relevancia para mejorar numerosos aspectos de una ciudad, como el tráfico, la contaminación o la propia interacción entre sus ciudadanos. La monitorización de la multitud de parámetros que en la actualidad se pueden medir en la ciudad va a permitir a sus gestores el poder tomar decisiones de manera más precisa y optimizando los recursos existentes.
Como conclusión, podría decirse que para conseguir ciudades prósperas y saludables, es necesario proponer estrategias a tres niveles: el físico o urbanístico, el cultural o sociológico y, finalmente, el tecnológico. Mediante medidas en estos tres canales puede conseguirse en el corto y en el medio plazo, soluciones que mejoren la vida de las personas y favorezcan la prosperidad y la salud de los ciudadanos.
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