Reentrenar a las personas para el mundo post-COVID-19
La crisis del coronavirus está acelerando la transformación de nuestras economías. La digitalización y la incorporación de estrictos protocolos de bioseguridad, entre otras tendencias, están cambiando el accionar de los diferentes sectores económicos y la forma de trabajar de muchas personas. En este contexto, es clave entender el mundo post-COVID-19 y las habilidades que tendrán mayor demanda en la nueva normalidad. Con base en ello, es urgente que los países diseñen estrategias para equipar ágilmente a todos sus ciudadanos con estas destrezas, especialmente a aquellos trabajadores más vulnerables que tradicionalmente no tienen acceso a oportunidades de entrenamiento para el trabajo y de reinserción laboral.
La digitalización y la incorporación de estrictos protocolos de bioseguridad, entre otras tendencias, están cambiando el accionar de los diferentes sectores económicos y la forma de trabajar de muchas personas.
Los países altamente informales típicamente tienen poblaciones con limitados acervos de capital humano. Entendiendo la necesidad de comenzar la construcción de un nuevo abanico de habilidades desde niveles muy básicos (ya sea interpersonales, digitales, y/o técnicas), esta crisis es una oportunidad de oro para avanzar en la transformación del mercado laboral centrándonos en la persona. La reactivación debe tener acciones de corto plazo, pero también es fundamental contar con una visión de largo plazo para lograr el mayor desarrollo que la región merece.
Incentivar la formalización
Los mecanismos para entregar las transferencias sociales temporales que muchos países de América Latina y el Caribe han implementado para mitigar los efectos de la crisis se han centrado en transferencias bancarias, lo que ha logrado que muchos trabajadores informales abran una cuenta. Esta bancarización es un primer paso hacia la formalización de algunas personas y la promoción del ahorro para el retiro. Las transferencias sujetas a capacitación son esquemas de incentivos que se pueden implementar para darle continuidad a este esfuerzo de formalización y poner a las personas en el sendero de empleabilidad a mediano y largo plazo.
Fomentar la inversión
La inversión debe ser un elemento clave para lograr mayor crecimiento en el corto y mediano plazo. Acelerar la ejecución de proyectos de infraestructura productiva, incluyendo la ampliación de la banda ancha, es una forma de reactivar la actividad económica, fomentar el empleo y sentar las bases para un mayor crecimiento que puede beneficiar a más personas, especialmente a quienes se encuentran en zonas menos conectadas. En este esfuerzo, el gobierno puede contribuir a reducir costos logísticos, apuntalando la productividad y la formalización.
Proteger el empleo formal para conservar el informal
El apoyo a las firmas formales para su recuperación es clave para conservar no solo el empleo formal, sino también el empleo informal que está relacionado a la actividad económica derivada de las empresas formales. Así, los programas que protegen los empleos formales y desincentivan los despidos son importantes para minimizar el desempleo de largo plazo tanto de formales como de informales y evitar caídas en la productividad. Igualmente, es clave ayudar a las empresas formales a repensarse para la reactivación, redirigiendo los procesos hacia los nuevos bienes y servicios a ser ofrecidos y reentrenando a los trabajadores para insertarse en esa nueva matriz productiva. Este tipo de programas aseguran que todas las personas tienen acceso a nuevos empleos con mayor ingreso, creando un círculo virtuoso de empleo, ingreso y bienestar para la población.
Pensar fuera de la caja para poder superar la crisis
La crisis de la COVID-19 nos obliga a pensar fuera de la caja y a buscar soluciones innovadoras y ajustarlas de forma muy ágil al territorio en el que queremos ejecutarlas. No tomar las acciones necesarias a tiempo tiene un alto costo, como lo demuestran crisis anteriores. Por ejemplo, la respuesta lenta con coordinación limitada durante la crisis del Ébola en África occidental resultó en un incremento significativo de pobreza, desempleo e informalidad, empujando varias de las economías afectadas hacia un círculo vicioso de mayor fragilidad. Por ello, es importante que los países altamente informales de América Latina y el Caribe tomen medidas adecuadas con una visión de largo plazo que no solo prevengan un deterioro en las condiciones de los trabajadores vulnerables, sino que les permitan salir fortalecidos de la crisis.
Respuesta:
La crisis del coronavirus está acelerando la transformación de nuestras economías. La digitalización y la incorporación de estrictos protocolos de bioseguridad, entre otras tendencias, están cambiando el accionar de los diferentes sectores económicos y la forma de trabajar de muchas personas. En este contexto, es clave entender el mundo post-COVID-19 y las habilidades que tendrán mayor demanda en la nueva normalidad. Con base en ello, es urgente que los países diseñen estrategias para equipar ágilmente a todos sus ciudadanos con estas destrezas, especialmente a aquellos trabajadores más vulnerables que tradicionalmente no tienen acceso a oportunidades de entrenamiento para el trabajo y de reinserción laboral.
La digitalización y la incorporación de estrictos protocolos de bioseguridad, entre otras tendencias, están cambiando el accionar de los diferentes sectores económicos y la forma de trabajar de muchas personas.
Los países altamente informales típicamente tienen poblaciones con limitados acervos de capital humano. Entendiendo la necesidad de comenzar la construcción de un nuevo abanico de habilidades desde niveles muy básicos (ya sea interpersonales, digitales, y/o técnicas), esta crisis es una oportunidad de oro para avanzar en la transformación del mercado laboral centrándonos en la persona. La reactivación debe tener acciones de corto plazo, pero también es fundamental contar con una visión de largo plazo para lograr el mayor desarrollo que la región merece.
Los mecanismos para entregar las transferencias sociales temporales que muchos países de América Latina y el Caribe han implementado para mitigar los efectos de la crisis se han centrado en transferencias bancarias, lo que ha logrado que muchos trabajadores informales abran una cuenta. Esta bancarización es un primer paso hacia la formalización de algunas personas y la promoción del ahorro para el retiro. Las transferencias sujetas a capacitación son esquemas de incentivos que se pueden implementar para darle continuidad a este esfuerzo de formalización y poner a las personas en el sendero de empleabilidad a mediano y largo plazo.
La inversión debe ser un elemento clave para lograr mayor crecimiento en el corto y mediano plazo. Acelerar la ejecución de proyectos de infraestructura productiva, incluyendo la ampliación de la banda ancha, es una forma de reactivar la actividad económica, fomentar el empleo y sentar las bases para un mayor crecimiento que puede beneficiar a más personas, especialmente a quienes se encuentran en zonas menos conectadas. En este esfuerzo, el gobierno puede contribuir a reducir costos logísticos, apuntalando la productividad y la formalización.
El apoyo a las firmas formales para su recuperación es clave para conservar no solo el empleo formal, sino también el empleo informal que está relacionado a la actividad económica derivada de las empresas formales. Así, los programas que protegen los empleos formales y desincentivan los despidos son importantes para minimizar el desempleo de largo plazo tanto de formales como de informales y evitar caídas en la productividad. Igualmente, es clave ayudar a las empresas formales a repensarse para la reactivación, redirigiendo los procesos hacia los nuevos bienes y servicios a ser ofrecidos y reentrenando a los trabajadores para insertarse en esa nueva matriz productiva. Este tipo de programas aseguran que todas las personas tienen acceso a nuevos empleos con mayor ingreso, creando un círculo virtuoso de empleo, ingreso y bienestar para la población.
La crisis de la COVID-19 nos obliga a pensar fuera de la caja y a buscar soluciones innovadoras y ajustarlas de forma muy ágil al territorio en el que queremos ejecutarlas. No tomar las acciones necesarias a tiempo tiene un alto costo, como lo demuestran crisis anteriores. Por ejemplo, la respuesta lenta con coordinación limitada durante la crisis del Ébola en África occidental resultó en un incremento significativo de pobreza, desempleo e informalidad, empujando varias de las economías afectadas hacia un círculo vicioso de mayor fragilidad. Por ello, es importante que los países altamente informales de América Latina y el Caribe tomen medidas adecuadas con una visión de largo plazo que no solo prevengan un deterioro en las condiciones de los trabajadores vulnerables, sino que les permitan salir fortalecidos de la crisis.