Respuesta:El agua es un elemento vital integrador sobre el que los seres humanos han tejido
múltiples significados a través de diversos procesos históricos. De esta manera, cada grupo
humano posee una cultura del agua, representada por un sistema de símbolos materiales
e inmateriales, que son el reflejo de la construcción social del espacio por parte de los
habitantes.
Cada nación, pueblo o comunidad, tiene distintos mecanismos para relacionarse
con los sistemas hídricos. Al respecto, se puede hablar de un modelo en el que los grupos humanos se adaptan al comportamiento de las aguas, y otro en el que se somete a
los cursos de agua a una racionalidad cultural específica. Estas
diversas estrategias generan diferentes culturas del agua, sustentadas en conocimientos
ecológicos locales que se manifiestan en las formas de uso y aprovechamiento del recurso.
Desde tiempos ancestrales, los indígenas de la zona andina han valorado el agua
desde diversas perspectivas. Esta pluralidad de formas de valoración y uso incluyen su
consideración como deidad y objeto de culto, como elemento de su cosmovisión, como
base de sus sistemas productivos y como elemento terapéutico y de sanación (LIMON
OLVERA, 2006; SILVA et al., 2008; ROBLES MENDOZA, 2010; LEON, 2011; SANCHEZ GARRAFA, 2014; CÁCERES, 2015).
En el caso del Ecuador, existen múltiples evidencias arqueológicas del manejo del
agua en tiempos precolombinos, en especial, para uso agrícola (riego), uso urbano, uso
ritual y uso terapéutico (CÁCERES, 2002, FRESCO, 2003). Al respecto, destacan
sistemas de regadío con una estructura jerárquica de canales primarios, secundarios o
ramales y acequias que se encuentran en diversos lugares de la geografía del país. Estos
sistemas, pensados en beneficio de la naturaleza y de sus comunidades, son ejemplos del
orden social, administrativo y ambiental, el respeto por la naturaleza y el valor intrínseco
y extrínseco que las culturas precolombinas tenían frente al agua.
Sin embargo, dichas formas de uso han ido cambiando, como consecuencia de
tensiones entre la aparición y la asimilación de elementos culturales foráneos y la erosión
o la fragmentación de los sistemas tradicionales de conocimientos locales (REHBEIN,
2012). De esta situación deriva la necesidad de conocer esas formas actuales de valorar,
concebir y utilizar el agua, a los fines de considerar estos aspectos en los modelos de uso
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Respuesta:El agua es un elemento vital integrador sobre el que los seres humanos han tejido
múltiples significados a través de diversos procesos históricos. De esta manera, cada grupo
humano posee una cultura del agua, representada por un sistema de símbolos materiales
e inmateriales, que son el reflejo de la construcción social del espacio por parte de los
habitantes.
Cada nación, pueblo o comunidad, tiene distintos mecanismos para relacionarse
con los sistemas hídricos. Al respecto, se puede hablar de un modelo en el que los grupos humanos se adaptan al comportamiento de las aguas, y otro en el que se somete a
los cursos de agua a una racionalidad cultural específica. Estas
diversas estrategias generan diferentes culturas del agua, sustentadas en conocimientos
ecológicos locales que se manifiestan en las formas de uso y aprovechamiento del recurso.
Desde tiempos ancestrales, los indígenas de la zona andina han valorado el agua
desde diversas perspectivas. Esta pluralidad de formas de valoración y uso incluyen su
consideración como deidad y objeto de culto, como elemento de su cosmovisión, como
base de sus sistemas productivos y como elemento terapéutico y de sanación (LIMON
OLVERA, 2006; SILVA et al., 2008; ROBLES MENDOZA, 2010; LEON, 2011; SANCHEZ GARRAFA, 2014; CÁCERES, 2015).
En el caso del Ecuador, existen múltiples evidencias arqueológicas del manejo del
agua en tiempos precolombinos, en especial, para uso agrícola (riego), uso urbano, uso
ritual y uso terapéutico (CÁCERES, 2002, FRESCO, 2003). Al respecto, destacan
sistemas de regadío con una estructura jerárquica de canales primarios, secundarios o
ramales y acequias que se encuentran en diversos lugares de la geografía del país. Estos
sistemas, pensados en beneficio de la naturaleza y de sus comunidades, son ejemplos del
orden social, administrativo y ambiental, el respeto por la naturaleza y el valor intrínseco
y extrínseco que las culturas precolombinas tenían frente al agua.
Sin embargo, dichas formas de uso han ido cambiando, como consecuencia de
tensiones entre la aparición y la asimilación de elementos culturales foráneos y la erosión
o la fragmentación de los sistemas tradicionales de conocimientos locales (REHBEIN,
2012). De esta situación deriva la necesidad de conocer esas formas actuales de valorar,
concebir y utilizar el agua, a los fines de considerar estos aspectos en los modelos de uso
sustentable del recurso
Explicación: