Nicolasabelardo
¿Pueden usarse pájaros para interceptar a los drones?
Adaptar el arte de la cetrería a la caza de estas modernas aeronaves es una posibilidad real. Tan real como que la policía holandesa ya está entrenando a un grupo de águilas: han aprendido a seguir, interceptar y llevar a tierra estos aparatos. Se les da muy bien gracias a un instinto que aflora, en su medio natural, cuando defienden a su prole del acercamiento de posibles enemigos voladores. Un pequeño dron como el de la fotografía parece poca cosa para un animal que, en situaciones de conflicto, reúne suficiente fuerza como para hacer frente a animales del tamaño de los osos. Pero las cosas no siempre son lo que parecen. Las afiladas garras de las águilas tienen una fuerza descomunal, pero su carne no es inmune a los cortes que producen las hélices que sustentan a los drones en el aire. Estas aspas han demostrado causar bastante daño, especialmente las fabricadas con fibra de carbono. Por otra parte, a pesar de que la vista privilegiada de estas majestuosas aves les permite interceptar al vuelo casi cualquier cosa con una precisión digna de Guillermo Tell en su mejor momento, no hay que olvidar que a los mandos de un dron hay un piloto que también tiene recursos para maniobrar con exactitud. Por eso, la cetrería antidrones, de momento, es solo un proyecto. Lo que es definitivo es el temor fundado a los robots que sobrevuelan calles, estadios e instalaciones estratégicas, y el hecho de que entorpecen el vuelo de los helicópteros policiales.
Adaptar el arte de la cetrería a la caza de estas modernas aeronaves es una posibilidad real. Tan real como que la policía holandesa ya está entrenando a un grupo de águilas: han aprendido a seguir, interceptar y llevar a tierra estos aparatos. Se les da muy bien gracias a un instinto que aflora, en su medio natural, cuando defienden a su prole del acercamiento de posibles enemigos voladores. Un pequeño dron como el de la fotografía parece poca cosa para un animal que, en situaciones de conflicto, reúne suficiente fuerza como para hacer frente a animales del tamaño de los osos. Pero las cosas no siempre son lo que parecen. Las afiladas garras de las águilas tienen una fuerza descomunal, pero su carne no es inmune a los cortes que producen las hélices que sustentan a los drones en el aire. Estas aspas han demostrado causar bastante daño, especialmente las fabricadas con fibra de carbono. Por otra parte, a pesar de que la vista privilegiada de estas majestuosas aves les permite interceptar al vuelo casi cualquier cosa con una precisión digna de Guillermo Tell en su mejor momento, no hay que olvidar que a los mandos de un dron hay un piloto que también tiene recursos para maniobrar con exactitud. Por eso, la cetrería antidrones, de momento, es solo un proyecto. Lo que es definitivo es el temor fundado a los robots que sobrevuelan calles, estadios e instalaciones estratégicas, y el hecho de que entorpecen el vuelo de los helicópteros policiales.