No todos los niños crecen a la misma velocidad. Por ejemplo, entre los niños pequeños, frecuentemente los más bajos crecen más lentamente. Decir que una niña tiene cuatro años de edad, no nos indica el tamaño de ninguna de las partes de su cuerpo. Para cualquier edad numérica, en ambos sexos, nos encontramos con una amplia diversidad de tipos de cuerpos.
Durante el periodo de desarrollo entre la infancia y la edad madura, el medio ambiente exige bastante al crecimiento del niño. Aunque hemos de considerar que muchas de las respuestas del niño a las nuevas situaciones están ya programadas genéticamente, su continuo crecimiento y capacidad para sobrevivir depende de lo adaptable que sea su fisiología para soportar un movimiento cada vez mayor.
Su movilidad se consigue gradualmente por la extensión y crecimiento de los diferentes órganos y partes del cuerpo. El índice de crecimiento de estos órganos y partes no es paralelo, sino que difiere de unos a otros. Por ejemplo: al nacer, los brazos tienen longitud similar al tronco; a los dos años los brazos son un 15% más largo que el tronco; a los siete años los brazos son un 25% más largo que el tronco; en los adultos, los brazos son un 50% más largos que el tronco.
Un niño en crecimiento muestra un cambio gradual de apariencia y de forma. Se desarrollan más rápidamente ciertas partes del cuerpo que otras. Un buen ejemplo de esto es la cabeza, en donde se observa que la cara permanece durante bastante tiempo en la infancia relativamente pequeña en relación con el rápido crecimiento del cráneo. El cerebro, tan necesario para la acción, adquiere el tamaño adulto rápidamente. Alcanza un 80% del tamaño adulto entre los cuatro y cinco años de edad; es el momento de la escolarización.
El sistema de reproducción sexual se desarrolla más tarde, alrededor de los once años, momento en que experimenta un rápido crecimiento y se manifiestan las diferencias sexuales. El peso del cuerpo muestra un continuo aumento hasta el sexto o séptimo año en que representa menos del 50% del peso adulto. De los siete a los once años aumenta muy poco, casi a kilo por año.
Durante esta fase en que el peso aumenta casi a kilo por año, tienen lugar los cambios glandulares que son un preludio a los posteriores estados de desarrollo del esqueleto y de los tejidos del cuerpo. A partir de los once años en adelante, el peso del cuerpo vuelve a presentar un aumento constante hasta la madurez.
Este aumento está representado por un, a su vez, constante aumento de estatura que, en primer lugar, es resultado del crecimiento de las piernas.
A menudo existe una gran diferencia en el ritmo de crecimiento de las distintas partes del cuerpo, así como variaciones durante dicho crecimiento. El cuerpo del niño se halla en continuo cambio de forma y, por lo tanto, de proporciones. El cuerpo de un niño es propenso a los cambios y estos cambios son normales y avanzan, poco a poco, hacia un equilibrio en la madurez.
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No todos los niños crecen a la misma velocidad. Por ejemplo, entre los niños pequeños, frecuentemente los más bajos crecen más lentamente. Decir que una niña tiene cuatro años de edad, no nos indica el tamaño de ninguna de las partes de su cuerpo. Para cualquier edad numérica, en ambos sexos, nos encontramos con una amplia diversidad de tipos de cuerpos.Durante el periodo de desarrollo entre la infancia y la edad madura, el medio ambiente exige bastante al crecimiento del niño. Aunque hemos de considerar que muchas de las respuestas del niño a las nuevas situaciones están ya programadas genéticamente, su continuo crecimiento y capacidad para sobrevivir depende de lo adaptable que sea su fisiología para soportar un movimiento cada vez mayor.
Su movilidad se consigue gradualmente por la extensión y crecimiento de los diferentes órganos y partes del cuerpo. El índice de crecimiento de estos órganos y partes no es paralelo, sino que difiere de unos a otros. Por ejemplo: al nacer, los brazos tienen longitud similar al tronco; a los dos años los brazos son un 15% más largo que el tronco; a los siete años los brazos son un 25% más largo que el tronco; en los adultos, los brazos son un 50% más largos que el tronco.
Un niño en crecimiento muestra un cambio gradual de apariencia y de forma. Se desarrollan más rápidamente ciertas partes del cuerpo que otras. Un buen ejemplo de esto es la cabeza, en donde se observa que la cara permanece durante bastante tiempo en la infancia relativamente pequeña en relación con el rápido crecimiento del cráneo. El cerebro, tan necesario para la acción, adquiere el tamaño adulto rápidamente. Alcanza un 80% del tamaño adulto entre los cuatro y cinco años de edad; es el momento de la escolarización.
El sistema de reproducción sexual se desarrolla más tarde, alrededor de los once años, momento en que experimenta un rápido crecimiento y se manifiestan las diferencias sexuales. El peso del cuerpo muestra un continuo aumento hasta el sexto o séptimo año en que representa menos del 50% del peso adulto. De los siete a los once años aumenta muy poco, casi a kilo por año.
Durante esta fase en que el peso aumenta casi a kilo por año, tienen lugar los cambios glandulares que son un preludio a los posteriores estados de desarrollo del esqueleto y de los tejidos del cuerpo. A partir de los once años en adelante, el peso del cuerpo vuelve a presentar un aumento constante hasta la madurez.
Este aumento está representado por un, a su vez, constante aumento de estatura que, en primer lugar, es resultado del crecimiento de las piernas.
A menudo existe una gran diferencia en el ritmo de crecimiento de las distintas partes del cuerpo, así como variaciones durante dicho crecimiento. El cuerpo del niño se halla en continuo cambio de forma y, por lo tanto, de proporciones. El cuerpo de un niño es propenso a los cambios y estos cambios son normales y avanzan, poco a poco, hacia un equilibrio en la madurez.