1. CADA NIÑO Y NIÑA SON DIFERENTES Y TAMPOCO HAY PADRES Y MADRES IGUALES, PERO TODOS COMPARTIMOS UN OBJETIVO: que nuestros hijos alcancen las metas académicas más altas de acuerdo con sus capacidades. Nos jugamos mucho, los hijos y toda la familia, pero no basta con querer. Los padres deben ayudar y dejarse ayudar. Confiar solo en la intuición suele esconder pereza e improvisación.
2. TODOS TENDEMOS A SOBREVALORAR NUESTRA EXPERIENCIA PERSONAL. Cuando decimos, casi siempre en broma, que “no he salido tan mal” en el fondo pensamos que hemos salido equilibrados, maduros y estupendos. Pero ya nada es como antes, tampoco la relación de los padres con los estudios de los hijos. Y no tanto por los niños como por los mayores, hoy con más estudios y formación y con roles más complejos.
3. POR MUCHO QUE ESCUCHEMOS Y LEAMOS SOBRE LAS CARENCIAS DEL SISTEMA ESCOLAR O TODO LO CONTRARIO, sobre hallazgos pedagógicos tan esperanzadores como dudosos, los padres deben ser conscientes cuanto antes de que es la familia la principal responsable de la Educación, y son fundamentales los valores positivos que transmita el entorno doméstico.
4. ASÍ QUE LO FUNDAMENTAL, Y MÁS DIFÍCIL, ES LOGRAR QUE LOS HIJOS INTERIORICEN, AUNQUE SEA DE MANERA INCONSCIENTE que el éxito en los estudios es una obligación de la vida propia de su edad. Pueden disfrutar de más o menos incentivos y constituir una actividad incluso amena y divertida, pero que no pierdan de vista.
5. EL PRIMER RIESGO POR EXCESO PROCEDE GENERALMENTE DE LOS RECUERDOS INFANTILES DE ALGUNOS PADRES: “A mí no me ayudaban, pero me exigían buenas notas”. Es verdad que fomentar la autonomía es necesario desde las primeras etapas educativas, pero un discreto seguimiento de los estudios ahorrará sorpresas desagradables
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1. CADA NIÑO Y NIÑA SON DIFERENTES Y TAMPOCO HAY PADRES Y MADRES IGUALES, PERO TODOS COMPARTIMOS UN OBJETIVO: que nuestros hijos alcancen las metas académicas más altas de acuerdo con sus capacidades. Nos jugamos mucho, los hijos y toda la familia, pero no basta con querer. Los padres deben ayudar y dejarse ayudar. Confiar solo en la intuición suele esconder pereza e improvisación.
2. TODOS TENDEMOS A SOBREVALORAR NUESTRA EXPERIENCIA PERSONAL. Cuando decimos, casi siempre en broma, que “no he salido tan mal” en el fondo pensamos que hemos salido equilibrados, maduros y estupendos. Pero ya nada es como antes, tampoco la relación de los padres con los estudios de los hijos. Y no tanto por los niños como por los mayores, hoy con más estudios y formación y con roles más complejos.
3. POR MUCHO QUE ESCUCHEMOS Y LEAMOS SOBRE LAS CARENCIAS DEL SISTEMA ESCOLAR O TODO LO CONTRARIO, sobre hallazgos pedagógicos tan esperanzadores como dudosos, los padres deben ser conscientes cuanto antes de que es la familia la principal responsable de la Educación, y son fundamentales los valores positivos que transmita el entorno doméstico.
4. ASÍ QUE LO FUNDAMENTAL, Y MÁS DIFÍCIL, ES LOGRAR QUE LOS HIJOS INTERIORICEN, AUNQUE SEA DE MANERA INCONSCIENTE que el éxito en los estudios es una obligación de la vida propia de su edad. Pueden disfrutar de más o menos incentivos y constituir una actividad incluso amena y divertida, pero que no pierdan de vista.
5. EL PRIMER RIESGO POR EXCESO PROCEDE GENERALMENTE DE LOS RECUERDOS INFANTILES DE ALGUNOS PADRES: “A mí no me ayudaban, pero me exigían buenas notas”. Es verdad que fomentar la autonomía es necesario desde las primeras etapas educativas, pero un discreto seguimiento de los estudios ahorrará sorpresas desagradables
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