geova78A inicios del siglo XIX, Francia sufría cierta cantidad de desventajas que la impedían alcanzar un crecimiento económico comparable con el del Reino Unido. Del lado de la demanda, la debilidad del crecimiento demográfico, en comparación con otros países de Europa, redujo el mercado interior, mientras que en el plano exterior, el dominio británico de los mares perjudicó al comercio. Francia no lograba ser competitiva en las industrias del momento (productoras de telas de algodón) y debió concentrarse en las exportaciones para las cuales la importancia de la calidad le confería una ventaja fuera del precio: su tradición industrial dotó al país de una mano de obra calificada.104 El esfuerzo de Inglaterra para mantener su liderazgo tecnológico, que tomó la forma hasta 1843 de una prohibición de la exportación de maquinarias, benefició a Francia. A pesar de esta prohibición, se permitieron las transferencias de tecnologías por medio del envío de máquinas en piezas desmontadas, de técnicos inglesas y la entrada de industriales francesas para que observen lo realizado en Inglaterra, mientras que globalmente el país fue obligado a desarrollar su propia industria mecánica, evitando así una dependencia tecnológica a largo plazo.104 La industria padeció de una falta estructural de carbón: entre 1820 y 1860, el consumo francés de carbón no hizo más que decuplicarse, mientras que la producción solo se multiplicó por diez, lo que se tradujo en una multiplicación por 22 de las importaciones de esta materia prima. El problema del carbón también estuvo ligado a la insuficiencia de redes de transportes, lo que se añadió a su costo: se extraía en el Norte y viajaba con dificultad a la industria metalúrgica ubicada en el Macizo Central.104 En cambio, el país no carecía de capitales. En 1860, los bancos franceses acumularon depósitos 50 veces inferiores a los británicos; sin embargo, el autofinanciamiento fue suficiente para el surgimiento de la industria textil (pequeñas inversiones permitieron importantes rendimientos que podían ser reinvertidos), mientras que la "alta banca" se aseguró el financiamiento de infraestructuras más costosas (minas, canales y, más tarde, los ferrocarriles).104 La Bolsa de París, instalada en un nuevo local: el Palacio Brongniart, en 1826, conoce un crecimiento importante: de 1816 a 1830, había emitido 187 millones de francos en acciones, contra 975 millones entre 1831 y 1848.105 [editar]Los progresos agrícolas La economía de Francia del siglo XIX siguió estando dominada por la agricultura, mientras que la población del país continuó siendo esencialmente rural. Según la historia cuantitativa, entre 1820 y 1870, la agricultura francesa tuvo un crecimiento que, desde el punto de vista histórico, no fue superado hasta aquel posterior a la Segunda Guerra Mundial. La tasa de crecimiento anual promedio de producción agrícola fue del 1,2%. La superficie cultivada se incrementó con la extensión de los cultivos de remolacha, de pastos o, más generalmente, la disminución de la rotación de cultivos. Algunas innovaciones como las primeras espigadoras, el reemplazo de las hoces por guadañas y el progreso de la papa contribuyeron también a esta prosperidad. De manera general, este progreso contribuyó a una elevación del poder adquisitivo que estimuló el surgimiento de las industrias de bienes de consumo, los cuales participaron en la reducción de las crisis del Antiguo Régimen, en las cuales una crisis agrícola repercutía en la industria. Es notable que varios historiadores económicos, como Paul Bairoch o Walter Whitman Rostow, han convertido a la "revolución agrícola" en una etapa de desarrollo y en una condición del despegue industrial.
El esfuerzo de Inglaterra para mantener su liderazgo tecnológico, que tomó la forma hasta 1843 de una prohibición de la exportación de maquinarias, benefició a Francia. A pesar de esta prohibición, se permitieron las transferencias de tecnologías por medio del envío de máquinas en piezas desmontadas, de técnicos inglesas y la entrada de industriales francesas para que observen lo realizado en Inglaterra, mientras que globalmente el país fue obligado a desarrollar su propia industria mecánica, evitando así una dependencia tecnológica a largo plazo.104
La industria padeció de una falta estructural de carbón: entre 1820 y 1860, el consumo francés de carbón no hizo más que decuplicarse, mientras que la producción solo se multiplicó por diez, lo que se tradujo en una multiplicación por 22 de las importaciones de esta materia prima. El problema del carbón también estuvo ligado a la insuficiencia de redes de transportes, lo que se añadió a su costo: se extraía en el Norte y viajaba con dificultad a la industria metalúrgica ubicada en el Macizo Central.104
En cambio, el país no carecía de capitales. En 1860, los bancos franceses acumularon depósitos 50 veces inferiores a los británicos; sin embargo, el autofinanciamiento fue suficiente para el surgimiento de la industria textil (pequeñas inversiones permitieron importantes rendimientos que podían ser reinvertidos), mientras que la "alta banca" se aseguró el financiamiento de infraestructuras más costosas (minas, canales y, más tarde, los ferrocarriles).104 La Bolsa de París, instalada en un nuevo local: el Palacio Brongniart, en 1826, conoce un crecimiento importante: de 1816 a 1830, había emitido 187 millones de francos en acciones, contra 975 millones entre 1831 y 1848.105
[editar]Los progresos agrícolas
La economía de Francia del siglo XIX siguió estando dominada por la agricultura, mientras que la población del país continuó siendo esencialmente rural. Según la historia cuantitativa, entre 1820 y 1870, la agricultura francesa tuvo un crecimiento que, desde el punto de vista histórico, no fue superado hasta aquel posterior a la Segunda Guerra Mundial. La tasa de crecimiento anual promedio de producción agrícola fue del 1,2%. La superficie cultivada se incrementó con la extensión de los cultivos de remolacha, de pastos o, más generalmente, la disminución de la rotación de cultivos. Algunas innovaciones como las primeras espigadoras, el reemplazo de las hoces por guadañas y el progreso de la papa contribuyeron también a esta prosperidad.
De manera general, este progreso contribuyó a una elevación del poder adquisitivo que estimuló el surgimiento de las industrias de bienes de consumo, los cuales participaron en la reducción de las crisis del Antiguo Régimen, en las cuales una crisis agrícola repercutía en la industria.
Es notable que varios historiadores económicos, como Paul Bairoch o Walter Whitman Rostow, han convertido a la "revolución agrícola" en una etapa de desarrollo y en una condición del despegue industrial.