Cuando nos acercamos al Señor debemos de hacerlo con una actitud de adoración, no podemos venir delante de él y solo hacer nuestras peticiones, olvidándonos de quien es Dios y de que solo Él es digno de adoración.
Los hebreos sabían que cada vez que venían a la presencia de Dios era necesario presentarse delante de Él con una ofrenda (Deuteronomio 16:16). No podías venir delante de Dios con las manos vacías.
¿Cómo te acercas al Señor?, ¿Qué llevas en tus manos delante de Él?
2.- ¿Es esta mi mejor ofrenda al Señor?
La inquietud del escritor es si la ofrenda que debe presentar delante de Dios, será la mejor o no. Y para ello compara a dos ofrendas que trascendieron los cielos, y que marcaron sucesos importantes en la vida de quienes los ofrecieron, el primero de ellos es Salomón (1ª Reyes 3:4). Su sacrificio de gratitud por el amor y la fidelidad de Dios, le permiten a Salomón hacer su petición a Dios y recibir la respuesta. El entonces rey de Israel, reconoce la fidelidad de Dios hacia su padre David.
El segundo sacrificio que menciona el escritor es el de sacrificar a su hijo mayor, su primogénito, y en la Biblia podemos que el único sacrificio de este tipo que pidió Dios, fue el que hizo Abraham en obediencia al mandato de Dios (Génesis 22), cuando Dios pide a su siervo, su hijo amado, el padre de la fe, obedece inmediatamente.
En ambos casos la gratitud, la fe y la obediencia son muestras de una ofrenda a Dios, no es tanto lo que se daba, sino la actitud con la que se ofrecía. Por el pago de tus pecados ya fue hecho por Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
3.- Lo que Dios quiere de ti.
Para que andar buscando la mejor ofrenda cuando Dios ya te ha dicho lo que quiere de ti.
a) Que seas justo. Esto tiene que ver con vivir en santidad para Dios, ahora hemos sido rusticados por la fe en nuestro Señor Jesucristo, quien nos hace y llama justos. (Romanos 5:19)
b) Que muestres fiel amor. Para poder amar y mostrar el fiel amor a Dios es necesario conocerle, para que podamos amar. (1 Juan 4:7-8)
c) Que vivas humildemente con tu Dios. No podemos pretender acercarnos a Dios con soberbia en nuestro corazón, y pretender ofrecer sacrificios a Dios. Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. (Santiago 4:6)
El mejor sacrificio, la mejor ofrenda que puedo traer delante de Dios, debe de estar impregnada de Justicia, de Amor y de Humildad, para que podamos acercarnos ofreciendo nuestro mejor sacrificio para Dios.
Tanto David, Salomón, Abraham y el mismo Señor Jesucristo presentaron ofrendas agradables para Dios, y cada uno de ellos recibió respuesta a su clamor, pero sobre todo, Dios ha dado buen testimonio de cada uno de ellos a través de los siglos y hasta hoy permanece el testimonio de lo que Dios ha dicho de ellos:
Abraham. (Santiago 2:23) que por su obras de obediencia fue justificado por la fe.
Salomón. (1ª Reyes 3:12) en su obediencia y fe, ofreció sacrificio a Dios, quien le hizo el hombre mas sabio sobre la tierra en todos los tiempos.
David. (1ª Samuel 13:14) un hombre conforme al corazón de Dios.
Jesús ( ) Se le ha dado un nombre que es sobre todo nombre, por la obediencia la Padre, quien le levanto de los muertos.
Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes.” Romanos 12:1
Dios fue bien claro en 1 Samuel 15:22 que los holocaustos y sacrificios no fueron dados porque Dios se deleitaba en ellos, sino para demostrarle al pueblo la realidad de que eran pecadores y necesitaban Su perdón. Las ofrendas fueron las formas que Dios mostraba la maldad humana y apuntaba hacia la bondad de Cristo en Su sacrificio por nosotros (Heb. 9:22). Esto explica por qué Oseas 6:6 dice: “Porque más me deleito en la lealtad que en el sacrificio, y más en el conocimiento de Dios que en los holocaustos”. El ritual no fue establecido con el propósito final de quitar los pecados, sino enseñar la necesidad del perdón y luego de dónde viene este perdón.
Cinco tipos de sacrificios
El primero y más conocido es la ofrenda del holocausto, el cual era totalmente quemado en el altar para demostrar nuestro sometimiento total a Dios. En realidad este fue un tipo de Cristo que presagia el sacrificio de Jesús al entregarse totalmente al Padre en nuestro lugar en la cruz, dejándonos un patrón de cómo vivir. Hay otros lugares en la Biblia que también complementan esta verdad. Gálatas 2:20 nos instruye que hemos sido crucificados con Cristo y ahora no vivimos nosotros, sino Cristo en nosotros. Marcos 8:34 completa la idea instruyéndonos que tenemos que negarnos, tomar nuestra cruz, y seguir a Jesús. Esto es posible porque cuando venimos a Él somos nuevos criaturas (2 Co. 5:17) y ya no vivimos para nuestros deseos sino para los deseos de nuestro Señor. Somos esclavos de Él (Ro. 6:16). Pablo tipificó esta vida y lo resumió con la frase “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia (Fil. 1:21). La realidad es que Dios no pide una sola parte de nuestra vida, sino que siendo el dueño de todo, Él merece nuestra vida completa (Sal. 115:16).
El segundo sacrificio es la ofrenda de paz, y era ofrecido en gratitud a Dios. Una porción era regalada a los representantes de Aarón y el resto era comido por los que la ofrecían y su familia. Paz con Dios es un anhelo de todo ser humano, y Dios mismo lo logra porque Él es quien que nos ha buscado, nos ha limpiado, y sigue moldeándonos a Su imagen. Los sacerdotes intercedían por el pueblo delante de Dios, pero hoy Cristo es quien trae la paz de Dios a nosotros y requiere no solo una porción, sino todo de nosotros. La realidad es que cuando todo nuestro corazón le pertenece a Él, todas nuestras posesiones serán usadas para Su reino.
El tercer sacrificio es la ofrenda por la culpa. Este fue ofrecido por los pecados cometidos en ignorancia. Falta del conocimiento de la ley no nos exonera de las consecuencias (Luc. 12:47-4). Estuvimos muertos en nuestros pecados y delitos hasta que Jesús nos liberó (Col. 2:13). Falta de conocimiento sigue siendo pecado porque el pecado mismo nos ciega (2 Cor. 4:4). Incluso después de entregarnos a Cristo, hay muchas áreas de nuestras vidas que tienen que ser transformadas, pero como tenemos corazones engañosos (Jer. 17:9) estos son puntos ciegos para nosotros. Hay que buscarlos y humildemente admitir que, sin la ayuda del Espíritu Santo, es imposible identificar y confesar nuestros pecados.
El cuarto sacrificio es la ofrenda de los cereales, dado en gratitud a Dios por los frutos de nuestro trabajo y reconociendo que todo viene de Él. Una porción fue quemada y el resto fue regalada. Aquí estamos devolviéndole a Dios lo que Él nos ha dado. Nuestra capacidad de producir viene de Él (Ec. 5:19). Como nuestras ganancias son de Él y para Él, debemos compartirlas con los demás.
El último sacrificio es la ofrenda por el pecado conocido. Era una ofrenda expiatoria. Si la ofrenda era para una persona del pueblo, era quemada en el altar por el sacerdote (Lev. 4:27-31), pero si la ofrenda era por los pecados de la comunidad entera, o por un pecado cometido por el sacerdote, después de quemar la ofrenda, el sacerdote sacaba los restos del novillo fuera del campamento y lo quemaba también (Lev. 4:13-21 y 4:3-12). Qué imagen tan fuerte de cómo Jesús fue llevado fuera de la ciudad a Gólgota y sacrificado, pagando la deuda final de nuestro pecado.
La vida cristiana es una de sacrificio (Heb. 13:15). Este es el plan determinado por Dios para llevarnos a un gozo mayor (Fil. 2:17) y por su bondad, Él cumplirá Su plan en y a través de nosotros. De eso tenemos garantía, porque el sacrificio mayor ya fue ofrecido a nuestro favor: Cristo Jesús.
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Respuesta:
1.- Acercarse al Señor.
Cuando nos acercamos al Señor debemos de hacerlo con una actitud de adoración, no podemos venir delante de él y solo hacer nuestras peticiones, olvidándonos de quien es Dios y de que solo Él es digno de adoración.
Los hebreos sabían que cada vez que venían a la presencia de Dios era necesario presentarse delante de Él con una ofrenda (Deuteronomio 16:16). No podías venir delante de Dios con las manos vacías.
¿Cómo te acercas al Señor?, ¿Qué llevas en tus manos delante de Él?
2.- ¿Es esta mi mejor ofrenda al Señor?
La inquietud del escritor es si la ofrenda que debe presentar delante de Dios, será la mejor o no. Y para ello compara a dos ofrendas que trascendieron los cielos, y que marcaron sucesos importantes en la vida de quienes los ofrecieron, el primero de ellos es Salomón (1ª Reyes 3:4). Su sacrificio de gratitud por el amor y la fidelidad de Dios, le permiten a Salomón hacer su petición a Dios y recibir la respuesta. El entonces rey de Israel, reconoce la fidelidad de Dios hacia su padre David.
El segundo sacrificio que menciona el escritor es el de sacrificar a su hijo mayor, su primogénito, y en la Biblia podemos que el único sacrificio de este tipo que pidió Dios, fue el que hizo Abraham en obediencia al mandato de Dios (Génesis 22), cuando Dios pide a su siervo, su hijo amado, el padre de la fe, obedece inmediatamente.
En ambos casos la gratitud, la fe y la obediencia son muestras de una ofrenda a Dios, no es tanto lo que se daba, sino la actitud con la que se ofrecía. Por el pago de tus pecados ya fue hecho por Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
3.- Lo que Dios quiere de ti.
Para que andar buscando la mejor ofrenda cuando Dios ya te ha dicho lo que quiere de ti.
a) Que seas justo. Esto tiene que ver con vivir en santidad para Dios, ahora hemos sido rusticados por la fe en nuestro Señor Jesucristo, quien nos hace y llama justos. (Romanos 5:19)
b) Que muestres fiel amor. Para poder amar y mostrar el fiel amor a Dios es necesario conocerle, para que podamos amar. (1 Juan 4:7-8)
c) Que vivas humildemente con tu Dios. No podemos pretender acercarnos a Dios con soberbia en nuestro corazón, y pretender ofrecer sacrificios a Dios. Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. (Santiago 4:6)
El mejor sacrificio, la mejor ofrenda que puedo traer delante de Dios, debe de estar impregnada de Justicia, de Amor y de Humildad, para que podamos acercarnos ofreciendo nuestro mejor sacrificio para Dios.
Tanto David, Salomón, Abraham y el mismo Señor Jesucristo presentaron ofrendas agradables para Dios, y cada uno de ellos recibió respuesta a su clamor, pero sobre todo, Dios ha dado buen testimonio de cada uno de ellos a través de los siglos y hasta hoy permanece el testimonio de lo que Dios ha dicho de ellos:
Abraham. (Santiago 2:23) que por su obras de obediencia fue justificado por la fe.
Salomón. (1ª Reyes 3:12) en su obediencia y fe, ofreció sacrificio a Dios, quien le hizo el hombre mas sabio sobre la tierra en todos los tiempos.
David. (1ª Samuel 13:14) un hombre conforme al corazón de Dios.
Jesús ( ) Se le ha dado un nombre que es sobre todo nombre, por la obediencia la Padre, quien le levanto de los muertos.
Respuesta:
Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes.” Romanos 12:1
Dios fue bien claro en 1 Samuel 15:22 que los holocaustos y sacrificios no fueron dados porque Dios se deleitaba en ellos, sino para demostrarle al pueblo la realidad de que eran pecadores y necesitaban Su perdón. Las ofrendas fueron las formas que Dios mostraba la maldad humana y apuntaba hacia la bondad de Cristo en Su sacrificio por nosotros (Heb. 9:22). Esto explica por qué Oseas 6:6 dice: “Porque más me deleito en la lealtad que en el sacrificio, y más en el conocimiento de Dios que en los holocaustos”. El ritual no fue establecido con el propósito final de quitar los pecados, sino enseñar la necesidad del perdón y luego de dónde viene este perdón.
Cinco tipos de sacrificios
El primero y más conocido es la ofrenda del holocausto, el cual era totalmente quemado en el altar para demostrar nuestro sometimiento total a Dios. En realidad este fue un tipo de Cristo que presagia el sacrificio de Jesús al entregarse totalmente al Padre en nuestro lugar en la cruz, dejándonos un patrón de cómo vivir. Hay otros lugares en la Biblia que también complementan esta verdad. Gálatas 2:20 nos instruye que hemos sido crucificados con Cristo y ahora no vivimos nosotros, sino Cristo en nosotros. Marcos 8:34 completa la idea instruyéndonos que tenemos que negarnos, tomar nuestra cruz, y seguir a Jesús. Esto es posible porque cuando venimos a Él somos nuevos criaturas (2 Co. 5:17) y ya no vivimos para nuestros deseos sino para los deseos de nuestro Señor. Somos esclavos de Él (Ro. 6:16). Pablo tipificó esta vida y lo resumió con la frase “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia (Fil. 1:21). La realidad es que Dios no pide una sola parte de nuestra vida, sino que siendo el dueño de todo, Él merece nuestra vida completa (Sal. 115:16).
El segundo sacrificio es la ofrenda de paz, y era ofrecido en gratitud a Dios. Una porción era regalada a los representantes de Aarón y el resto era comido por los que la ofrecían y su familia. Paz con Dios es un anhelo de todo ser humano, y Dios mismo lo logra porque Él es quien que nos ha buscado, nos ha limpiado, y sigue moldeándonos a Su imagen. Los sacerdotes intercedían por el pueblo delante de Dios, pero hoy Cristo es quien trae la paz de Dios a nosotros y requiere no solo una porción, sino todo de nosotros. La realidad es que cuando todo nuestro corazón le pertenece a Él, todas nuestras posesiones serán usadas para Su reino.
El tercer sacrificio es la ofrenda por la culpa. Este fue ofrecido por los pecados cometidos en ignorancia. Falta del conocimiento de la ley no nos exonera de las consecuencias (Luc. 12:47-4). Estuvimos muertos en nuestros pecados y delitos hasta que Jesús nos liberó (Col. 2:13). Falta de conocimiento sigue siendo pecado porque el pecado mismo nos ciega (2 Cor. 4:4). Incluso después de entregarnos a Cristo, hay muchas áreas de nuestras vidas que tienen que ser transformadas, pero como tenemos corazones engañosos (Jer. 17:9) estos son puntos ciegos para nosotros. Hay que buscarlos y humildemente admitir que, sin la ayuda del Espíritu Santo, es imposible identificar y confesar nuestros pecados.
El cuarto sacrificio es la ofrenda de los cereales, dado en gratitud a Dios por los frutos de nuestro trabajo y reconociendo que todo viene de Él. Una porción fue quemada y el resto fue regalada. Aquí estamos devolviéndole a Dios lo que Él nos ha dado. Nuestra capacidad de producir viene de Él (Ec. 5:19). Como nuestras ganancias son de Él y para Él, debemos compartirlas con los demás.
El último sacrificio es la ofrenda por el pecado conocido. Era una ofrenda expiatoria. Si la ofrenda era para una persona del pueblo, era quemada en el altar por el sacerdote (Lev. 4:27-31), pero si la ofrenda era por los pecados de la comunidad entera, o por un pecado cometido por el sacerdote, después de quemar la ofrenda, el sacerdote sacaba los restos del novillo fuera del campamento y lo quemaba también (Lev. 4:13-21 y 4:3-12). Qué imagen tan fuerte de cómo Jesús fue llevado fuera de la ciudad a Gólgota y sacrificado, pagando la deuda final de nuestro pecado.
La vida cristiana es una de sacrificio (Heb. 13:15). Este es el plan determinado por Dios para llevarnos a un gozo mayor (Fil. 2:17) y por su bondad, Él cumplirá Su plan en y a través de nosotros. De eso tenemos garantía, porque el sacrificio mayor ya fue ofrecido a nuestro favor: Cristo Jesús.
Explicación:
espero ayude en algo