Fue un importante colaborador de Julio César durante la guerra de las Galias y la segunda guerra civil. Gobernó Roma con escaso acierto durante la ausencia de César en 47 a. C., y fue postergado hasta su nombramiento como magister equitum y cónsul, junto con el propio dictador, para el año 44 a. C., cuando se produciría su asesinato. Tras este suceso, Marco Antonio pactó hábilmente con los proclamados libertadores, que serían amnistiados a cambio de confirmar los acta Caesaris, es decir, la legislación promulgada y los magistrados nombrados por Julio César. Convertido así en el hombre fuerte de la República, se hizo con el tesoro y los papeles de César y casi de inmediato lanzó al pueblo romano contra los asesinos del dictador, buscando monopolizar el poder.3 Sin embargo, su intento chocó con la llegada del ambicioso hijo adoptivo de César, Octavio. Al acabar el año 44 a. C., se dirigió a la Galia Cisalpina para hacerse cargo de su gobierno, que el cónsul Bruto se negó a entregarle. El Senado declaró a Antonio enemigo público y encargó su eliminación a Octaviano. Derrotado en la guerra de Módena, pudo rehacer sus posiciones y recibió ayuda de otro importante cesariano, Lépido. Finalmente, ambos pactaron con Octaviano el llamado Segundo Triunvirato (43 a. C.) contra la facción senatorial, lo que llevó a su entrada en Roma, seguida de una terrible proscripción y de una nueva guerra civil, en esta ocasión contra los asesinos de César, finalmente derrotados en la doble batalla de Filipos, en 42 a. C.
Tras la victoria, Antonio recibió el control de las provincias orientales del Imperio, entró en relaciones con la reina Cleopatra VII de Egipto y combatió a los partos. La guerra de Perusa alteró la paz entre los triunviros y, aunque se renovó el pacto en 37 a. C., Antonio fue desentendiéndose cada vez más de los asuntos de Roma, centrándose en sus campañas contra Partia y Armenia, mientras Octavio se concentraba en derrotar a Sexto Pompeyo. Rota al fin la alianza en 33 a. C. y, apartado Lépido de la escena, las disensiones entre Octavio y Marco Antonio se trocaron en abierta guerra civil en el año 31 a. C. Marco Antonio, aliado con la reina Cleopatra VII de Egipto, fue finalmente derrotado en la batalla naval de Actium, en 31 a. C. De regreso a Alejandría, fue incapaz de hacer frente a las fuerzas del futuro Augusto, suicidándose apenas un año después de su derrota.
Fue un importante colaborador de Julio César durante la guerra de las Galias y la segunda guerra civil. Gobernó Roma con escaso acierto durante la ausencia de César en 47 a. C., y fue postergado hasta su nombramiento como magister equitum y cónsul, junto con el propio dictador, para el año 44 a. C., cuando se produciría su asesinato. Tras este suceso, Marco Antonio pactó hábilmente con los proclamados libertadores, que serían amnistiados a cambio de confirmar los acta Caesaris, es decir, la legislación promulgada y los magistrados nombrados por Julio César. Convertido así en el hombre fuerte de la República, se hizo con el tesoro y los papeles de César y casi de inmediato lanzó al pueblo romano contra los asesinos del dictador, buscando monopolizar el poder.3 Sin embargo, su intento chocó con la llegada del ambicioso hijo adoptivo de César, Octavio. Al acabar el año 44 a. C., se dirigió a la Galia Cisalpina para hacerse cargo de su gobierno, que el cónsul Bruto se negó a entregarle. El Senado declaró a Antonio enemigo público y encargó su eliminación a Octaviano. Derrotado en la guerra de Módena, pudo rehacer sus posiciones y recibió ayuda de otro importante cesariano, Lépido. Finalmente, ambos pactaron con Octaviano el llamado Segundo Triunvirato (43 a. C.) contra la facción senatorial, lo que llevó a su entrada en Roma, seguida de una terrible proscripción y de una nueva guerra civil, en esta ocasión contra los asesinos de César, finalmente derrotados en la doble batalla de Filipos, en 42 a. C.
Tras la victoria, Antonio recibió el control de las provincias orientales del Imperio, entró en relaciones con la reina Cleopatra VII de Egipto y combatió a los partos. La guerra de Perusa alteró la paz entre los triunviros y, aunque se renovó el pacto en 37 a. C., Antonio fue desentendiéndose cada vez más de los asuntos de Roma, centrándose en sus campañas contra Partia y Armenia, mientras Octavio se concentraba en derrotar a Sexto Pompeyo. Rota al fin la alianza en 33 a. C. y, apartado Lépido de la escena, las disensiones entre Octavio y Marco Antonio se trocaron en abierta guerra civil en el año 31 a. C. Marco Antonio, aliado con la reina Cleopatra VII de Egipto, fue finalmente derrotado en la batalla naval de Actium, en 31 a. C. De regreso a Alejandría, fue incapaz de hacer frente a las fuerzas del futuro Augusto, suicidándose apenas un año después de su derrota.
espero que te ayude ;)