Conocido era el desprecio que sentía Diógenes de Sínope por las convenciones sociales. Tanto que, ello le llevó a vivir en el interior de un tonel.
En cierta ocasión, uno de sus discípulos le preguntó:
– Maestro, dinos ¿a qué hora se debe poner uno a comer?
– Depende, si eres rico puedes comer cuando quieras y, si eres pobre, siempre que puedas
Accidentada conferencia
El filósofo y matemático británico Bertrand Russel fue invitado a exponer una conferencia política en un club de mujeres conservadoras. Debido al discurso izquierdista de Bertrand, las damas comenzaron a arrojarle todo lo que caía en sus manos. Para evitar males mayores y rescatar al filósofo, un guardia intentó apaciguar a la masa enfurecida:
– ¡Señoras, pero es un gran matemático!– exclamó.-¡Pero es un gran filósofo!– insistió sin ningún éxito
Finalmente, el guarda gritó:
– ¡Pero su hermano es conde!
La calma volvió a la sala y Bertrand pudo salvar el pellejo.
Incredulidad religiosa
Paseaba junto a un amigo por la calle cuando se cruzarón con una procesión precedida por un Cristo crucificado, motivo por el cual Voltaire se quitó el sombrero en señal de respeto.
– Os creía incrédulo en materia de religión– le dijo su acompañante, sorprendido por el gesto
– Y lo soy– matizó Voltaire –Aunque Cristo y yo nos saludamos, no nos hablamos ...
Diógenes y la hora de comer
Conocido era el desprecio que sentía Diógenes de Sínope por las convenciones sociales. Tanto que, ello le llevó a vivir en el interior de un tonel.
En cierta ocasión, uno de sus discípulos le preguntó:
– Maestro, dinos ¿a qué hora se debe poner uno a comer?
– Depende, si eres rico puedes comer cuando quieras y, si eres pobre, siempre que puedas
Accidentada conferencia
El filósofo y matemático británico Bertrand Russel fue invitado a exponer una conferencia política en un club de mujeres conservadoras.
Debido al discurso izquierdista de Bertrand, las damas comenzaron a arrojarle todo lo que caía en sus manos. Para evitar males mayores y rescatar al filósofo, un guardia intentó apaciguar a la masa enfurecida:
– ¡Señoras, pero es un gran matemático!– exclamó.-¡Pero es un gran filósofo!– insistió sin ningún éxito
Finalmente, el guarda gritó:
– ¡Pero su hermano es conde!
La calma volvió a la sala y Bertrand pudo salvar el pellejo.
Incredulidad religiosa
Paseaba junto a un amigo por la calle cuando se cruzarón con una procesión precedida por un Cristo crucificado, motivo por el cual Voltaire se quitó el sombrero en señal de respeto.
– Os creía incrédulo en materia de religión– le dijo su acompañante, sorprendido por el gesto
– Y lo soy– matizó Voltaire –Aunque Cristo y yo nos saludamos, no nos hablamos ...