2. Reconocer y subrayar el aspecto perfectivo o imperfectivo en el siguiente texto. Luego escríbelos en el cuadro.
Hablaba otra vez el conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le dijo así:
—Patronio, un pariente mío vive en un lugar donde no tiene tanta defensa como para evitar cuantos agravios le hacen, y los poderosos querrían que hiciese él algo para tener motivos de ponerse en su contra. Mi pariente piensa que son muy graves de soportar aquellas amenazas que le hacen y desea aventurarlo todo antes de seguir sufriendo tantas molestias cada día. Y como yo deseo que él siempre acierte en lo mejor, os ruego que mi digáis de qué modo debo aconsejarlo para que lo pase lo mejor que pueda en aquella tierra.
—Señor conde Lucanor— dijo Patronio—, para que podáis aconsejarlo, me gustaría que supieseis lo que sucedió una vez a un zorro que se hizo el muerto.
El conde le preguntó cómo era esto.
—Señor conde—dijo Patronio—, un zorro entró una noche en un corral donde había gallinas. En medio del alboroto de las gallinas, cuando él pensó que podía retirarse, era ya de día y toda la gente andaba por la calle. Cuando vio que no se podía esconder, salió disimuladamente a la calle y se tiró como si estuviera muerto. La gente, al verlo, pensó que estaba muerto y nadie se preocupó por él.
Después de un rato pasó por allí un hombre y dijo que los pelos de la frente del zorro eran buenos para evitar que les hagan mal de ojo a los niños y los cortó con unas tijeras.
Después vino otro y dijo lo mismo de los pelos del lomo; y otro, del de las quijadas. Así fueron diciendo hasta que lo pelaron entero. A pesar de todo esto, el zorro nunca se movió porque sabía que no importaba perder aquellos pelos.
Luego apareció otra persona, dijo que la uña del pulgar del zorro era buena para protegerse de los panadizos y se la sacó. El zorro no se movió.
Más tarde vino otro, dijo que el diente del zorro era bueno para el dolor de muelas y se lo sacó. Tampoco se movió el zorro.
Después de otro rato apareció otra persona que dijo que el corazón del zorro era bueno para el dolor del corazón y tomó un cuchillo para arrancárselo. Comprendió el zorro que si le arrancaban el corazón no tenía remedio, pues perdería la vida, por lo que consideró preferible aventurarse a cualquier cosa que soportar algo que significa su muerte. Arriesgose, se esforzó por salvarse y escapó perfectamente.
Vos, señor conde aconsejad a vuestro pariente que, si se desterró a una tierra donde no se comportan con él como desearía o como le corresponde, que, en cuanto tales acciones pueden soportarse sin afrenta o daño mayor, dé a entender que eso no lo perjudica grandemente y lo olvide; pues cuando el hombre da a entender que no estaba maltrecho por todo lo que le han hecho, si de eso en adelante no hace lo necesario para no quedar malparado, no recobrará su antiguo prestigio. Por ello, las cosas pasajeras deben ser toleradas; pero si fuera algo muy dañoso o causa de males futuros, hay que aventurarse y no soportarlo, pues es preferible la pérdida total o la muerte en defensa de su honra, su derecho y su estado, que vivir pasando tales cosas con deshonra.
El conde consideró que era un buen consejo.
Don Juan lo hizo poner en este libro e hizo lo siguientes versos:
Soporta los daños cuanto pudieres, pero solamente los que debieres.
Respuesta:
esta como muy largo,no que pereza