Desde 2019, las aguas de la cuenca del Paraná-Plata viven un ciclo de descenso que ya es el más prolongado de la historia. Las variaciones climáticas y las actividades humanas —deforestación, actividad agropecuaria, infraestructuras, dragado— explican la situación. Nadie aventura las consecuencias a largo plazo
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Desde 2019, las aguas de la cuenca del Paraná-Plata viven un ciclo de descenso que ya es el más prolongado de la historia. Las variaciones climáticas y las actividades humanas —deforestación, actividad agropecuaria, infraestructuras, dragado— explican la situación. Nadie aventura las consecuencias a largo plazo
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