La característica más llamativa que distingue a las plantas vasculares de las no vasculares es la presencia de tejidos especializados en la conducción de agua, sustancias inorgánicas y orgánicas. Estos tejidos son el xilema y el floema, los cuales aparecieron hace unos 450 millones de año, cuando las plantas colonizaron la tierra. El xilema conduce grandes cantidades de agua y algunos compuestos inorgánicos y orgánicos desde la raíz a las hojas, mientras que el floema conduce sustancias orgánicas producidas en los lugares de síntesis, fundamentalmente en las hojas y en los de almacenamiento, al resto de la planta.
Desde el punto de vista fisiológico las plantas necesitan a los tejidos conductores para su crecimiento porque distribuyen agua y sustancias orgánicas, pero también son tejidos que hacen de soporte a modo de esqueleto y sostén de la parte aérea de la planta y dan consistencia a la subterránea. Otra función de los tejidos conductores es permitir la comunicación entre diferentes partes de la planta gracias a que son vías por la que se distribuyen las señales tales como hormonas.
Los tejidos vasculares se originan en diferentes partes de la planta y durante diferentes etapas del desarrollo. Durante el crecimiento primario de la planta se originan el xilema y el floema primarios. En el transcurso de este proceso se dan varios pasos. El protoxilema y el protofloema se forman primero a partir del procámbium, tanto en el estadio embrionario como en las proximidades de los meristemos apicales de las plantas adultas. Posteriormente aparecen el metaxilema y el metafloema, formados a partir del cámbium fascicular, que sustituyen paulatinamente al protoxilima y al protofloema. Si la planta tiene crecimiento secundario se forman el xilema y floema secundarios a partir del cámbium vascular☆, a la vez que el metaxilema y metafloema dejan de ser funcionales.
La organización de los tejidos vasculares en las plantas es diversa. Por ejemplo, la organización en el tallo y la raíz es diferente, pero también en el mismo órgano de especies diferentes. Varía con el tipo de órgano, la edad y la especie que estemos considerando. Los tejidos conductores son complejos y están formados por distintos tipos celulares, algunos de los cuales se han usado filogenéticamente como caracteres para los estudios evolutivos. La mayor parte de los tipos celulares de los tejidos conductores se originan a partir de las mismas células meristemáticas. Por ello el xilema y el floema se encuentran físicamente próximos en toda la planta.
A la organización de los haces vasculares en el tallo y en la raíz se le denomina estela, que en función de la organización reciben diferentes nombres: protoestela cuando los haces vasculares forman un cilindro sólido y sifonostela cuando los haces vasculares se disponen formando un tubo en cuyo interior hay parénquima medular. Una variante de la sifonostela son las eustelas en las que la pared del tubo es discontinua y está formada por haces vasculares (ver figura).
La característica más llamativa que distingue a las plantas vasculares de las no vasculares es la presencia de tejidos especializados en la conducción de agua, sustancias inorgánicas y orgánicas. Estos tejidos son el xilema y el floema, los cuales aparecieron hace unos 450 millones de año, cuando las plantas colonizaron la tierra. El xilema conduce grandes cantidades de agua y algunos compuestos inorgánicos y orgánicos desde la raíz a las hojas, mientras que el floema conduce sustancias orgánicas producidas en los lugares de síntesis, fundamentalmente en las hojas y en los de almacenamiento, al resto de la planta.
Desde el punto de vista fisiológico las plantas necesitan a los tejidos conductores para su crecimiento porque distribuyen agua y sustancias orgánicas, pero también son tejidos que hacen de soporte a modo de esqueleto y sostén de la parte aérea de la planta y dan consistencia a la subterránea. Otra función de los tejidos conductores es permitir la comunicación entre diferentes partes de la planta gracias a que son vías por la que se distribuyen las señales tales como hormonas.
Los tejidos vasculares se originan en diferentes partes de la planta y durante diferentes etapas del desarrollo. Durante el crecimiento primario de la planta se originan el xilema y el floema primarios. En el transcurso de este proceso se dan varios pasos. El protoxilema y el protofloema se forman primero a partir del procámbium, tanto en el estadio embrionario como en las proximidades de los meristemos apicales de las plantas adultas. Posteriormente aparecen el metaxilema y el metafloema, formados a partir del cámbium fascicular, que sustituyen paulatinamente al protoxilima y al protofloema. Si la planta tiene crecimiento secundario se forman el xilema y floema secundarios a partir del cámbium vascular☆, a la vez que el metaxilema y metafloema dejan de ser funcionales.
La organización de los tejidos vasculares en las plantas es diversa. Por ejemplo, la organización en el tallo y la raíz es diferente, pero también en el mismo órgano de especies diferentes. Varía con el tipo de órgano, la edad y la especie que estemos considerando. Los tejidos conductores son complejos y están formados por distintos tipos celulares, algunos de los cuales se han usado filogenéticamente como caracteres para los estudios evolutivos. La mayor parte de los tipos celulares de los tejidos conductores se originan a partir de las mismas células meristemáticas. Por ello el xilema y el floema se encuentran físicamente próximos en toda la planta.
A la organización de los haces vasculares en el tallo y en la raíz se le denomina estela, que en función de la organización reciben diferentes nombres: protoestela cuando los haces vasculares forman un cilindro sólido y sifonostela cuando los haces vasculares se disponen formando un tubo en cuyo interior hay parénquima medular. Una variante de la sifonostela son las eustelas en las que la pared del tubo es discontinua y está formada por haces vasculares (ver figura).