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La guerra de la Independencia de Texas, o Revolución de Texas, tuvo lugar entre el 2 de octubre de 1835 y el 21 de abril de 1836. Las partes en conflicto fueron México y la provincia de Texas, perteneciente jurídicamente por aquel entonces al estado de Coahuila y Texas.
Los problemas entre el gobierno mexicano y los colonos angloparlantes en Texas comenzaron con la promulgación de la constitución centralista de 1835, conocida como las Siete Leyes. Esta nueva legislación, promulgada por el presidente mexicano Antonio López de Santa Anna, dejaba sin efecto la antigua Constitución federal de 1824. Poco tiempo después, surgieron pronunciamientos en varias regiones del país. La guerra comenzó en territorio tejano el 2 de octubre de 1835, con la batalla de González. Rápidamente, las fuerzas tejanas tomaron La Bahía y San Antonio Béjar, aunque pocos meses después serían derrotadas.
Después de algunas victorias mexicanas, la guerra terminó inesperadamente con la batalla de San Jacinto, a más de 300 kilómetros de la actual ciudad de San Antonio. En ese lugar, el general Samuel Houston condujo a los rebeldes tejanos y a los voluntarios estadounidenses a una aplastante victoria contra tropas mexicanas, al mando de Antonio López de Santa Anna, saldándose con el general capturado tras la batalla. Tras la conclusión de la guerra, se formalizó la independencia de la República de Texas de facto. El congreso mexicano nunca aceptó el Tratado de Velasco argumentando que al estar firmado por un presidente preso, no tenían ninguna validez legal. Prueba de ello es que entre 1842 y 1844 se llevó a cabo una segunda campaña en Texas al mando del general Mariano Arista. Esta segunda expedición fue una reacción del ejército a las críticas contra la inactividad del presidente Anastasio Bustamante para recuperar Texas, un hecho que más tarde provocó su derrocamiento y el retorno de Santa Ana a la presidencia. Texas se unió en 1845 a los Estados Unidos, y las reclamaciones de ambas partes no quedarían finiquitadas hasta la guerra entre Estados Unidos y México, que se prolongaría entre 1846 y 1848.
Los problemas entre el gobierno mexicano y los colonos angloparlantes en Texas comenzaron con la promulgación de la constitución centralista de 1835, conocida como las Siete Leyes. Esta nueva legislación, promulgada por el presidente mexicano Antonio López de Santa Anna, dejaba sin efecto la antigua Constitución federal de 1824. Poco tiempo después, surgieron pronunciamientos en varias regiones del país. La guerra comenzó en territorio tejano el 2 de octubre de 1835, con la batalla de González. Rápidamente, las fuerzas tejanas tomaron La Bahía y San Antonio Béjar, aunque pocos meses después serían derrotadas.
Después de algunas victorias mexicanas, la guerra terminó inesperadamente con la batalla de San Jacinto, a más de 300 kilómetros de la actual ciudad de San Antonio. En ese lugar, el general Samuel Houston condujo a los rebeldes tejanos y a los voluntarios estadounidenses a una aplastante victoria contra tropas mexicanas, al mando de Antonio López de Santa Anna, saldándose con el general capturado tras la batalla. Tras la conclusión de la guerra, se formalizó la independencia de la República de Texas de facto. El congreso mexicano nunca aceptó el Tratado de Velasco argumentando que al estar firmado por un presidente preso, no tenían ninguna validez legal. Prueba de ello es que entre 1842 y 1844 se llevó a cabo una segunda campaña en Texas al mando del general Mariano Arista. Esta segunda expedición fue una reacción del ejército a las críticas contra la inactividad del presidente Anastasio Bustamante para recuperar Texas, un hecho que más tarde provocó su derrocamiento y el retorno de Santa Ana a la presidencia. Texas se unió en 1845 a los Estados Unidos, y las reclamaciones de ambas partes no quedarían finiquitadas hasta la guerra entre Estados Unidos y México, que se prolongaría entre 1846 y 1848.