1. ¿Quién soy? Elabora un escrito para descubrir cómo eres, teniendo en cuenta que es lo que más te gusta de ti, lo que menos te gusta de ti y lo que menos te agrada de algunas personas. Mínimo 300 palabras.
Cuando nos comparamos con el resto de animales acostumbramos a dar cuenta de nuestra capacidad única para reconocer la existencia de nosotros mismos y de los demás en tanto que seres con motivaciones, objetivos y puntos de vista diferentes y cambiantes. Somos, de algún modo, seres conscientes. Esto puede ser motivo de un cierto orgullo un tanto injustificable, desde luego, pero también es solo una cara de la moneda.
Y es que si bien estar dotados de consciencia puede resultar ventajoso al ir a la par con nuestra habilidad para pensar cosas abstractas, también es una fuente de potenciales problemas que el resto de especies no tienen que afrontar. Y uno de esos posibles problemas puede surgir cuando, inevitablemente, aparece en nuestra corriente de pensamientos una pregunta clásica: ¿Quién soy yo?
La caja de pandora: ¿Quién soy yo?
“¿Quién soy yo?” es una de esas preguntas existenciales que, si no sabemos responder, pueden llegar a convertirse en un obstáculo a la hora de ser felices. Saber quién es uno mismo y hacia dónde queremos ir es una de las bases para encontrar bienestar no ya en los grandes proyectos, sino en todos los detalles de la cotidianidad.
Pero no poder responder a esta pregunta en un momento no quiere decir que todo esté perdido. Actualmente no hay nada que nos haga suponer que la capacidad para plantearse adecuadamente y responder con éxito la cuestión "¿quién soy yo?" sea en sí misma una capacidad innata, algo inamovible e independiente de nuestras elecciones y el ambiente en el que elegimos vivir. En ocasiones, es necesario hacernos esta pregunta para poder seguir creciendo, pues es un indicador de si estamos en el camino correcto.
Además, hay que tener en cuenta que, desde el primer minuto, nuestro conocimiento sobre nosotros mismos está limitado. Aunque parezca engañoso, muchos aspectos de nuestra propia personalidad son mejor conocidos por quienes nos rodean que por nosotros. ¿Por qué? Porque nuestra visión sobre mucho de lo que hacemos, está sesgada.
Dado que nuestra vida es más importante para nosotros que para la mayoría, tenemos interés en deformar la realidad, la interpretación sobre lo que nos ocurre, para que encaje en esa narración que hemos creado para darle una respuesta a la pregunta de "quién soy"; la historia que supuestamente explica lo que es nuestra existencia. como individuos. Así pues, debemos ser humildes a la hora de extraer conclusiones acerca de quiénes somos, y admitir que siempre hay espacio para la rectificación.
Más allá de las palabras
Cuando decimos que no saber hallar respuestas de cuestiones identitarias puede llegar a ser un problema, no estamos diciendo que la clave esté en saber responder o no a este tipo de preguntas con una frase específica, concreta, como si de un eslogan vital se tratase. Lo importante es comprobar, desde la propia subjetividad, hasta qué punto podemos llegar a reconocer una serie de ideas e imágenes que identificamos con nosotros mismos. La respuesta a la pregunta "quién soy yo?" está siempre más allá de las palabras.
Por eso merece la pena detectar hasta qué punto ciertas sensaciones de malestar pueden tener su foco en estas dudas acerca del significado de la propia existencia y la propia identidad.
Si no podemos responder a esta pregunta, ello puede significar que estamos pasando por una crisis de identidad, un periodo de nuestra vida en el que podemos experimentar profundas dudas sobre nosotros mismos, dudas sobre el sentido de la existencia acompañadas de sentimientos de vacío, soledad.
Ahora bien, cuando conseguimos responder de nuevo a esta pregunta, nos volvemos a reenganchar al ritmo de los acontecimientos que suceden en nuestra vida, consiguiendo ser, esta vez, mucho más conscientes de lo que nos rodea y más realistas en nuestros pensamientos. Volvemos a empoderarnos frente a la vida.
Es necesario seguir al lado de uno mismo a pesar de las dificultades
La identidad se va forjando a lo largo de la vida, pero hay una etapa o periodo crítico en que tiene especial relevancia: la adolescencia. Ya lo resaltaba el psicólogo Erik Erikson en su Teoría del Desarrollo Psicosocial. Erikson afirmó que el mayor obstáculo que debe enfrentar el desarrollo de los adolescentes es el establecimiento de una identidad. Para el autor, la construcción de la identidad no se puede entender sin la interacción con los demás.
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Cuando nos comparamos con el resto de animales acostumbramos a dar cuenta de nuestra capacidad única para reconocer la existencia de nosotros mismos y de los demás en tanto que seres con motivaciones, objetivos y puntos de vista diferentes y cambiantes. Somos, de algún modo, seres conscientes. Esto puede ser motivo de un cierto orgullo un tanto injustificable, desde luego, pero también es solo una cara de la moneda.
Y es que si bien estar dotados de consciencia puede resultar ventajoso al ir a la par con nuestra habilidad para pensar cosas abstractas, también es una fuente de potenciales problemas que el resto de especies no tienen que afrontar. Y uno de esos posibles problemas puede surgir cuando, inevitablemente, aparece en nuestra corriente de pensamientos una pregunta clásica: ¿Quién soy yo?
La caja de pandora: ¿Quién soy yo?
“¿Quién soy yo?” es una de esas preguntas existenciales que, si no sabemos responder, pueden llegar a convertirse en un obstáculo a la hora de ser felices. Saber quién es uno mismo y hacia dónde queremos ir es una de las bases para encontrar bienestar no ya en los grandes proyectos, sino en todos los detalles de la cotidianidad.
Pero no poder responder a esta pregunta en un momento no quiere decir que todo esté perdido. Actualmente no hay nada que nos haga suponer que la capacidad para plantearse adecuadamente y responder con éxito la cuestión "¿quién soy yo?" sea en sí misma una capacidad innata, algo inamovible e independiente de nuestras elecciones y el ambiente en el que elegimos vivir. En ocasiones, es necesario hacernos esta pregunta para poder seguir creciendo, pues es un indicador de si estamos en el camino correcto.
Además, hay que tener en cuenta que, desde el primer minuto, nuestro conocimiento sobre nosotros mismos está limitado. Aunque parezca engañoso, muchos aspectos de nuestra propia personalidad son mejor conocidos por quienes nos rodean que por nosotros. ¿Por qué? Porque nuestra visión sobre mucho de lo que hacemos, está sesgada.
Dado que nuestra vida es más importante para nosotros que para la mayoría, tenemos interés en deformar la realidad, la interpretación sobre lo que nos ocurre, para que encaje en esa narración que hemos creado para darle una respuesta a la pregunta de "quién soy"; la historia que supuestamente explica lo que es nuestra existencia. como individuos. Así pues, debemos ser humildes a la hora de extraer conclusiones acerca de quiénes somos, y admitir que siempre hay espacio para la rectificación.
Más allá de las palabras
Cuando decimos que no saber hallar respuestas de cuestiones identitarias puede llegar a ser un problema, no estamos diciendo que la clave esté en saber responder o no a este tipo de preguntas con una frase específica, concreta, como si de un eslogan vital se tratase. Lo importante es comprobar, desde la propia subjetividad, hasta qué punto podemos llegar a reconocer una serie de ideas e imágenes que identificamos con nosotros mismos. La respuesta a la pregunta "quién soy yo?" está siempre más allá de las palabras.
Por eso merece la pena detectar hasta qué punto ciertas sensaciones de malestar pueden tener su foco en estas dudas acerca del significado de la propia existencia y la propia identidad.
Si no podemos responder a esta pregunta, ello puede significar que estamos pasando por una crisis de identidad, un periodo de nuestra vida en el que podemos experimentar profundas dudas sobre nosotros mismos, dudas sobre el sentido de la existencia acompañadas de sentimientos de vacío, soledad.
Ahora bien, cuando conseguimos responder de nuevo a esta pregunta, nos volvemos a reenganchar al ritmo de los acontecimientos que suceden en nuestra vida, consiguiendo ser, esta vez, mucho más conscientes de lo que nos rodea y más realistas en nuestros pensamientos. Volvemos a empoderarnos frente a la vida.
Es necesario seguir al lado de uno mismo a pesar de las dificultades
La identidad se va forjando a lo largo de la vida, pero hay una etapa o periodo crítico en que tiene especial relevancia: la adolescencia. Ya lo resaltaba el psicólogo Erik Erikson en su Teoría del Desarrollo Psicosocial. Erikson afirmó que el mayor obstáculo que debe enfrentar el desarrollo de los adolescentes es el establecimiento de una identidad. Para el autor, la construcción de la identidad no se puede entender sin la interacción con los demás.
dame coronitaaaaaaaaaa