Aunque el agua es el elemento esencial por excelencia para la vida en la tierra, su abundancia repentina puede tener efectos devastadores. Un país que conoce bien la fuerza destructiva del agua es Haití, que tiene una exposición particularmente alta a los desastres naturales pero una capacidad de gestión de riesgo de sucesos catastróficos bastante escasa.
Por ejemplo, en 2008 Haití fue arrasado por tres huracanes y una tormenta tropical en menos de un mes. El daño causado por las inundaciones y la erosión resultantes fue masivo: ese año, los huracanes Gustavo y Hanna produjeron daños estimados en aproximadamente US$900 millones, según el gobierno de Haití.
Explicación:
Aunque el agua es el elemento esencial por excelencia para la vida en la tierra, su abundancia repentina puede tener efectos devastadores. Un país que conoce bien la fuerza destructiva del agua es Haití, que tiene una exposición particularmente alta a los desastres naturales pero una capacidad de gestión de riesgo de sucesos catastróficos bastante escasa.
Por ejemplo, en 2008 Haití fue arrasado por tres huracanes y una tormenta tropical en menos de un mes. El daño causado por las inundaciones y la erosión resultantes fue masivo: ese año, los huracanes Gustavo y Hanna produjeron daños estimados en aproximadamente US$900 millones, según el gobierno de Haití.