1 Se podría establecer una sola manera de resolver un problema, según Jorge Gaviria, exdirector de Paz y Reconciliación de la Alcaldía de Medellín y director de la Fundación Razones Soñadas. Este principio, comenta, se aplicaría a temas como los programas de resocialización de los integrantes de las Farc y el Eln, las medidas de seguridad para los excombatientes y sus garantías para desempeñarse en la política.
“Los acuerdos que se logren con un grupo, podrían aplicarse al otro, lo que simplificaría las negociaciones”, asegura.
2 La estrategia del Estado en estas negociaciones podría verse favorecida porque, actualmente, las lidera un mismo Presidente. “Tener una sola cabeza sirve para que haya unidad en los objetivos de los negociadores, criterios iguales sobre los límites y lo permitido, y se evitan cambios de pensamiento que perjudiquen alguno de los procesos”, opina Camilo Gómez, ex Alto Comisionado para la Paz. Este factor será beneficioso en la medida en que el Gobierno logre cerrar las negociaciones en este periodo presidencial, evitando el riesgo de que llegue un nuevo gabinete con otros conceptos sobre las mesas de paz.
Desventajas
1 El Eln, pese a ser inferior a las Farc en términos financieros y armamentistas, busca ser un jugador político de igual peso, por lo que podría solicitar más concesiones de parte del Gobierno o modificaciones a temas ya aprobados en Cuba, pues su postura agraria es diferente a la de las Farc, así como su visión del Estado. “Si no hay una negociación seria, este asunto podría prestarse para que una organización pida cosas que pueden chocar con los intereses de la otra, lo que podría frenar el proceso”, indicó Gaviria.
2 Es probable que la implementación de las conversaciones con el Eln tengan como consecuencia la prolongación en el tiempo de la agenda con las Farc, bien sea porque estos últimos lo utilicen como estrategia dilatoria, o porque haya temas en los que sea necesario el consenso de ambas mesas. “‘Gabino’, el jefe del Eln, dijo que los dos años que le quedan a Santos son poco tiempo para resolver su agenda. Y si se cierra un acuerdo con las Farc, sin hacerlo con el Eln, sería una paz imperfecta”, dice Jaime Jaramillo. La prolongación en el tiempo, además, juega en contra del proceso, pues la sociedad le pierde credibilidad.
1 Se podría establecer una sola manera de resolver un problema, según Jorge Gaviria, exdirector de Paz y Reconciliación de la Alcaldía de Medellín y director de la Fundación Razones Soñadas. Este principio, comenta, se aplicaría a temas como los programas de resocialización de los integrantes de las Farc y el Eln, las medidas de seguridad para los excombatientes y sus garantías para desempeñarse en la política.
“Los acuerdos que se logren con un grupo, podrían aplicarse al otro, lo que simplificaría las negociaciones”, asegura.
2 La estrategia del Estado en estas negociaciones podría verse favorecida porque, actualmente, las lidera un mismo Presidente. “Tener una sola cabeza sirve para que haya unidad en los objetivos de los negociadores, criterios iguales sobre los límites y lo permitido, y se evitan cambios de pensamiento que perjudiquen alguno de los procesos”, opina Camilo Gómez, ex Alto Comisionado para la Paz. Este factor será beneficioso en la medida en que el Gobierno logre cerrar las negociaciones en este periodo presidencial, evitando el riesgo de que llegue un nuevo gabinete con otros conceptos sobre las mesas de paz.
Desventajas
1 El Eln, pese a ser inferior a las Farc en términos financieros y armamentistas, busca ser un jugador político de igual peso, por lo que podría solicitar más concesiones de parte del Gobierno o modificaciones a temas ya aprobados en Cuba, pues su postura agraria es diferente a la de las Farc, así como su visión del Estado. “Si no hay una negociación seria, este asunto podría prestarse para que una organización pida cosas que pueden chocar con los intereses de la otra, lo que podría frenar el proceso”, indicó Gaviria.
2 Es probable que la implementación de las conversaciones con el Eln tengan como consecuencia la prolongación en el tiempo de la agenda con las Farc, bien sea porque estos últimos lo utilicen como estrategia dilatoria, o porque haya temas en los que sea necesario el consenso de ambas mesas. “‘Gabino’, el jefe del Eln, dijo que los dos años que le quedan a Santos son poco tiempo para resolver su agenda. Y si se cierra un acuerdo con las Farc, sin hacerlo con el Eln, sería una paz imperfecta”, dice Jaime Jaramillo. La prolongación en el tiempo, además, juega en contra del proceso, pues la sociedad le pierde credibilidad.