Feliz el pueblo que tiene una literatura como la tuvieron en el siglo de Pericles, el Renacimiento italiano, la época Isabelina y la Ilustración francesa, pero desdichado el pueblo que no tiene poetas bárbaros como los profetas y sí obras perfectas, mujeres perfectas, maestros perfectos, moralistas perfectos. Vean cómo y cuán defectuoso hizo el mundo Dios; lleno de maravillas, es cierto, de milagros inconcebibles de belleza y exactitud, y de miserias. Tuvo razón Alfonso el Sabio, si dijo que de haberlo consultado Dios le habría salido mejor. Pero con esa mala caligrafía escribe Dios obras eternas.
Feliz el pueblo que tiene una literatura como la tuvieron en el siglo de Pericles, el Renacimiento italiano, la época Isabelina y la Ilustración francesa, pero desdichado el pueblo que no tiene poetas bárbaros como los profetas y sí obras perfectas, mujeres perfectas, maestros perfectos, moralistas perfectos. Vean cómo y cuán defectuoso hizo el mundo Dios; lleno de maravillas, es cierto, de milagros inconcebibles de belleza y exactitud, y de miserias. Tuvo razón Alfonso el Sabio, si dijo que de haberlo consultado Dios le habría salido mejor. Pero con esa mala caligrafía escribe Dios obras eternas.