Érase una vez, un pequeño conejo que iba saltando felizmente por el bosque. El pequeño conejo, llamado Copito, estaba en búsqueda de un poco de comida, para él y para sus amigos. En el camino el pequeño iba tarareando una canción. Mientras saltaba y tarareaba, una serpiente lo escuchó y se acercó a él. El conejo sintió una mirada por detrás, así que se volteó, pero no vio nada, la serpiente se había escondido. Cuando el conejo volvió a voltearse, la serpiente salió de su escondite y siguió persiguiéndolo. El conejo siguió sintiendo una mirada, asi que volvió a voltearse, pero no vio nada. Se volteó una vez mas, y al frente suyo estaba una espantosa serpiente. El conejito saltó del susto y se alejó un poco de la serpiente, sintiendo miedo.
"¿De donde apareciste?" Preguntó Copito.
"Eso no importa, conejito" Le respondió la serpiente. La misma lo rodeó y el conejo temblaba del miedo.
"¿Qu-qué quieres?" Volvió a preguntar el pequeño conejo.
"Solo tengo un poco de... ¡hambre!" Dijo la serpiente, haciendo énfasis en "hambre".
El conejo gritó del susto. Intentó escaparse pero no pudo, la serpiente lo había atrapado. La serpiente estuvo apunto de comérselo, cuando de repente le cayó una manzana del árbol, y soltó al conejo. Este aprovecho la oportunidad y salió corriendo. La serpiente gritó de enojo.
Al día siguiente, el conejo volvió a salir, pero esta vez salió con uno de sus amigos por precaución. Ambos conejos iban saltando pero en silencio, con miedo a que se les apareciera la serpiente. De repente, escucharon unos gritos cerca de donde están. Los dos se acercaron al lugar de donde venía el sonido y vieron a la serpiente enredada en una rama de un árbol.
“Conejos! Ayúdenme!” Gritó la serpiente.
Los conejos no hicieron más que reírse y la serpiente siguió rogando por su ayuda.
“Ayer intentaste comerme, y hoy pides mi ayuda? No serpiente! Eso no se hace!” Dijo Copito. “Ahora te quedarás allí arriba por malvada!” Habló Copito por segunda vez.
Ambos conejos se fueron saltando, dejando a la serpiente gritando por ayuda.
Respuesta:
El conejo y la serpiente.
Érase una vez, un pequeño conejo que iba saltando felizmente por el bosque. El pequeño conejo, llamado Copito, estaba en búsqueda de un poco de comida, para él y para sus amigos. En el camino el pequeño iba tarareando una canción. Mientras saltaba y tarareaba, una serpiente lo escuchó y se acercó a él. El conejo sintió una mirada por detrás, así que se volteó, pero no vio nada, la serpiente se había escondido. Cuando el conejo volvió a voltearse, la serpiente salió de su escondite y siguió persiguiéndolo. El conejo siguió sintiendo una mirada, asi que volvió a voltearse, pero no vio nada. Se volteó una vez mas, y al frente suyo estaba una espantosa serpiente. El conejito saltó del susto y se alejó un poco de la serpiente, sintiendo miedo.
"¿De donde apareciste?" Preguntó Copito.
"Eso no importa, conejito" Le respondió la serpiente. La misma lo rodeó y el conejo temblaba del miedo.
"¿Qu-qué quieres?" Volvió a preguntar el pequeño conejo.
"Solo tengo un poco de... ¡hambre!" Dijo la serpiente, haciendo énfasis en "hambre".
El conejo gritó del susto. Intentó escaparse pero no pudo, la serpiente lo había atrapado. La serpiente estuvo apunto de comérselo, cuando de repente le cayó una manzana del árbol, y soltó al conejo. Este aprovecho la oportunidad y salió corriendo. La serpiente gritó de enojo.
Al día siguiente, el conejo volvió a salir, pero esta vez salió con uno de sus amigos por precaución. Ambos conejos iban saltando pero en silencio, con miedo a que se les apareciera la serpiente. De repente, escucharon unos gritos cerca de donde están. Los dos se acercaron al lugar de donde venía el sonido y vieron a la serpiente enredada en una rama de un árbol.
“Conejos! Ayúdenme!” Gritó la serpiente.
Los conejos no hicieron más que reírse y la serpiente siguió rogando por su ayuda.
“Ayer intentaste comerme, y hoy pides mi ayuda? No serpiente! Eso no se hace!” Dijo Copito. “Ahora te quedarás allí arriba por malvada!” Habló Copito por segunda vez.
Ambos conejos se fueron saltando, dejando a la serpiente gritando por ayuda.
Fin