Julio Cortázar narra un grandioso embotellamiento en la autopista entre Fontainebleau y París. Era un Domingo por la tarde y con el transcurso de las horas los viajeros se fueron conociendo. Dos monjas en un 2HV, una muchacha en un Dauphine, un pálido señor que conduce un Caravelle, un matrimonio granjero con su hijita en un Peugeot 203, dos jovencitos molestos en un SIMCA, un Peugeot 404, un Taunus, etc. Estaban totalmente detenidos bajo el calor del verano. Algunos se bajaban para estirar las piernas y cuando regresaban traían noticias inquietantes y casi siempre falsas de los motivos del paro. Todos comentaban los sucesos. Se había sabido de un choque entre dos autos: Tres muertos y un niño herido, o el choque de un Fiat 1500 con un Austin lleno de turistas, o el vuelco de un autocar con pasajeros del avión de Copenhague. Todo era suposiciones. La última noticia era que un pequeño avión se había estrellado en plena autopista con un saldo de varios muertos. Al anochecer la columna hizo su primer avance importante de apenas 40 metros. Pronto se fue acabando el agua y los alimentos y aunque todos se ayudaban entre sí, debieron racionar al máximo todo. La mayoría dormía en los coches, y otros en el pasto al costado de la autopista. Por la mañana se avanzó muy poco, pero nadie perdía las esperanzas de que esa tarde se abriría la ruta a París. Pero nada pasó y todo seguía quieto. Se formaron grupos con un delegado al frente para coordinar la ayuda a los mas débiles. Algunos enfermaron y lo peor fue en la noche cuando comenzó el frío Alguno desertó y dejó su coche abandonado para irse caminando. Una anciana falleció y en general el relato abunda en descripciones de lo aterrador que puede ser el comportamiento humano en una situación límite. Cuando por fin comenzaron a moverse, los personajes vuelven a su vida normal e incluso un romance que se había iniciado, no puede terminar felizmente.
Julio Cortázar narra un grandioso embotellamiento en la autopista entre Fontainebleau y París. Era un Domingo por la tarde y con el transcurso de las horas los viajeros se fueron conociendo. Dos monjas en un 2HV, una muchacha en un Dauphine, un pálido señor que conduce un Caravelle, un matrimonio granjero con su hijita en un Peugeot 203, dos jovencitos molestos en un SIMCA, un Peugeot 404, un Taunus, etc. Estaban totalmente detenidos bajo el calor del verano. Algunos se bajaban para estirar las piernas y cuando regresaban traían noticias inquietantes y casi siempre falsas de los motivos del paro. Todos comentaban los sucesos. Se había sabido de un choque entre dos autos: Tres muertos y un niño herido, o el choque de un Fiat 1500 con un Austin lleno de turistas, o el vuelco de un autocar con pasajeros del avión de Copenhague. Todo era suposiciones. La última noticia era que un pequeño avión se había estrellado en plena autopista con un saldo de varios muertos. Al anochecer la columna hizo su primer avance importante de apenas 40 metros. Pronto se fue acabando el agua y los alimentos y aunque todos se ayudaban entre sí, debieron racionar al máximo todo. La mayoría dormía en los coches, y otros en el pasto al costado de la autopista. Por la mañana se avanzó muy poco, pero nadie perdía las esperanzas de que esa tarde se abriría la ruta a París. Pero nada pasó y todo seguía quieto. Se formaron grupos con un delegado al frente para coordinar la ayuda a los mas débiles. Algunos enfermaron y lo peor fue en la noche cuando comenzó el frío Alguno desertó y dejó su coche abandonado para irse caminando. Una anciana falleció y en general el relato abunda en descripciones de lo aterrador que puede ser el comportamiento humano en una situación límite. Cuando por fin comenzaron a moverse, los personajes vuelven a su vida normal e incluso un romance que se había iniciado, no puede terminar felizmente.
Fuente: http://es.shvoong.com/books/4810-la-autopista-del-sur/#ixzz1xWwuDW7g