Abraham y Sara no habían tenido hijos, y por ser ancianos ya no podrían tenerlos. No obstante, Dios les había anunciado que tendrían mucha descendencia.
A la sombra de su tienda, Dios le dijo que en el plazo de un año Sara le daría un hijo, al que llamarían Isaac. Ésta que escuchaba en el interior de la tienda se echó a reír.
Pasó un año y, efectivamente, nació Isaac, colmándolos de felicidad.
Pero un día Dios le ordenó:
“Toma a tu hijo Isaac que tanto amas; vete con él, y ofrécelo en sacrificio en el cerro que Yo te diga.”
Abraham debió quedarse desconcertado; pero obedeció.
Llegaron al lugar señalado. Abraham construyó un altar, y dispuso la leña sobre él; ató a su hijo, y lo puso encima. Empuñó el cuchillo y, con el brazo en alto, iba ya a sacrificarlo. En ese instante, un ángel de Dios le detuvo, y escuchó:
“¡No lo mates!, que ya veo que eres temeroso de Dios”.
Abraham y Sara no habían tenido hijos, y por ser ancianos ya no podrían tenerlos. No obstante, Dios les había anunciado que tendrían mucha descendencia.
A la sombra de su tienda, Dios le dijo que en el plazo de un año Sara le daría un hijo, al que llamarían Isaac. Ésta que escuchaba en el interior de la tienda se echó a reír.
Pasó un año y, efectivamente, nació Isaac, colmándolos de felicidad.
Pero un día Dios le ordenó:
“Toma a tu hijo Isaac que tanto amas; vete con él, y ofrécelo en sacrificio en el cerro que Yo te diga.”
Abraham debió quedarse desconcertado; pero obedeció.
Llegaron al lugar señalado. Abraham construyó un altar, y dispuso la leña sobre él; ató a su hijo, y lo puso encima. Empuñó el cuchillo y, con el brazo en alto, iba ya a sacrificarlo. En ese instante, un ángel de Dios le detuvo, y escuchó:
“¡No lo mates!, que ya veo que eres temeroso de Dios”.
Ojala le sirva