Bendita aquella que ama el campo que ocuparon las urbanizaciones lejos del ruido de los cines, quioscos, bibliotecas. Oh pueblos andaluces asolados por tres siglos de pulgas y veinte años de asfalto, quién divisara vuestras carreteras de pequeños arcenes por donde caminar pegaditos y en fila india bajo riesgo de ser atropellados.
Bendita tú, ¿no te das cuenta? Haces cola en el autobús, rodeada de niños y de ancianos que van a la ciudad en busca de los parques que en su pueblo no encuentran ni por casualidad. Llegas tarde al trabajo pero disfrutas ay por el camino del paisaje, la prisa, radiolé y los atascos.
Bendita aquella que ama el campo
que ocuparon las urbanizaciones
lejos del ruido de los cines,
quioscos, bibliotecas.
Oh pueblos andaluces asolados
por tres siglos de pulgas
y veinte años de asfalto,
quién divisara vuestras carreteras
de pequeños arcenes por donde caminar
pegaditos y en fila india
bajo riesgo de ser atropellados.
Bendita tú, ¿no te das cuenta?
Haces cola en el autobús,
rodeada de niños y de ancianos
que van a la ciudad
en busca de los parques
que en su pueblo no encuentran
ni por casualidad.
Llegas tarde al trabajo
pero disfrutas ay por el camino
del paisaje, la prisa,
radiolé y los atascos.