Antes de poder profundizar en el tema que nos ocupa es necesario que distingamos tres conceptos: disciplina, límites y autoridad.
Es la rutina y exigencia diaria. Pero es muy importante aplicarla porque supone
un automatismo necesario para ahorrar energías. La disciplina diaria supone una coherencia en la práctica y un mantenimiento que implique la institución de hábitos.
Les vienen impuestos a los hijos por sus padres y han de aplicarse por la razón
y el sentido común. Hay que razonarlos y, si cabe, negociarlos. Son negociables
cuando nos referimos, por ejemplo a la delimitación de espacios y tiempos para el
estudio o la diversión. Por el contrario, no es posible negociar los que tienen que ver
con la relación personal, social y el respeto. No se puede permitir la mala educación
con personas ajenas o no a la familia, no se puede permitir la violencia en el comportamiento ni en la palabra y muy especialmente en la relación con los padres.
No se debe reír la gracia a un niño cuando está mostrando conductas agresivas.
Hay que poner pocos límites y muy claros, ahí está la clave, negociables unos para
que el niño valore su propia opinión e innegociables otros para que aprenda que su
familia es una sociedad jerárquica y que en ella deciden sus padres.
Consiste en mostrar y hacer con el ejemplo para que los hijos crezcan aprendiendo e imitando y de este modo construya e interiorice valores.
Entiendo que por su connotación tradicional se asocie con dictadura y que a muchos jóvenes no les simpatice porque implica sometimiento a la disciplina diaria.
Por otra parte, es evidente que el principio de autoridad está en crisis como
Lo saben los profesores cuando piden a sus alumnos que atiendan o que callen o
cuando sus esfuerzos o explicaciones parecen válidas. Y saben que muchos padres
se desesperan con sus hijos y que incluso algunos se conforman pensando que la
Respuesta:
I. EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD
Antes de poder profundizar en el tema que nos ocupa es necesario que distingamos tres conceptos: disciplina, límites y autoridad.
Es la rutina y exigencia diaria. Pero es muy importante aplicarla porque supone
un automatismo necesario para ahorrar energías. La disciplina diaria supone una coherencia en la práctica y un mantenimiento que implique la institución de hábitos.
Les vienen impuestos a los hijos por sus padres y han de aplicarse por la razón
y el sentido común. Hay que razonarlos y, si cabe, negociarlos. Son negociables
cuando nos referimos, por ejemplo a la delimitación de espacios y tiempos para el
estudio o la diversión. Por el contrario, no es posible negociar los que tienen que ver
con la relación personal, social y el respeto. No se puede permitir la mala educación
con personas ajenas o no a la familia, no se puede permitir la violencia en el comportamiento ni en la palabra y muy especialmente en la relación con los padres.
No se debe reír la gracia a un niño cuando está mostrando conductas agresivas.
Hay que poner pocos límites y muy claros, ahí está la clave, negociables unos para
que el niño valore su propia opinión e innegociables otros para que aprenda que su
familia es una sociedad jerárquica y que en ella deciden sus padres.
Consiste en mostrar y hacer con el ejemplo para que los hijos crezcan aprendiendo e imitando y de este modo construya e interiorice valores.
Entiendo que por su connotación tradicional se asocie con dictadura y que a muchos jóvenes no les simpatice porque implica sometimiento a la disciplina diaria.
Por otra parte, es evidente que el principio de autoridad está en crisis como
Lo saben los profesores cuando piden a sus alumnos que atiendan o que callen o
cuando sus esfuerzos o explicaciones parecen válidas. Y saben que muchos padres
se desesperan con sus hijos y que incluso algunos se conforman pensando que la
sociedad está así
Explicación: