Todos los días nos encontramos con infinidad de textos, orales y escritos. Algunos nos brindan información, como las noticias; otros provocan nuestros sentimientos, como los poemas; algunos nos orientan para realizar actividades, como las recetas de cocina; y otros nos hacen reír, como los chistes. Pero, ¿cómo sabemos cuál es cuál?, y ¿para qué sirven?
Para reconocer tipos de texto e interpretar adecuadamente lo que el emisor quiere comunicarnos, debemos recordar las funciones del lenguaje y las tramas textuales.
Las funciones del lenguaje
Cuando elaboramos textos, lo hacemos con una determinada intención: informar, convencer, entretener, explicar, otros. En correspondencia con estas intenciones, podemos agrupar los textos teniendo en cuenta la función del lenguaje que predomina en ellos:
Función expresiva: cuando manifestamos nuestras emociones y sentimientos, como ser pena, alegría, miedo, dolor, felicidad…
Función apelativa: cuando queremos atraer la atención de nuestros receptores y provocar en ellos una respuesta, por ejemplo, para llamar su atención (¡Escuchame!), indicarles que hagan algo (Prohibido estacionar.), darles una orden (Pasame la jarra de tereré.), entre otros.
Función informativa: cuando damos a conocer informaciones, datos, sobre hechos o cosas reales o imaginadas; muchas veces son ideas y conceptos.
Función estética: cuando buscamos producir emoción o goce de carácter artístico en nuestros receptores, como en los textos poéticos.
Debemos tener en cuenta que los textos pueden presentar más de una función, por lo que es muy importante identificar cuál es la función que predomina para una adecuada interpretación de sus mensajes. Hay más funciones del lenguaje, pero estas son las que conviene recodar para trabajarlas luego con las tramas textuales.
Las tramas textuales
¿Qué es lo que nos permite distinguir entre noticia, cuento, poema, aviso publicitario? La respuesta está en el modo como se organiza el contenido, en la forma como se estructura las partes del texto; es decir, en la trama que presenta y que le da una determinada configuración que es reconocible tanto por nosotros como por nuestros receptores. Así, las tramas textuales pueden ser:
Trama narrativa: es la que presenta hechos y acciones en una determinada secuencia, en los que aparecen personajes que tienen más o menos implicancia en ellos. Son reconocibles una o más voces que cuentan los hechos y acciones (voz del narrador), desde uno o más puntos de vista (narración en primera o tercera persona, etc.).
Trama argumentativa: es la que se emplea para comentar, explicar, demostrar o confrontar ideas, opiniones, creencias, valoraciones… Son reconocibles diversos esquemas lógicos: causa-efecto, antecedente-consecuencia, tesis-antítesis; y procedimientos analíticos como síntesis, analogía, etc. Es muy importante que nos fijemos en el uso de los conectores, para apreciar adecuadamente la ilación de las ideas.
Trama descriptiva: es la que utilizamos para presentar cualidades y características de objetos, personas, procesos…, mediante una selección de sus rasgos distintivos. Es reconocible el uso de sustantivos y adjetivos que permiten caracterizar lo que se describe.
Trama conversacional: es la que permite la interacción lingüística entre emisor y receptor, quienes se ajustan a un turno de uso de la palabra. Su forma más común es el diálogo. En ella es reconocible el uso relevante de las formas pronominales.
Todos los días nos encontramos con infinidad de textos, orales y escritos. Algunos nos brindan información, como las noticias; otros provocan nuestros sentimientos, como los poemas; algunos nos orientan para realizar actividades, como las recetas de cocina; y otros nos hacen reír, como los chistes. Pero, ¿cómo sabemos cuál es cuál?, y ¿para qué sirven?
Para reconocer tipos de texto e interpretar adecuadamente lo que el emisor quiere comunicarnos, debemos recordar las funciones del lenguaje y las tramas textuales.
Las funciones del lenguaje
Cuando elaboramos textos, lo hacemos con una determinada intención: informar, convencer, entretener, explicar, otros. En correspondencia con estas intenciones, podemos agrupar los textos teniendo en cuenta la función del lenguaje que predomina en ellos:
Función expresiva: cuando manifestamos nuestras emociones y sentimientos, como ser pena, alegría, miedo, dolor, felicidad…
Función apelativa: cuando queremos atraer la atención de nuestros receptores y provocar en ellos una respuesta, por ejemplo, para llamar su atención (¡Escuchame!), indicarles que hagan algo (Prohibido estacionar.), darles una orden (Pasame la jarra de tereré.), entre otros.
Función informativa: cuando damos a conocer informaciones, datos, sobre hechos o cosas reales o imaginadas; muchas veces son ideas y conceptos.
Función estética: cuando buscamos producir emoción o goce de carácter artístico en nuestros receptores, como en los textos poéticos.
Debemos tener en cuenta que los textos pueden presentar más de una función, por lo que es muy importante identificar cuál es la función que predomina para una adecuada interpretación de sus mensajes. Hay más funciones del lenguaje, pero estas son las que conviene recodar para trabajarlas luego con las tramas textuales.
Las tramas textuales
¿Qué es lo que nos permite distinguir entre noticia, cuento, poema, aviso publicitario? La respuesta está en el modo como se organiza el contenido, en la forma como se estructura las partes del texto; es decir, en la trama que presenta y que le da una determinada configuración que es reconocible tanto por nosotros como por nuestros receptores. Así, las tramas textuales pueden ser:
Trama narrativa: es la que presenta hechos y acciones en una determinada secuencia, en los que aparecen personajes que tienen más o menos implicancia en ellos. Son reconocibles una o más voces que cuentan los hechos y acciones (voz del narrador), desde uno o más puntos de vista (narración en primera o tercera persona, etc.).
Trama argumentativa: es la que se emplea para comentar, explicar, demostrar o confrontar ideas, opiniones, creencias, valoraciones… Son reconocibles diversos esquemas lógicos: causa-efecto, antecedente-consecuencia, tesis-antítesis; y procedimientos analíticos como síntesis, analogía, etc. Es muy importante que nos fijemos en el uso de los conectores, para apreciar adecuadamente la ilación de las ideas.
Trama descriptiva: es la que utilizamos para presentar cualidades y características de objetos, personas, procesos…, mediante una selección de sus rasgos distintivos. Es reconocible el uso de sustantivos y adjetivos que permiten caracterizar lo que se describe.
Trama conversacional: es la que permite la interacción lingüística entre emisor y receptor, quienes se ajustan a un turno de uso de la palabra. Su forma más común es el diálogo. En ella es reconocible el uso relevante de las formas pronominales.