Entre los principales problemas que debió enfrentar el México independiente estaban los económicos. Después de la independencia, la producción agropecuaria y la explotación minera disminuyeron en relación con las últimas décadas del periodo virreinal. La mayoría de la población vivía en la pobreza; muchos campesinos producían sólo sus propios alimentos. Esta agricultura de subsistencia era suficiente para sostener a las familias, pero no contribuía al crecimiento económico del país.
Aunque no había muchas personas que tuvieran dinero para hacer inversiones o que quisieran hacerlo, porque los constantes conflictos políticos no generaban un ambiente favorable para hacer negocios, a nuestro país llegaron empresarios extranjeros, sobre todo ingleses, franceses y estadunidenses, que hicieron inversiones en el comercio y la minería.
Como se producían menos mercancías, disminuyeron las relaciones comerciales entre las distintas regiones del país. Igualmente, había muchos obstáculos para el comercio nacional: se cobraban impuestos por llevar mercancías de un estado a otro y los caminos estaban en malas condiciones.
Además de perjudicar a la población en general, la disminución de la actividad económica afectó seriamente los ingresos del gobierno. Debido a la desorganización del país no existía una eficiente recaudación de impuestos, y para pagar sus gastos el gobierno se endeudó con prestamistas particulares y bancos extranjeros, lo cual generó graves problemas financieros y políticos. La economía mexicana comenzó a recuperarse a finales del siglo XIX.
Entre los principales problemas que debió enfrentar el México independiente estaban los económicos. Después de la independencia, la producción agropecuaria y la explotación minera disminuyeron en relación con las últimas décadas del periodo virreinal. La mayoría de la población vivía en la pobreza; muchos campesinos producían sólo sus propios alimentos. Esta agricultura de subsistencia era suficiente para sostener a las familias, pero no contribuía al crecimiento económico del país.
Aunque no había muchas personas que tuvieran dinero para hacer inversiones o que quisieran hacerlo, porque los constantes conflictos políticos no generaban un ambiente favorable para hacer negocios, a nuestro país llegaron empresarios extranjeros, sobre todo ingleses, franceses y estadunidenses, que hicieron inversiones en el comercio y la minería.
Como se producían menos mercancías, disminuyeron las relaciones comerciales entre las distintas regiones del país. Igualmente, había muchos obstáculos para el comercio nacional: se cobraban impuestos por llevar mercancías de un estado a otro y los caminos estaban en malas condiciones.
Además de perjudicar a la población en general, la disminución de la actividad económica afectó seriamente los ingresos del gobierno. Debido a la desorganización del país no existía una eficiente recaudación de impuestos, y para pagar sus gastos el gobierno se endeudó con prestamistas particulares y bancos extranjeros, lo cual generó graves problemas financieros y políticos. La economía mexicana comenzó a recuperarse a finales del siglo XIX.