velascoesteban9er Los primeros pensadores de la Historia de nuestra civilización Occidental que se ocuparon extensamente de la educación ético-cívica fueron Platón y Aristóteles en el contexto de las antiguas ciudades griegas de los siglos V y IV a.C., donde sistematizaron la idea de ciudadano y anticiparon el concepto de persona. A ellos siguieron las escuelas helenísticas, llamadas así porque procedían también de maestros griegos: el hedonismo o epicureismo, el estoicismo y el escepticismo. Con anterioridad a todos ellos ya hemos dicho que contamos con el testimonio que se nos ha dado de Sócrates, el ciudadano ejemplar, que quiso encontrar definiciones universales para todas aquellas cualidades que debería poseer el buen ciudadano.
La ciudad (pólis) griega es el lugar más importante de la vida de estos griegos de antaño que inventaron todas las ciencias y las artes llevándolas hasta una perfección aún en muchos casos nunca superada. Las ciudades griegas de la época clásica eran miles de pequeñas sociopolíticas que contaban con una escasa población, un pequeño territorio y se gobernaban de manera autónoma y autosuficiente. Muchas de ellas, sin embargo, irían creando alianzas entre sí, tanto por necesidades políticas como por necesidades comerciales, quedando vinculadas de forma confederada o federada, en la mayoría de los casos, con las dos ciudades más importantes de toda Grecia: Esparta y Atenas.
Sus ciudadanos se dividían en diferentes clases sociales: agricultores y comerciantes, soldados y guerreros, nobles y sacerdotes; además de contar grupos profesionales como por ejemplo: poetas, músicos, arquitectos, escultores, magos, adivinadores, sofistas y filósofos. Por lo general todas las clases sociales, incluso las más bajas, contaban con esclavos, que realizaban las labores más arduas o menos gratificantes de la sociedad.
Ser ciudadano significaba en primer lugar una sola cosa, no ser esclavo. Sin embargo es necesario recordar que allí donde instauraron democracias en sus ciudades, los griegos clásicos consideraron que había que ser varón y mayor de cierta edad para poder detentar la cualidad de la ciudadanía de pleno derecho, con lo que excluyeron de la misma a las mujeres y los niños, que la tendrían de hecho. Esto es, a tal colectivo de mujeres y niños se les consideraba en cierto modo ciudadanos de hecho, aunque no de derecho: al niño en cuanto nacido en la ciudad (y por tanto, futuro ciudadano con voz y voto) y a la mujer en cuanto que madre, puesto que lo había engendrado (pero sin voz ni voto en la asamblea).
La ciudadanía de derecho se reservaba a los varones mayores de edad e incluía las siguientes obligaciones: 1. La de ir a la guerra en defensa de la ciudad. 2. La de respetar a las deidades propias y a las leyes propias. 3. La de participar directamente en la asamblea de gobierno y defenderse o acusar en un litigio jurídico ante tribunales populares. Había ciudades que se gobernaban tiránicamente y de otros modos más o menos anti-populares, pero las que más nos interesan son las que se gobernaban democráticamente, esto es, las que decidían que el demos = conjunto de ciudadanos, gobernase. Tales democracias directas y restringidas eran muy distintas a las democracias representativas de nuestros días, pero constituyen la base o los cimientos de las democracias posteriores.
La sociedad griega clásica descansaba económicamente sobre todo en los esclavos, que normalmente eran bien tratados, pero carecían de todos los derechos de los ciudadanos libres (estos eran una parte menor de la población, si bien las cifras exactas son sujeto de especulación y discusión entre los estudiosos). Se era esclavo por nacimiento de esclavo y esclava, por conquista y captura en la guerra o por haber sido comprado a los vendedores y tratantes de esclavos.
La ciudad (pólis) griega es el lugar más importante de la vida de estos griegos de antaño que inventaron todas las ciencias y las artes llevándolas hasta una perfección aún en muchos casos nunca superada. Las ciudades griegas de la época clásica eran miles de pequeñas sociopolíticas que contaban con una escasa población, un pequeño territorio y se gobernaban de manera autónoma y autosuficiente. Muchas de ellas, sin embargo, irían creando alianzas entre sí, tanto por necesidades políticas como por necesidades comerciales, quedando vinculadas de forma confederada o federada, en la mayoría de los casos, con las dos ciudades más importantes de toda Grecia: Esparta y Atenas.
Sus ciudadanos se dividían en diferentes clases sociales: agricultores y comerciantes, soldados y guerreros, nobles y sacerdotes; además de contar grupos profesionales como por ejemplo: poetas, músicos, arquitectos, escultores, magos, adivinadores, sofistas y filósofos. Por lo general todas las clases sociales, incluso las más bajas, contaban con esclavos, que realizaban las labores más arduas o menos gratificantes de la sociedad.
Ser ciudadano significaba en primer lugar una sola cosa, no ser esclavo. Sin embargo es necesario recordar que allí donde instauraron democracias en sus ciudades, los griegos clásicos consideraron que había que ser varón y mayor de cierta edad para poder detentar la cualidad de la ciudadanía de pleno derecho, con lo que excluyeron de la misma a las mujeres y los niños, que la tendrían de hecho. Esto es, a tal colectivo de mujeres y niños se les consideraba en cierto modo ciudadanos de hecho, aunque no de derecho: al niño en cuanto nacido en la ciudad (y por tanto, futuro ciudadano con voz y voto) y a la mujer en cuanto que madre, puesto que lo había engendrado (pero sin voz ni voto en la asamblea).
La ciudadanía de derecho se reservaba a los varones mayores de edad e incluía las siguientes obligaciones: 1. La de ir a la guerra en defensa de la ciudad. 2. La de respetar a las deidades propias y a las leyes propias. 3. La de participar directamente en la asamblea de gobierno y defenderse o acusar en un litigio jurídico ante tribunales populares. Había ciudades que se gobernaban tiránicamente y de otros modos más o menos anti-populares, pero las que más nos interesan son las que se gobernaban democráticamente, esto es, las que decidían que el demos = conjunto de ciudadanos, gobernase. Tales democracias directas y restringidas eran muy distintas a las democracias representativas de nuestros días, pero constituyen la base o los cimientos de las democracias posteriores.
La sociedad griega clásica descansaba económicamente sobre todo en los esclavos, que normalmente eran bien tratados, pero carecían de todos los derechos de los ciudadanos libres (estos eran una parte menor de la población, si bien las cifras exactas son sujeto de especulación y discusión entre los estudiosos). Se era esclavo por nacimiento de esclavo y esclava, por conquista y captura en la guerra o por haber sido comprado a los vendedores y tratantes de esclavos.