SOY EL RIÑÓN DE JUAN
Mis funciones serán vulgares y poco estimadas, pero yo soy el gran químico de todo el cuerpo humano. Como los demás órganos de Juan, tengo muy pocos encantos: soy de color rojizo. De forma de una habichuela y tamaño como su puño, mi compañero y yo estamos situados en la región inferior de la columna vertebral. Juan tiene un concepto muy deprimente de mí. Cree que soy tan solo el productor de un líquido muy vulgar: la orina; y me juzga como unidad secundaria para la eliminación de desechos. ¡imagínense ustedes! En realidad, soy el químico maestro del organismo de Juan. Y el principal sistema que tiene Juan para deshacerse de sus desperdicios no es el tubo intestinal: soy yo. A través de mi está pasando constantemente la sangre, que yo limpio y filtro, librándola de residuos mortales en potencia, regulo el equilibrio del agua, vital, porque las células de Juan se ahogarían si hubiera mucha en su organismo, y El se secaría si le quedara poca agua. Procuro que su sangre no esté demasiado acida ni demasiado alcalina.. En realidad, hago tantas cosas en favor de Juan, que los médicos no han determinado todavía el catálogo de mis actividades. Vean ustedes mi anatomía, aunque solo peso 150 gramos, estoy formado por más de un millón de unidades filtrantes pequeñísimas, llamadas nefronas, con aspecto de gusano con una cabeza abultada y una cola retorcida llamada túbulo. Entre mi compañero y yo filtramos cada hora el doble del volumen de la sangre que circula por el cuerpo de Juan. Y diría yo, además, que en una labor de filtrado sumamente compleja. No dejo que pasen por mis finos filtros glóbulos rojos, ni otras partículas grandes de proteínas sanguíneas que son esenciales para Juan, pues si así lo hiciera se perderían en la orina. Así, por ejemplo, si Juan ha comido una deliciosa torta de chocolate, en su orina podrá aparecer tal cantidad de azúcar que se confundiría el médico y le diagnosticaría una diabetes. Si come pescado salado o cualquier otro plato con abundante sal, y yo no se la extraigo de la sangre, se pondrá en verdadero peligro. La sal retiene el agua. Cuando se deja que la sangre este demasiado salada, el exceso de líquido se empieza a acumular en ella y en los espacios intercelulares y entonces la cara, los pies y el abdomen de Juan se empiezan a hinchar, y al cabo de un tiempo su corazón acabaría fallando y parándose. El residuo más abundante del que debo ocuparme es la urea, producto final del metabolismo de las proteínas. Como todos los demás, este compuesto debe quedar en equilibrio preciso. La poca urea es señal de trastornos de mi vecino de arriba: el hígado, cuando la urea se acumula en la sangre el organismo hará esfuerzo heroico para librarse de esta asesina... Pero Juan tampoco tiene que preocuparse por eso. Puede comer todos los filetes que quiera, pues yo me ocupo de eliminar el exceso de urea que le puede resultar por su afición a la carne. Cuando Juan por fin haya entendido lo importante que soy para su cuerpo y para su vida, talvez ya pueda verme con otros ojos y hasta aprenda a cuidarme…. ACTIVIDAD: De acuerdo a la lectura EL RIÑON DE JUAN, responde las siguientes preguntas:
1. ¿Cómo es el riñón de Juan?
2. ¿Qué cree Juan de su riñón?
3. ¿Qué funciones realiza el riñón de Juan?
4. ¿Como se llaman las unidades por las que esta formado el riñón de Juan y como están formadas?
5. ¿Qué reabsorbe en sus túbulos el riñón de Juan?
6. ¿Cuál es el residuo más importante del que debe ocuparse el riñón de Juan, de dónde proviene ese residuo y qué pasaría si se acumula?
7. ¿Qué piensas Tú del riñón de Juan?
8. Realiza un dibujo del riñón de Juan, de acuerdo a lo descrito en la lectura.
Respuesta:
el riñon de Juan es de color rojizo de una forma de habichuela y un tamaño como su puño