El narrador lee y ensaya el texto previamente. Es importante poder internalizar el texto para contarlo –si bien respetando su estructura–, variando detalles modos de decir. El narrador es libre para interactuar con sus destinatarios y jugar con las voces y el acompañamiento gestual y corporal. La narración oral construye una sensación de cercanía y de intimidad. Los oyentes tienen la sensación de que el narrador les habla puntualmente a cada uno. Todo es más teatral, el protagonista es el narrador y no el libro.
En la lectura en voz alta…
La relación íntima, de conversación, que se da en la narración tiene de por medio un objeto, el libro. El que cuenta y el oyente quedan mediados por el texto. El que cuenta facilita a los niños la tarea de acceder al texto. Mientras, los “lectores” que escuchan quedan concentrados en la tarea de interpretar el texto, de apreciar el sonido de las palabras, su materialidad. Los niños acceden a los ritmos, las entonaciones, las pausas y los silencios. Pero también a los recursos estilísticos y retóricos fijos en la letra. El lector se ocupa de mostrar las ilustraciones, detenerse en los detalles, si es necesario, releer alguna página.
En la narración oral…
El narrador lee y ensaya el texto previamente.
Es importante poder internalizar el texto para contarlo –si bien respetando su estructura–, variando detalles modos de decir.
El narrador es libre para interactuar con sus destinatarios y jugar con las voces y el acompañamiento gestual y corporal.
La narración oral construye una sensación de cercanía y de intimidad. Los oyentes tienen la sensación de que el narrador les habla puntualmente a cada uno.
Todo es más teatral, el protagonista es el narrador y no el libro.
En la lectura en voz alta…
La relación íntima, de conversación, que se da en la narración tiene de por medio un objeto, el libro. El que cuenta y el oyente quedan mediados por el texto.
El que cuenta facilita a los niños la tarea de acceder al texto. Mientras, los “lectores” que escuchan quedan concentrados en la tarea de interpretar el texto, de apreciar el sonido de las palabras, su materialidad.
Los niños acceden a los ritmos, las entonaciones, las pausas y los silencios. Pero también a los recursos estilísticos y retóricos fijos en la letra.
El lector se ocupa de mostrar las ilustraciones, detenerse en los detalles, si es necesario, releer alguna página.
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