En primer lugar, ambas situadas en la misma región, dos de las mayores y más antiguas culturas de la humanidad, comenzaron una nueva etapa de proyecto nacional independiente a partir del último lustro de los años 40 del siglo pasado, ya que India alcanzó su independencia en 1947, mientras que en China triunfó la revolución social en 1949.
En lo relativo a sus niveles de desarrollo, ambas eran muy similares al término de la Segunda Guerra Mundial. Sus economías se caracterizaban por gran desconcierto, un perfil básicamente agrario, escasísimas manifestaciones de una débil industria y una infraestructura muy poco desarrollada. Las condiciones eran de profunda pobreza acumulada en la segunda mitad del siglo XX.
En el plano poblacional, China e India se caracterizan por tener enormes poblaciones, unido a una explosión demográfica sufrida durante décadas. Hoy, entre ambos países conforman el 37% de la población mundial, la que están mostrando una alta tendencia a la urbanización como consecuencia de sus expansiones económicas.
En relación con los modelos económicos de partida, los dos se aproximaron a la filosofía y estructura económica asumida. En ambas naciones existía un alto componente de planificación y centralización económica con énfasis en el desarrollo de la industria pesada. Los dos Estado fueron gestores del proceso de industrialización en que se involucraron dichos países.
De igual modo, en las dos naciones la agricultura y las actividades económicas rurales tuvieron un lugar relevante debido a la estructura económica, la composición social y a la seguridad alimentaria.
China e India compartieron, además, una estrategia comercial similar en sus inicios, con el objetivo de estimular el crecimiento, consistente en la «sustitución de importaciones».
Desde la óptica política, ambos en su historia después de la independencia, se involucraron en conflictos internos eventuales o de mayor duración y en guerras con países fronterizos que representaron resultados profundamente adversos para su dinámica económica y social.
Posteriormente, y no en igual período, pero no muy distantes, los dos territorios se sometieron a profundos cambios en su estrategia económica que los condujeron al desmantelamiento del anterior modelo y encausarse en pos de la apertura en el comercio y la inversión foránea.
Como resultado de las nuevas experiencias económicas asumidas, China e India comenzaron el siglo XXI con signos de dinamismo económico significativos. Estos dos gigantes asiáticos son considerados dentro de las mayores economías emergentes a nivel internacional, las que exhiben ritmos de crecimientos más altos y sostenidos, desarrollos significativos en importantes sectores económicos y han iniciado transformaciones económicas notables.
De igual modo, ambos están en la ardua tarea de encontrar un nuevo lugar en el escenario mundial, para lo que dentro de sus políticas exteriores y diplomacias, vienen desempeñando una compleja estrategia de asociaciones y contenciones que les permita modificar la estructura actual.
Con independencia de que ambos países han compartido grandes similitudes en el terreno económico, social, político y cultural durante años, existen diferencias sustantivas que influyen o determinan la dinámica de dichos procesos y sus tendencias.
En primer lugar, ambas situadas en la misma región, dos de las mayores y más antiguas culturas de la humanidad, comenzaron una nueva etapa de proyecto nacional independiente a partir del último lustro de los años 40 del siglo pasado, ya que India alcanzó su independencia en 1947, mientras que en China triunfó la revolución social en 1949.
En lo relativo a sus niveles de desarrollo, ambas eran muy similares al término de la Segunda Guerra Mundial. Sus economías se caracterizaban por gran desconcierto, un perfil básicamente agrario, escasísimas manifestaciones de una débil industria y una infraestructura muy poco desarrollada. Las condiciones eran de profunda pobreza acumulada en la segunda mitad del siglo XX.
En el plano poblacional, China e India se caracterizan por tener enormes poblaciones, unido a una explosión demográfica sufrida durante décadas. Hoy, entre ambos países conforman el 37% de la población mundial, la que están mostrando una alta tendencia a la urbanización como consecuencia de sus expansiones económicas.
En relación con los modelos económicos de partida, los dos se aproximaron a la filosofía y estructura económica asumida. En ambas naciones existía un alto componente de planificación y centralización económica con énfasis en el desarrollo de la industria pesada. Los dos Estado fueron gestores del proceso de industrialización en que se involucraron dichos países.
De igual modo, en las dos naciones la agricultura y las actividades económicas rurales tuvieron un lugar relevante debido a la estructura económica, la composición social y a la seguridad alimentaria.
China e India compartieron, además, una estrategia comercial similar en sus inicios, con el objetivo de estimular el crecimiento, consistente en la «sustitución de importaciones».
Desde la óptica política, ambos en su historia después de la independencia, se involucraron en conflictos internos eventuales o de mayor duración y en guerras con países fronterizos que representaron resultados profundamente adversos para su dinámica económica y social.
Posteriormente, y no en igual período, pero no muy distantes, los dos territorios se sometieron a profundos cambios en su estrategia económica que los condujeron al desmantelamiento del anterior modelo y encausarse en pos de la apertura en el comercio y la inversión foránea.
Como resultado de las nuevas experiencias económicas asumidas, China e India comenzaron el siglo XXI con signos de dinamismo económico significativos. Estos dos gigantes asiáticos son considerados dentro de las mayores economías emergentes a nivel internacional, las que exhiben ritmos de crecimientos más altos y sostenidos, desarrollos significativos en importantes sectores económicos y han iniciado transformaciones económicas notables.
De igual modo, ambos están en la ardua tarea de encontrar un nuevo lugar en el escenario mundial, para lo que dentro de sus políticas exteriores y diplomacias, vienen desempeñando una compleja estrategia de asociaciones y contenciones que les permita modificar la estructura actual.
Con independencia de que ambos países han compartido grandes similitudes en el terreno económico, social, político y cultural durante años, existen diferencias sustantivas que influyen o determinan la dinámica de dichos procesos y sus tendencias.