A pesar de los esfuerzos de las estrategias y políticas europeas e internacionales desarrolladas para mejorar la salud sexual y reproductiva (1), la adolescencia permanece vulnerable.
Las intervenciones en salud sexual durante la adolescencia tienen como objetivo, tanto reducir las consecuencias adversas del comportamiento sexual, como mejorar la calidad de las relaciones sexuales de los jóvenes para su vida actual y también para su vida adulta. Esta revisión trata un aspecto muy concreto de las intervenciones, las centradas en dos de las principales consecuencias adversas: el embarazo no deseado (END) y las infecciones de transmisión sexual (ITS). Es por lo tanto éste un acercamiento parcial al tema, que debe integrase en el más amplio de la promoción de la salud sexual en la infancia y adolescencia.
La comparación de experiencias entre diferentes países demuestra que la prevención efectiva de las conductas de riesgo sexual en adolescentes es el resultado de acciones intersectoriales en las que los medios de comunicación, educación , comunidad y atención sanitaria tienen un papel complementario. Implica, por lo tanto, a todos los grupos y contextos en contacto con este grupo etario: familia, grupos de iguales, entorno escolar, medios de comunicación, entornos de ocio, profesionales de la salud, políticos, grupos religiosos, etc. (figura 1).
Esta comparación pone también de manifiesto que las políticas sociales ante las desigualdades y aquéllas relacionadas con una actitud más realista sobre la sexualidad de la juventud, con respuestas comprensivas a sus necesidades, explican las grandes diferencias entre países, mejor que la variabilidad de los comportamientos individuales relacionados con la sexualidad.
Aunque es evidente que muchas de las intervenciones preventivas corresponden a otros sectores sociales, los profesionales sanitarios jugamos también aquí un papel.
Un análisis descriptivo de la atención a la salud sexual en el SNS español puede verse en la Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva 2011, del Ministerio de Sanidad y Política Social (2).
En el ámbito de la pediatría de atención primaria las actividades preventivas pueden desarrollarse en el propio centro de salud, pero también participando en las intervenciones escolares y comunitarias de la zona donde desempeñamos nuestra función.
Desde la consulta, el pediatra o la enfermera de pediatría van a centrar su principal actuación en las actividades individuales (figura 2), tanto en el campo de las recomendaciones (R1) como en el del cribado de población de riesgo y la detección precoz de las infecciones de transmisión sexual (R2). Todo ello, en el contexto de las visitas del programa de salud infantil o en otras ocasiones propicias, tales como la asistencia por problemas relacionados.
La inmunización preexposición, con vacunas que previenen enfermedades que pueden transmitirse por contacto sexual (infección por el virus de la hepatitis B o el del papiloma humano), también forma parte de la estrategia general (ver recomendaciones sobre vacunas en PrevInfad).
DEFINICIONES
Aunque existen muchos criterios de aproximación a la definición de "adolescencia" (cronológico, jurídico, social...), en el ámbito sanitario, uno de los más aceptados es el de la Organización Mundial de la Salud (3), que la define como el período de la vida en el cual la persona adquiere la capacidad reproductiva, transita los patrones psicológicos de la niñez a la adultez y consolida la independencia socioeconómica. Fija sus límites entre los 10 y 19 años. Denomina "joven" a la persona entre 15 y 24 años y "gente joven" a las edades de 10-24 años.
Se considera un embarazo no deseado (END) a la concepción que, ni la pareja en su conjunto ni individualmente alguno de los que la forman, desea conscientemente en el momento del acto sexual.
Respuesta:
A pesar de los esfuerzos de las estrategias y políticas europeas e internacionales desarrolladas para mejorar la salud sexual y reproductiva (1), la adolescencia permanece vulnerable.
Las intervenciones en salud sexual durante la adolescencia tienen como objetivo, tanto reducir las consecuencias adversas del comportamiento sexual, como mejorar la calidad de las relaciones sexuales de los jóvenes para su vida actual y también para su vida adulta. Esta revisión trata un aspecto muy concreto de las intervenciones, las centradas en dos de las principales consecuencias adversas: el embarazo no deseado (END) y las infecciones de transmisión sexual (ITS). Es por lo tanto éste un acercamiento parcial al tema, que debe integrase en el más amplio de la promoción de la salud sexual en la infancia y adolescencia.
La comparación de experiencias entre diferentes países demuestra que la prevención efectiva de las conductas de riesgo sexual en adolescentes es el resultado de acciones intersectoriales en las que los medios de comunicación, educación , comunidad y atención sanitaria tienen un papel complementario. Implica, por lo tanto, a todos los grupos y contextos en contacto con este grupo etario: familia, grupos de iguales, entorno escolar, medios de comunicación, entornos de ocio, profesionales de la salud, políticos, grupos religiosos, etc. (figura 1).
Esta comparación pone también de manifiesto que las políticas sociales ante las desigualdades y aquéllas relacionadas con una actitud más realista sobre la sexualidad de la juventud, con respuestas comprensivas a sus necesidades, explican las grandes diferencias entre países, mejor que la variabilidad de los comportamientos individuales relacionados con la sexualidad.
Aunque es evidente que muchas de las intervenciones preventivas corresponden a otros sectores sociales, los profesionales sanitarios jugamos también aquí un papel.
Un análisis descriptivo de la atención a la salud sexual en el SNS español puede verse en la Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva 2011, del Ministerio de Sanidad y Política Social (2).
En el ámbito de la pediatría de atención primaria las actividades preventivas pueden desarrollarse en el propio centro de salud, pero también participando en las intervenciones escolares y comunitarias de la zona donde desempeñamos nuestra función.
Desde la consulta, el pediatra o la enfermera de pediatría van a centrar su principal actuación en las actividades individuales (figura 2), tanto en el campo de las recomendaciones (R1) como en el del cribado de población de riesgo y la detección precoz de las infecciones de transmisión sexual (R2). Todo ello, en el contexto de las visitas del programa de salud infantil o en otras ocasiones propicias, tales como la asistencia por problemas relacionados.
La inmunización preexposición, con vacunas que previenen enfermedades que pueden transmitirse por contacto sexual (infección por el virus de la hepatitis B o el del papiloma humano), también forma parte de la estrategia general (ver recomendaciones sobre vacunas en PrevInfad).
DEFINICIONES
Aunque existen muchos criterios de aproximación a la definición de "adolescencia" (cronológico, jurídico, social...), en el ámbito sanitario, uno de los más aceptados es el de la Organización Mundial de la Salud (3), que la define como el período de la vida en el cual la persona adquiere la capacidad reproductiva, transita los patrones psicológicos de la niñez a la adultez y consolida la independencia socioeconómica. Fija sus límites entre los 10 y 19 años. Denomina "joven" a la persona entre 15 y 24 años y "gente joven" a las edades de 10-24 años.
Se considera un embarazo no deseado (END) a la concepción que, ni la pareja en su conjunto ni individualmente alguno de los que la forman, desea conscientemente en el momento del acto sexual.
Explicación:
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