La epidemia de la COVID-19 está afectando de lleno a España: según cifras oficiales, a fecha de 31 de marzo, más de 90.000 personas se han infectado y, desgraciadamente, más de 8.000 han fallecido. Ante la gravedad de la situación, el Gobierno declaró el estado de alarma el 14 de marzo y decretó, entre otras medidas, la limitación de movimientos de la población y el cierre de escuelas, comercios y otros establecimientos, a excepción de los de primera necesidad. Posteriormente, paralizó toda actividad económica no esencial entre el 30 de marzo y el 11 de abril.
Como se explica detalladamente en la coyuntura «Crisis COVID-19: un shock sin precedentes» en este mismo Informe Mensual, cabe esperar una caída del ritmo de actividad significativa y concentrada en el tiempo, en particular mientras duren las medidas de confinamiento, y un rebote una vez se levanten. Los indicadores de actividad disponibles son muy limitados, pero datos de alta frecuencia como la demanda eléctrica diaria nos muestran que el impacto, a corto plazo, puede ser muy elevado (véase el primer gráfico). En términos del PIB, la contracción para el año 2020 podría situarse alrededor del –3,6% si las medidas de confinamiento y restricción a la actividad se relajan rápidamente en las próximas semanas. Sin embargo, la incertidumbre que rodea esta cifra es muy elevada y depende, en gran medida, del tiempo que deberán mantenerse activas las medidas de contención del virus. Si es necesario prolongarlas más en el tiempo, la corrección sería mayor y la recuperación, más gradual.
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La epidemia de la COVID-19 está afectando de lleno a España: según cifras oficiales, a fecha de 31 de marzo, más de 90.000 personas se han infectado y, desgraciadamente, más de 8.000 han fallecido. Ante la gravedad de la situación, el Gobierno declaró el estado de alarma el 14 de marzo y decretó, entre otras medidas, la limitación de movimientos de la población y el cierre de escuelas, comercios y otros establecimientos, a excepción de los de primera necesidad. Posteriormente, paralizó toda actividad económica no esencial entre el 30 de marzo y el 11 de abril.
Como se explica detalladamente en la coyuntura «Crisis COVID-19: un shock sin precedentes» en este mismo Informe Mensual, cabe esperar una caída del ritmo de actividad significativa y concentrada en el tiempo, en particular mientras duren las medidas de confinamiento, y un rebote una vez se levanten. Los indicadores de actividad disponibles son muy limitados, pero datos de alta frecuencia como la demanda eléctrica diaria nos muestran que el impacto, a corto plazo, puede ser muy elevado (véase el primer gráfico). En términos del PIB, la contracción para el año 2020 podría situarse alrededor del –3,6% si las medidas de confinamiento y restricción a la actividad se relajan rápidamente en las próximas semanas. Sin embargo, la incertidumbre que rodea esta cifra es muy elevada y depende, en gran medida, del tiempo que deberán mantenerse activas las medidas de contención del virus. Si es necesario prolongarlas más en el tiempo, la corrección sería mayor y la recuperación, más gradual.